
El 15 de febrero de 1935, cuatro años antes del estallido de la Segunda Guerra Mundial, el crucero artillado alemán Karlsruhe arribó al puerto de Buenaventura con 603 marinos a bordo.
La visita de estos soldados nazis se mantuvo como un episodio poco conocido de la historia, pero marcó un momento de cordialidad diplomática y comercial entre Alemania y Colombia en un contexto político internacional que estaba a punto de cambiar radicalmente.
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De acuerdo con una puntual investigación de El Espectador, durante cinco días la tripulación del Karlsruhe fue recibida con honores por las autoridades civiles, políticas y religiosas de la época.
Los marinos alemanes rindieron tributo a Simón Bolívar en Cali, interpretando el himno nacional de Colombia en al menos dos ocasiones.

Los eventos, que fueron ampliamente cubiertos por diarios como Relator y Correo del Cauca, reflejaron la importancia del vínculo bilateral antes del inicio de la guerra en 1939.
<b>Relaciones diplomáticas antes de la guerra</b>
Aunque poco se ha documentado sobre este tipo de intercambios, la relación entre Colombia y Alemania era entonces fluida.
En el contexto del conflicto con Perú entre 1932 y 1934, que culminó con el Protocolo de Río de Janeiro, la Sociedad Colombo-Alemana de Transporte Aéreo (Scadta, hoy Avianca) colaboró con el gobierno colombiano, adaptando aeronaves para combate.
Incluso, pilotos alemanes, como Herbert Boy, participaron directamente en operaciones militares. La contribución alemana fue significativa, tanto que Boy fue homenajeado con una base aérea que lleva su nombre en Leticia desde 2011.

El Karlsruhe llegó a Colombia mientras Adolf Hitler llevaba un año como presidente de Alemania y Alfonso López Pumarejo presidía Colombia.
Alberto Donadio, coautor de Colombia Nazi y El jefe supremo, explica que Alemania tenía una presencia económica significativa en el país, lo que contribuía al respeto mutuo. Este ambiente permitió eventos como la visita del crucero alemán.
<b>La visita en Cali: homenajes y curiosidades</b>
El crucero Karlsruhe, que llevaba como comandante al capitán Günther Lütjens, realizó múltiples actividades en Valle del Cauca.
En Cali, el recibimiento fue entusiasta: banderas de ambos países ondearon en casas y comercios, y los alemanes fueron celebrados en distintos eventos.
En una de las ceremonias, los marinos rindieron homenaje a Bolívar en el Paseo Bolívar, interpretando tanto el himno colombiano como el alemán, acompañados por saludos nazis. Además, el cabildo de la ciudad declaró huéspedes de honor al comandante y a su tripulación.

Algunos eventos destacados incluyeron una fiesta en la cervecería alemana Los Andes y un banquete en el Club Colombia. Se calcula que en la primera reunión participaron 400 invitados y se consumieron mil litros de cerveza negra, mostrando la cercanía entre la colonia alemana local y los visitantes.
El propio comandante Lütjens, en cambio, no asistió a los homenajes a Bolívar, ya que fue convocado de urgencia a Bogotá. Allí, se reunió con el presidente López Pumarejo y Von Hentig, ministro plenipotenciario del Tercer Reich, en un encuentro protocolario en la Casa de Nariño. Posteriormente, Lütjens regresó a Cali acompañado por el ministro alemán y un representante presidencial.
<b>Investigaciones de un episodio olvidado</b>
Carlos H. Giraldo, publicista y caleño, dedicó años a rastrear el impacto de esta visita en la región. Tras revisar documentos en bibliotecas, archivos y hemerotecas, Giraldo recopiló información valiosa que finalmente publicó en 2005 en la revista Épocas. Allí detalló que el Karlsruhe, buque de 6.000 toneladas botado en 1927, estaba realizando un viaje instructivo por América, con paradas en Brasil, Uruguay, Chile, Perú y Ecuador antes de llegar a Colombia.

Entre los descubrimientos de Giraldo, uno de los más polémicos fue la fotografía de una ceremonia en la que la bandera colombiana se izó junto a una con la esvástica. Las imágenes y reportajes desvelaron gestos que hoy resultan contradictorios, como los saludos nazis realizados durante los homenajes oficiales.
<b>El destino de Lütjens y el </b><i><b>Karlsruhe</b></i>
La despedida de los tripulantes tuvo lugar el 22 de febrero de 1935, cuando el crucero partió de Buenaventura rumbo a Estados Unidos, dejando tras de sí un eco de relaciones diplomáticas cordiales. Sin embargo, el destino de Günther Lütjens y su tripulación cambiaría años después.

En 1941, Lütjens ascendería al rango de almirante del acorazado Bismarck, uno de los buques insignia de Hitler. Aunque murió junto a su tripulación cuando la poderosa nave fue hundida en el Atlántico Norte ese mismo año.
Así, la visita del Karlsruhe, recibida con honores en Colombia, quedó marcada por las complejidades de la historia, un recordatorio de los lazos que, con el tiempo, sucumbieron al impacto de un conflicto global.
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