Irán: recambio generacional en la Revolución Islámica

Compartir
Compartir articulo
El presidente iraní Hasan Rohani con la imagen de los líderes supremos de fondo (AFP)
El presidente iraní Hasan Rohani con la imagen de los líderes supremos de fondo (AFP)

Muchos de los tres mil cuatrocientos mullahs que trabajan como líderes religiosos encargados de la Oración de los Viernes en la República Islámica de Irán han comenzado a preocuparse. La razón es el desembarco de una generación de religiosos jóvenes a quienes el régimen les está abriendo las puertas en reemplazo de la vieja guardia religiosa.

La semana pasada ocho "imanes" con categoría de pesos pesados fueron reemplazos en Tabriz, Shiraz, Rasht y Ahvaz. Y, si los datos y la información periodista se confirma desde Teherán, otros veinticinco recambios están programados próximamente. A juzgar por el último mensaje a la nación del Guía Supremo, Ali Khamenei, se implementará un ambicioso plan de "recambio de generaciones" en los próximos meses.

¿Y por qué los imanes de la vieja guardia están preocupados? Sencillamente porque ser el imán encargado de las oraciones de los viernes en las mezquitas de la República Islámica significa disponer de un gran numero de privilegios y prebendas.

Para empezar, reciben un importante estipendio mensual por el que no se les deduce impuestos, a ello se suman otros "recursos dinerarios" para cubrir holgadamente sus gastos. En la mayoría de los casos, también se les otorga una "residencia" adecuada más una limusina blindada y guardaespaldas especialmente capacitados para protegerse contra cualquier "oveja negra de su rebaño". Otros beneficios incluyen atención médica gratuita, peregrinajes anuales pagos a ciudades santas en Irak y, al menos, un gran viaje de peregrinación a La Meca.

Gracias a la posición, también tienen acceso prioritario a otros servicios de lujo y a productos importados libres de impuestos. Además, si el Imán o sus familiares desean viajar, su solicitud de visa es acelerada a través del Ministerio de Relaciones Exteriores. ¿Y qué tiene que hacer un Imán a cambio de una posición tan cómoda y con tantos beneficios? En rigor nada, o casi nada. Tiene que dejar crecer su barba de manera importante, si es larga mucho mejor, debe usar un turbante y la vestimenta indicada por los mullahs, acariciar un masbaha (rosario) en público y asistir a eventos religiosos y políticos con rostro adusto.

Lo más destacado de la actividad del Imán es el sermón que expone en la ceremonia de los días viernes en la mezquita que se le asigna. Lo bueno de esto, sin embargo, es que él no tiene siquiera que escribir el sermón. El texto se enviaba vía fax y actualmente lo reciben por correo electrónico de la Oficina Central de Oraciones de los Viernes desde Teherán. Pero incluso si el texto de Teherán se retrasa o no llega, el Imán no debe preocuparse. Todo lo que necesita es arengar en tres temas centrales: a) Culpar al "Gran Satanás" estadounidense por todos los problemas bajo el sol, incluidos los múltiples fracasos de la República Islámica, B) elogiar al fallecido Ayatollah Khomeini por ser el hombre que "revivió el Islam" y, c) Orar por la vida eterna del actual "Guía Supremo" para que pueda unir a la humanidad bajo el estandarte de la "Revolución Islámica".

El plan lanzado originalmente por Khomeini cuando los mullahs tomaron el poder en 1979 funcionó razonablemente bien para los nuevos maestros políticos-religiosos en Teherán. El Ayatollah convirtió la tarea religiosa en la elección de una carrera popular y reservada para hombres enérgicos y ambiciosos.

Antes de la revolución, Irán contaba con alrededor de 80.000 mullahs de tiempo completo para una población de 40 millones. Cuatro décadas más tarde, con su población duplicada, cuenta con casi medio millón.

