Alarma por la mega represa que amenaza con “vaciar” al Nilo: ¿puede haber una guerra por el agua?

Está siendo construida por Etiopía sobre el Nilo Azul, principal tributario del río que abastece de agua potable y para riego a todo Egipto. El Cairo teme que su funcionamiento afecte dramáticamente el suministro que necesita su población y exige un acuerdo para regular su uso, pero Adís Abeba se niega

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Una vista aérea de la Gran Represa del Renacimiento Etíope en el Río Nilo Azul el 21 de julio (Foto de - / Adwa Pictures / AFP)
Una vista aérea de la Gran Represa del Renacimiento Etíope en el Río Nilo Azul el 21 de julio (Foto de - / Adwa Pictures / AFP)

Cuesta encontrar un río más trascendental que el Nilo. No solo porque es —junto con el Amazonas— el más largo del mundo, sino por el papel decisivo que jugó en la historia de la humanidad. Fue la columna sobre la que se vertebró el Antiguo Egipto, una de las primeras civilizaciones de las que hay registro, y una de las más influyentes. Por algo Heródoto lo bautizó “el regalo del Nilo”.

Si este río es importante para el mundo, para el Egipto contemporáneo es, esencialmente, todo. Más del 90% de sus 98 millones de habitantes viven en las angostas franjas de tierra que corren en paralelo a cada una de sus orillas, que representan el 8% del territorio total del país. El resto es un desierto inhabitable.

Una vista del horizonte de la ciudad y del río Nilo desde el edificio de la Torre de El Cairo, en Egipto, el 5 de diciembre de 2019 (REUTERS/Amr Abdallah Dalsh)
Una vista del horizonte de la ciudad y del río Nilo desde el edificio de la Torre de El Cairo, en Egipto, el 5 de diciembre de 2019 (REUTERS/Amr Abdallah Dalsh)

El Nilo tiene dos grandes tributarios, que confluyen en Jartum, la capital de Sudán. Uno es el Nilo Blanco, que nace en el Lago Victoria, que se divide entre Kenia, Uganda y Tanzania. Si bien es el que le da la mayor parte de su extensión al río que desemboca en el Mediterráneo, el 80% del agua proviene del Nilo Azul, que se origina en el Lago Tana, en Etiopía.

Solo un tercio de los 109 millones de habitantes de Etiopía tiene electricidad de manera permanente. No a comienzos del siglo XX, sino en pleno XXI. Como esa enorme cantidad de agua puede ser una extraordinaria fuente de energía, el Gobierno comenzó en 2011 a construir sobre su curso, a 15 kilómetros de la frontera con Sudán, la Gran Represa del Renacimiento Etíope (GRRE). Es una mole de 145 metros de alto, que costó más de 4.000 millones de dólares y que, cuando esté terminada, será la usina hidroeléctrica más importante de África.

Una vista de los edificios alrededor del río Nilo, desde la ventana de un avión, sobre El Cairo, Egipto, el 20 de junio de 2020 (REUTERS/Mohamed Abd El Ghany)
Una vista de los edificios alrededor del río Nilo, desde la ventana de un avión, sobre El Cairo, Egipto, el 20 de junio de 2020 (REUTERS/Mohamed Abd El Ghany)

También es la fuente de un preocupante conflicto geopolítico. Egipto teme que, en su afán por llenar el embalse para generar electricidad, Etiopía reduzca sensiblemente el flujo del río. Los efectos de una disminución en el caudal de agua del Nilo podrían ser devastadores para millones de personas.

“Etiopía no planea utilizar el agua con otros fines que no sean la producción de electricidad, lo que significa que el flujo río abajo no se verá afectado. El problema, sin embargo, es el llenado de la GRRE, que afectará fuertemente el flujo, así que tiene que hacerse con mucho cuidado. Esta es la mayor preocupación para Sudán y, especialmente, para Egipto, que depende más o menos totalmente del Nilo para el suministro de agua. Cuando se llene completamente, la represa tomará más de un año del flujo total. Por lo tanto, el proceso tiene que llevarse a cabo durante al menos siete años. Pero, si fueran años de sequía, las consecuencias para Sudán y Egipto serían catastróficas”, explicó Dan-Erik Andersson, profesor de Estudios de Derechos Humanos en la Universidad de Lund, consultado por Infobae.

