
El periodista Ignacio Nacho Gómez es uno de los testigos que sobrevivió para contar la historia de terror por la cual pasó el país en la década de los 80 del pasado siglo por cuenta de la guerra desatada por el capo del narcotráfico Pablo Emilio Escobar Gaviria en contra del Estado, las entidades judiciales, el cartel de Cali, medios de comunicación y periodistas colombianos.
“Empecé a trabajar en El Espectador en junio del año 1986, en ese tiempo estaba el narcotráfico y, sobre todo, el cartel de Medellín cometiendo cualquier cantidad de actos terroristas en el país y uno de los objetivos era el diario El Espectador”, recuerda Gómez en conversación con Infobae Colombia.
El comunicador, en una entrevista exclusiva, relata cómo conoció a don Guillermo Cano, el mismo día en que comenzó a trabajar en el diario. “El primer día que llegué al periódico, él se me acercó y me dijo que estaba a mi servicio, me pareció muy bonito ese detalle”, cuenta Gómez.
El periodista recuerda para Infobae su último encuentro con Cano, en compañía de Orlando Henríquez, también reportero de El Espectador. Ese 17 de diciembre de 1986, el mismo día en que sicarios del cartel de Medellín dispararon contra Cano, Henríquez había revisado el informe de la Comisión de investigación del Palacio de Justicia, pero olvidó hacer la nota a la que se había comprometido con el entonces director del diario, lo cual generó tensiones en la redacción.
Henríquez decidió ponerse en la tarea de realizar la nota solicitada por Cano, y Gómez se ofreció a ayudarlo con el fin de terminarla antes de que don Guillermo se enterara del olvido.
“Cuando la recepcionista nos avisó que don Guillermo había salido, bajamos a comer para luego subir nuevamente y empezar a hacer la nota que iba para el periódico del domingo, pero, cuando íbamos de bajada, a Guillermo se le había quedado un aguinaldo que debía llevar a su casa, entonces se devolvió y ¡pum!, nos lo encontramos de frente. No era pues tanto para temer, simplemente le dijo a Henríquez: mijito ¿qué te pasó?, ojalá no vuelva a pasar”, contó el periodista: “Esas fueron sus últimas palabras para nosotros”, le dijo Gómez a Infobae.

Momentos de incertidumbre en El Espectador
Gómez recuerda que eran momentos de incertidumbre en El Espectador por cuenta de las constantes amenazas que recibía el diario de parte del capo del narcotráfico Pablo Escobar:
Debido a los constantes informes que se publicaban en El Espectador sobre la creciente influencia de la mafia en diferentes sectores del país, el cartel de Medellín había intentado afectar al diario ejerciendo presión sobre algunos estamentos económicos para dejar al periódico sin pauta y obligarlo a detener su trabajo. Sin embargo, el medio resistió y continuó publicando artículos que ponían en evidencia a Escobar Gaviria.
“Hacían como un cartel de anunciantes para prohibir los anuncios en El Espectador en castigo, porque El Espectador hablaba mucho del cartel de Medellín; las relaciones entre el establecimiento colombiano y el narcotráfico, a partir de la amnistía tributaria del gobierno López, cuatro años antes del 82, eran muy fuertes”, recuerda Gómez.
Incluso, algunos colegas de Ignacio Gómez le manifestaron que dejara de meterse con Pablo Escobar, porque debido a la publicación de sus noticias era que el diario sufría de hostigamientos por parte del cartel de Medellín.
“A mí me atacaban los colegas por molestar a Pablo Escobar, entonces era fácil que a las notas de El Espectador las culparan por las bombas de Pablo Escobar”, señaló Gómez a Infobae.
En ese entonces, el único medio impreso dispuesto a poner al descubierto a Escobar fue el diario fundado por Guillermo Cano, empeñado en que el país entendiera que estaba siendo absorbido por la criminalidad en cabeza del poderoso cartel.
“La bomba de El Espectador en 1989 fue en concreto como consecuencia de una publicación mía. Cuando estalló ese edificio Mónaco, yo le pregunté al alcalde si no era muy raro que estallara ese edificio Mónaco y, en menos de cinco minutos después de la bomba, la radio ya estuviera diciendo que era la casa de Pablo Escobar”, indicó el comunicador.

Esto le dio pie para evidenciar la complicidad que, al parecer, existía en ese momento entre varios entes investigativos y judiciales nacionales e internacionales
“Obviamente queda como toda la complicidad de la Policía colombiana con Pablo Escobar; de hecho, vale plata también, ¿no?”, señaló Gómez, que aún responsabiliza al Estado de haber sido cómplice del poder que adquirió el jefe del cartel de Medellín.
“Era un Estado unas veces comprado otras veces cómplice y otras veces fanático de Pablo Escobar y nosotros tratando de contar la historia de Pablo Escobar de advertirle al país sobre la dominación de este delincuente, al que todavía muchos consideran héroe” dijo Nacho Gómez.
Debido a los informes que investigó y publicó, Ignacio tuvo que exiliarse en España por nueve meses. No por las amenazas directas de Escobar hacia él, sino por las que recibió su familia.
“Amenazaron inclusive a mi mamá después de la publicación de los bienes legales de Pablo Escobar, también recibí amenazas personales directas de Gilberto Rodríguez Orejuela, pero fueron las cartas amenazantes que llegaron a la casa de mi mamá las que me forzaron al exilio”, relató el comunicador a Infobae.
Cuando regresó al país, después de conocer sobre la muerte de 16 compañeros, entre ellos don Guillermo Cano, y de un carro bomba que dejó semidestruida la sede principal de El Espectador, Ignacio Gómez se separó del medio en el que había logrado destapar varios de los escándalos más sonados de aquella época, que dejó al país sumido en la violencia en su máxima expresión.
Nacho trabajó en el diario hasta diciembre de 2001, para luego continuar con su pasión como periodista investigativo en Noticias Uno, medio en el que en la actualidad es su subdirector.
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