El ayatollah Ali Khamenei, líder supremo iraní (Getty Images)
El ayatollah Ali Khamenei, líder supremo iraní (Getty Images)

Sin embargo, la imagen real no es tan simple. Para empezar, la gran mayoría de los clérigos se han distanciado gradualmente del régimen prefiriendo preservar el antiguo universo clerical tradicional en el que los mullahs se dedicaban a la teología, la filosofía y la historia religiosa. Lenta pero seguramente, el clero se ha dividido entre políticos con turbantes y clérigos genuinos que, en palabras del Gran Ayatollah Alawi Borujerdi, tienen que lidiar con suficientes problemas teológicos como para tener tiempo para la política.

No obstante, en el seno de la revolución islámica están sucediendo cosas que preocupan a los mullahs gobernantes. Los fracasos del sistema khomeinista provocaron una reacción violenta contra la narrativa religiosa. Y, como siempre en la historia de Irán en los últimos cinco siglos, el retroceso de la narrativa religiosa lleva a un aumento del discurso nacionalista. La narrativa nacionalista es especialmente popular entre los millennials nacidos después de que los mullahs tomaron el poder y que hoy representan a más de la mitad de la población del país.

Mientras tanto, los mullahs del gobierno islámico envejecieron. Hoy en día, la edad promedio de los 5.000 mullahs del gobierno, desde el "Guía Supremo", hasta los Imanes encargados de los sermones de los viernes tienen alrededor de 70 años de edad promedio.

La desconexión de la edad es solo una de las razones de la dramática caída en la participación en las oraciones de los viernes. Según el último informe de la oficina central a cargo de las redes de Imanes, las oraciones de los viernes en Teherán ya no atraen a más de 20.000 personas de una población de más de 12 millones de habitantes en dicha capital. En algunas ciudades, Tabriz e Isfahan, por ejemplo, los números han caído por debajo del 70% de los asistentes.

Sin embargo, la edad no es el único factor preocupante. La gente, especialmente la generación más joven, no está interesada en el gastado discurso antiamericano decorado con eslóganes pseudo-islámicos vacíos. El discurso antiamericano suena aún más superficial cuando el Majlis (Parlamento) Islámico publica afirmaciones de que unos 15.000 jóvenes iraníes, hijos de altos funcionarios de la República Islámica, incluidos muchos mullahs, residen en los Estados Unidos cursando estudios de grado y posgrado, y otros cientos de altos funcionarios khomeinistas son ciudadanos de los EEUU. "Todo ello contribuye aún más a la hipocresía y falsedad de los sermones oficiales de los viernes", según ha escrito un periodista iranó residente en Londres.

Hoy, los círculos políticos e intelectuales dentro y fuera de Irán se preguntan si se ratificara el plan de Khamenei o si lo que sobrevendrá sera la desconexión final entre el régimen y la sociedad iraní. La respuesta es compleja. Nadie podría saberlo con seguridad. Reemplazar a los mullahs más viejos ​​y menos entusiastas aunque fieles compañeros del Ayatollah Khomeini en los albores de la revolución de 1979 por otros más jóvenes y ambiciosos puede atenuar el estado de ánimo actual de pesimismo y tristeza entre los clérigos del régimen. Pero, la excusa de la edad no puede ser el factor único y decisivo. El plan de Khamenei va mas allá de una renovación por razones etaria dentro de los imanes. Es allí donde lo que juega un papel relevante es la utilización de un mayor discurso nacionalista iraní para neutralizar al proselitismo del panislamismo de mercado y de la calle que puede encender de un momento a otro y extenderse en el ciudadano común iraní en detrimento de la revolución.

Lo cierto es que se aprecia que en las últimas semanas, los textos de los sermones de los viernes enviados a los imanes desde Teherán han sido salpicados de temas patrióticos sobre la nación iraní en lugar de la "ummah", y los intentos de Teherán de dominar a varios países árabes se justificaron no solo por parte de los Imanes sino también en las palabras del jefe de la División Al-Quds (Jerusalem), el general Qassem Soleimani, como "movimientos necesarios para proteger la geografía y el territorio nacional de Irán".

Sin embargo, en el análisis final, un cambio de personas y del discurso oficial puede no ser suficiente para salvar un sistema saturado y agobiado por una profunda crisis. En consecuencia, la pregunta central en el debate sobre el futuro de Irán sigue apuntando hacia una sola variable y la misma es "si el Cambio se producirá dentro del régimen o lo que puede suceder es un Cambio de régimen"