
Diomedes Díaz Maestre, conocido como ‘el Cacique de La Junta’, sigue siendo recordado como el mayor vendedor de discos en la historia del vallenato, con más de 20 millones de unidades vendidas.
Su legado en el género musical está marcado por haber alcanzado discos de oro, platino y diamante, un honor que retuvo en solitario hasta 2008 en Colombia.
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Además, Diomedes se adjudicó uno de los máximos galardones de la música en 2010: el Grammy Latino en la categoría Cumbia/Vallenato. Su cariño entre los aficionados lo inmortaliza, y estos se identifican como “diomedistas”, nombre que el mismo Díaz usaba para referirse a su “fanaticada”.
De acuerdo con el periodista Juan Rincón Vanegas en el año 2010, cuando Diomedes Díaz ganó el Grammy Latino, por su álbum Listo pa la foto, no pudo asistir, y en el momento de recibirlo en su casa de Valledupar el comunicador le pidió una foto con el galardón para dejarla en los archivos del medio local El Pilón, pero en ese momento el cantautor le dijo que en ese diario ya tenían muchas fotos de él y guardó el premio.
Tan solo unos días después se conoció que ‘el Cacique’ había guardado el icónico gramófono en un lugar muy poco convencional: “al lado del lavadero, revelando la sencillez del artista tras las luces del icónico galardón”, así lo relataron en el medio citado.
‘El Cacique’ se acompañó durante su trayectoria artística por nueve acordeoneros de renombre, entre ellos, figuras legendarias como Náfer Durán y Nicolás Elías ‘Colacho’ Mendoza. Tal diversidad de compañeros musicales contribuyó a su evolución artística y a la variedad de sonidos en su repertorio, consolidando su estatus como una leyenda del vallenato y un ícono de la cultura musical colombiana.
Entre los acordeoneros que lo acompañaron estuvieron: Náfer Durán; ‘el Debe’ López; Juancho Rois; el Rey de Reyes Nicolás Elías ‘Colacho’ Mendoza; Gonzalo Arturo ‘el Cocha’ Molina; Iván Zuleta; Franco Argüelles; Juancho de la Espriella; Álvaro López.

El famoso diamante que se mandó incrustar en un diente estaba valorado inicialmente en seis millones de pesos y fue posteriormente reemplazado por una piedra preciosa de veinte millones, proveniente de la India. Este excepcional diamante adornó la dentadura de su poseedor, antes de formar parte de un anillo de compromiso, según confirmó su última pareja Luz Consuelo Martínez.
El anillo de compromiso, que ahora lleva Luz Consuelo, simboliza la promesa de amor eterno que ella intercambió con su pareja, quien a su vez le aseguró que solo la muerte los podría separar. “Nos juramos amor, me entregó un anillo en compromiso de matrimonio, me dijo que solo la muerte podía separarnos y así sucedió, pero lo sigo amando, por eso cambié la piedra y le coloqué el diamante que tenía en su dentadura”, reveló la propia Luz Consuelo.
De igual forma, el cantautor tuvo que enfrentar serios desafíos de salud, al padecer del síndrome de Guillain-Barré, una condición que le provocó la pérdida del control en sus manos, haciéndole dependiente de ayuda para actividades cotidianas como peinarse, abotonarse la camisa y atarse los zapatos.
A pesar de las adversidades y las múltiples cirugías a las que fue sometido, Díaz nunca dejó de entonar las canciones que tanto orgullo generaron entre sus seguidores.
Gustavo Cabas Borrego, una de las personas que le colaboró a Diomedes Díaz, relató un destacado episodio en que el presidente Belisario Betancur contactó al artista por medio de su secretaria privada para encargarle una canción.
El tema, que resonaría con su programa de gobierno Camina, se convertiría en un vínculo singular entre la política y la música vallenata. Cabas, quien en aquel entonces era parte de la comisión cuarta del Senado, se encargó personalmente de localizar al Cacique en Valledupar y lo acompañó a Bogotá para cumplir con el cometido.
Una vez en la capital, Diomedes Díaz completó exitosamente la composición solicitada. Como gesto de agradecimiento, el presidente Betancur extendió una invitación a almorzar tanto a Díaz como a su acompañantes.
Diomedes Díaz, conocido cariñosamente como “el Cacique de La Junta”, se mantuvo como una figura icónica del vallenato hasta su fallecimiento en diciembre de 2013, dejando un legado profundo en la música y cultura colombiana.
Las interacciones de Díaz con figuras políticas como Belisario Betancur, así como su presencia en eventos nacionales de importancia, son un testimonio de la trascendencia que alcanzó su música más allá del ámbito artístico, adentrándose en el tejido social y político de Colombia.
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