
Un acuerdo de alto el fuego entre Israel y Hamas fue alcanzado este miércoles tras más de un año de negociaciones infructuosas y un conflicto que ha dejado miles de muertos y una devastación generalizada en la Franja de Gaza. El pacto, que se concretó en Doha, Qatar, establece un intercambio inicial de rehenes israelíes por prisioneros palestinos, con la posibilidad de avanzar hacia un cese permanente de las hostilidades. Este acuerdo llega en un contexto de intensas presiones internacionales, particularmente de Estados Unidos, y tras significativos cambios en el equilibrio de poder en la región.
El conflicto actual se desató el 7 de octubre de 2023, cuando un ataque liderado por el grupo terrorista Hamas en el sur de Israel dejó alrededor de 1.200 muertos y 250 personas secuestradas. Desde entonces, la violencia ha escalado de manera dramática. Israel estima que 94 rehenes siguen en manos de Hamas, incluidos ciudadanos con doble nacionalidad y más de 30 personas que, según inteligencia israelí, ya no están vivas. De acuerdo con el diario The Wall Street Journal, tanto Israel como Estados Unidos creen que el número de muertos podría ser aún mayor.

El conflicto también ha tenido un impacto devastador en la infraestructura y la población civil de Gaza. La destrucción masiva, el desplazamiento forzado y el colapso del orden social han generado un creciente descontento entre los residentes, quienes han presionado a Hamas para que acepte un acuerdo, incluso si esto implica ceder en algunas de sus demandas. En redes sociales, palestinos han expresado su frustración por los repetidos fracasos en las negociaciones previas, mientras líderes comunitarios y empresarios han pedido que la Autoridad Palestina, que fue desplazada de Gaza por Hamas en 2007, retome el control del enclave.
El contexto político y militar ha cambiado en los últimos meses, lo que ha facilitado el acuerdo. Israel logró importantes victorias militares, incluyendo la eliminación de Yahya Sinwar, líder de Hamas y arquitecto del ataque de octubre. Además, las operaciones israelíes han debilitado a Hezbollah en Líbano y han destruido gran parte de las defensas aéreas de Irán, lo que ha reducido la capacidad de sus aliados en la región. Estas acciones han permitido al primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, consolidar su posición política y ganar apoyo interno para avanzar en las negociaciones.

Por otro lado, la inminente toma de posesión de Donald Trump como presidente de Estados Unidos ha añadido una nueva dimensión a las conversaciones. Trump advirtió recientemente que “el caos se desatará en el Medio Oriente” si los rehenes no son liberados antes de su investidura el 20 de enero. Aunque no especificó qué medidas tomaría, su declaración ha sido interpretada como una amenaza directa hacia Hamas. Según Sanam Vakil, directora del programa de Medio Oriente y África del Norte en Chatham House, “la presión de Estados Unidos, proveniente directamente de Trump, ha sido un gran motivador, especialmente para Netanyahu”.
Detalles del acuerdo y desafíos futuros
El acuerdo, que será implementado en fases, comenzará con un intercambio de rehenes por prisioneros. Según un borrador citado por The Wall Street Journal, Hamas liberará a 33 rehenes, incluidos mujeres, niños, personas mayores de 50 años y aquellos con heridas graves. A cambio, Israel liberará a un número no especificado de prisioneros palestinos. Además, Hamas entregará los cuerpos de algunos rehenes fallecidos. Este primer paso permitirá una pausa en los combates durante 16 días, tras los cuales se discutirán las condiciones para extender el alto el fuego y avanzar hacia un cese definitivo de las hostilidades.

Sin embargo, las negociaciones futuras prometen ser complicadas. Israel y Hamas mantienen posturas opuestas sobre el alcance del acuerdo. Mientras Israel busca recuperar a todos los rehenes y continuar con sus operaciones militares, Hamas exige garantías de un alto el fuego permanente antes de liberar a más cautivos. Según mediadores árabes, Hamas aceptó garantías verbales de Estados Unidos, Qatar, Egipto y Turquía de que Israel continuará negociando un cese definitivo tras la primera fase del acuerdo.
El acuerdo ha generado divisiones dentro del gobierno israelí. Miembros de la extrema derecha han criticado el pacto, argumentando que pone fin a la guerra sin desmantelar a Hamas. No obstante, Netanyahu ha logrado asegurar el apoyo necesario para avanzar, incluso sin el respaldo de estos sectores. Según un sondeo realizado por Agam Labs en la Universidad Hebrea de Jerusalén, el 60% de los israelíes considera que el país ha cumplido sus objetivos militares en Gaza y que ahora debe centrarse en esfuerzos diplomáticos para liberar a los rehenes.
En Gaza, la noticia del acuerdo fue recibida con celebraciones en las calles y mensajes de alivio en redes sociales. Sin embargo, analistas como Akram Atallah, citado por The Wall Street Journal, advierten que Hamas subestimó la severidad de la respuesta israelí y sobreestimó el valor de los rehenes como herramienta de negociación. “Hamas no anticipó que Israel vería esto como una guerra existencial”, afirmó Atallah.
El rol de Estados Unidos ha sido crucial en la consecución del acuerdo. Según The Wall Street Journal, Steve Witkoff, designado por Trump como enviado especial para el Medio Oriente, desempeñó un papel clave en las negociaciones. .
Witkoff, un empresario inmobiliario cercano a Israel, logró avances significativos en una reunión con Netanyahu, superando los esfuerzos previos de la administración de Joe Biden. Analistas señalan que la llegada de Trump al poder podría fortalecer la posición de Netanyahu en temas como la confrontación con Irán, la consolidación del control israelí sobre Cisjordania y la normalización de relaciones con Arabia Saudita.
El acuerdo representa un paso importante hacia la desescalada del conflicto, pero su fragilidad está latente. Las próximas semanas serán decisivas para determinar si las partes pueden superar sus diferencias y avanzar hacia una paz duradera en una región marcada por décadas de violencia y tensiones.
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