La nueva era de las "falsificaciones" de moda

Por Anastasiia Fedorova

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Balenciaga fall/winter 17
Balenciaga fall/winter 17

¿Por qué están de pronto las firmas tan interesadas en "plagiarse" a sí mismas? ¿Y por qué parece que nunca nos cansamos de esas falsificaciones?

Cuando Demna Gvasalia mostró su segunda colección masculina para Balenciaga en París, ya se sabía que sería muy debatida por la prensa. Los puntos de debate incluyeron su versión de la moda de oficina, las zapatillas deportivas ortopédicas, las bolsas para la compra hechas de cuero y, por encima de todo, el pastiche visual en el logotipo de Bernie Sanders. "Balenciaga 2017", con reconocibles líneas de subrayado, podía leerse como un signo de simpatía hacia el partido derrotado en las elecciones norteamericanas y también como un comentario sobre esta época de falta total de contexto que vivimos. La moda estaba plagiando a la política y fue una muestra de que hoy en día no es tan fácil distinguir lo real de lo falso.

Sin duda fue Vetements, el provocador colectivo de moda de Demna Gvasalia, el que puso sobre la mesa las nociones de real y falso dentro de la industria de la moda. En octubre de 2016, Vetements celebró una venta de mercadillo en Seúl, pero en lugar de las prendas habituales de la marca, puso a la venta la colección The Original Fake, que estaba formada por las piezas más populares de la marca, pero ligeramente alteradas para darles un aspecto "falso". Volvieron del revés sus vaqueros con parches, confeccionaron su sudadera con capucha en color rojo y bajaron ligeramente los precios de toda la gama. Las prendas se vendieron al instante, de modo que la marca logró aventajar a sus fabricantes de imitaciones falsas falsificándose a sí misma.

Gucci Resort '17

Gucci Resort ’17
Gucci Resort ’17

Demna Gvasalia, sin embargo, no fue el único que intentó sacar partido de la indomable energía de lo falso. Alessandro Michele, responsable del dramático reinicio de Gucci, lanzó una línea de camisetas y sudaderas con capucha adornadas con logotipos de Gucci que parecían falsificaciones vintage inspiradas en el look de la marca en los 80. Las camisetas cuestan unos 300 euros y las sudaderas más de 1.000, lo que limita considerablemente la clientela de las prendas auténticas, aunque eso podría no ser tan importante. Lo que importa es que las falsificaciones de Gucci están cada vez más buscadas en eBay y que la marca está una vez más en boca de los jóvenes interesados en la moda. En medio de este espíritu rejuvenecedor, Michele también colaboró con el artista del grafiti Trevor Andrew, akaGucciGhost, para la realización de una colección de bolsos, calzado, ropa y toda la fachada de su tienda situada en la Quinta Avenida. Impresos sobre cuero, los logos DIY de Andrew para Gucci parecen gotear pintura fresca y una de las etiquetas dice "REAL Gucci", por si alguien tenía alguna duda.

Históricamente, las falsificaciones de moda se han relacionado con el hecho de tratar de conseguir que las marcas de lujo fueran más accesibles para el público. Todos hemos visto bolsos de Chanel y carteras de Louis Vuitton fabricados con materiales baratos, en proporciones distorsionadas y con los colores incorrectos. Las falsificaciones solían ser el hijo bastardo y repudiado de la moda; un efecto secundario de la búsqueda fallida de la perfección. Pero al mismo tiempo, las falsificaciones a veces han evolucionado hasta convertirse en algo culturalmente fascinante, como la obra de la ahora figura de culto Dapper Dan, que vestía a las estrellas de hip-hop del Harlem de los 90 con ropa falsa de Gucci y Vuitton. Su savoir faire está más en boga que nunca: las falsificaciones de moda actuales son un juego de ironía, publicidad e ingenio. Y el juego está en marcha.

La velocidad es una de las razones clave para el triunfo de las falsificaciones. Conforme el ciclo de la moda se acelera, el consumidor se aburre con facilidad porque se ve constantemente bombardeado por copias, imitaciones, piezas "inspiradas en" y todo un reguero de imágenes de todo lo anterior. Otro motivo es la muerte de la jerarquía del lujo. Lo elevado y lo mundano se mezclan: Louis Vuitton colabora con Supreme, Gosha Rubchisnkiy con Fila, Vetements con Manolo Blahnik… Y no queda inmediatamente claro quién se beneficia más de la colaboración. Para sobrevivir en la industria hoy en día, es preciso conseguir constantemente que la gente te desee más y más mediante colaboraciones, ediciones limitadas e incluso auto-plagios.

Gosha Rubchinskiy primavera/verano ’17
Gosha Rubchinskiy primavera/verano ’17

Al mismo tiempo, el poder de las falsificaciones va mucho más allá de ser meramente un arma de publicidad. Los artistas y las marcas emergentes a menudo emplean las copias de marcas para dialogar sobre la naturaleza de la moda y el consumismo. En sus inicios, Palace Skateboards plagió la medusa de Versace para reclamar la opulencia para sus skaters. Después, cuando Palace se convirtió a su vez en una marca poderosa y deseable, HypePeace plagió su logotipo para recaudar dinero para la juventud palestina. La revista independiente con sede en Berlín 032c ha empezado (con gran éxito) a lanzar su propia ropa y se ha añadido al debate. Han creado camisetas falsificadas para Sade, Aaliyah y Helmut Lang al tiempo que creaban su propio merchandising.

Pero, ¿por qué vender un artículo cuando simplemente puedes vender una marca? Lanzaron un "Kit DIY para crear la marca 032c": la etiqueta 032c "viene con dos imperdibles para que puedas engancharla a tu camisa, abrigo de pieles, chaqueta tipo bomber o lo que quieras. Es una falsificación autorizada, si es que existe algo así. ¿Alguna vez soñaste con que esto sucedería? Muy bien, ese es el espíritu".

Ava Nirui
Ava Nirui

La artista y escritora Ava Nirui destaca como la estrella de la apropiación de guerrilla incluso entre las marcas más importantes. Inspirada y asombrada por el carísimo uso que hace Vetements del logo de Champion, trabajó con sudaderas auténticas de Champion e incorporó su logotipo en forma de C en los nombres de otros diseñadores, como Rick Owens, Chanel, Gucci y Marc Jacobs. Sus otras piezas fusionaban Chanel con Kappa, Louis Vuitton con Los Cazafantasmas y Maison Martin Margiela con McDonalds. Estas sardónicas creaciones del capitalismo tardío llegaron a ser muy populares, pero es muy posible que Nirui esté sola en su total falta de deseo de vender sus piezas. Porque, incluso aunque no quieras entrar en el juego, el juego sigue en marcha: aparentemente otra persona vendió unas cuantas copias de sus diseños, "falsificando mi falsificación de una falsificación", como lo describió en una entrevista con el New York Times.

Así que, ¿por qué es inevitable que acabemos hablando de las falsificaciones de moda? ¿Será por nuestro persistente deseo de ser cool y sentirnos aceptados? ¿O quizá también porque suscitan una cuestión más importante? La de la copia y el original en la cultura contemporánea y si dichas nociones son siquiera importantes en la actualidad. Cuando camines por el resbaladizo terreno de lo real y lo falso, recuerda que las falsificaciones solo funcionan por el deseo de los consumidores. Solo importan siempre y cuando sigas deseando más y más.

Publicado originalmente en VICE.com