Una imagen de satélite de la NASA muestra las luces de El Cairo, Alejandría, en los bordes del río Nilo, en Egipto, el 28 de octubre de 2010 (NASA/Handout via REUTERS)
Una imagen de satélite de la NASA muestra las luces de El Cairo, Alejandría, en los bordes del río Nilo, en Egipto, el 28 de octubre de 2010 (NASA/Handout via REUTERS)

El gobierno etíope anunció con orgullo la semana pasada que cumplió el objetivo que se había propuesto este año, llegar a los 4.900 millones de metros cúbicos de agua en el embalse, lo que le permitiría probar sus primeras dos turbinas. “La finalización de la primera etapa de relleno es un momento histórico que muestra el compromiso de los etíopes con el renacimiento de nuestro país”, dijo Abiy Ahmed Ali, primer ministro de Etiopía y Premio Nobel de la Paz en 2019 por sus intentos de encontrar una resolución pacífica al enfrentamiento con Eritrea.

No está claro si fue el resultado natural de la acumulación de agua por la construcción del embalse, o si se cerraron las compuertas para acelerar el proceso, que es lo que sospecha El Cairo. La capacidad total es de 74.000 millones de metros cúbicos y la meta de las autoridades etíopes es sumar 13.500 millones en 2021. La expectativa es que la planta empiece a generar electricidad a principios de 2021 y que esté plenamente operativa en 2023.

“Etiopía no sólo tiene previsto suministrar electricidad a un mayor número de sus habitantes, sino que también tiene la intención de vender el excedente a países vecinos. Tradicionalmente, Sudán ha apoyado a Egipto en cuestiones relacionadas con el agua del Nilo, pero ahora espera comprar energía hidroeléctrica barata y que la represa pueda ayudar a prevenir inundaciones y a regular el caudal del río. Egipto depende casi por completo del Nilo y no cabe duda de que el desvío de agua a gran escala tendría un grave impacto en la producción de alimentos y en la salud pública. Pero, aunque la GRRE sea solo para almacenar el agua y no para desviarla para el riego, aún así Egipto está seriamente preocupado por la pérdida de su control histórico sobre el Nilo”, dijo a Infobae Ashok Swain, profesor del Departamento de Investigación sobre la Paz y el Conflicto de la Universidad de Uppsala y cátedra UNESCO de Cooperación Internacional por el Agua.

El gobierno egipcio pretendía llegar a un acuerdo antes de que comenzara a llenarse el embalse, pero el etíope sostiene que tiene derecho a avanzar con sin pedir permiso. El Cairo exige que se defina un mecanismo legal por el que Etiopía se comprometa a cumplir a tomar ciertas medidas en caso de que produzca una sequía y, eventualmente, se someta a sanciones si incumple. Adís Abeba insiste en que no quiere perjudicar a Egipto ni a Sudán y que tendrá en cuenta todos estos factores para operar la represa, pero se niega a atarse a un pacto vinculante.

“Etiopía tiene una población enormemente grande que permanece sin electricidad. Hay frecuentes apagones y caídas de tensión, y existen graves limitaciones a la industria en el país. La GRRE tiene el potencial de compensar estos problemas hasta cierto punto. Etiopía prevé que la producción y el suministro de electricidad en la región sea un medio para levantar su economía. Sudán puede obtener beneficios de las operaciones de la represa, en particular, un flujo de corriente más modulado y una reducción de los suelos erosionados procedentes de las tierras altas de Etiopía. Pero, al igual que Egipto, parece estar preocupado por la forma en que se operará la presa durante los años secos. Están abogando por un acuerdo negociado que estipule suficientes liberaciones de la represa en esos años para apoyar las necesidades que haya río abajo. Este es uno de los principales puntos de fricción de la negociación”, sostuvo Paul Block, profesor de Ingeniería Civil y Ambiental de la Universidad de Wisconsin - Madison, en diálogo con Infobae.

Un pájaro vuela sobre la convergencia entre el río Nilo Blanco y el río Nilo Azul en Jartum, Sudán, el 17 de febrero de 2020 (REUTERS/Zohra Bensemra/Foto de archivo)
Un pájaro vuela sobre la convergencia entre el río Nilo Blanco y el río Nilo Azul en Jartum, Sudán, el 17 de febrero de 2020 (REUTERS/Zohra Bensemra/Foto de archivo)

El choque de intereses es evidente y difícil de subsanar. Porque más allá de la inquietud genuina por la disponibilidad de agua para riego en el caso egipcio, y de energía por el lado etíope, hay por detrás una disputa de poder. Durante siglos Egipto se sintió el dueño del Nilo, el único país en condiciones de decidir qué hacer con él. Eso se terminó con la GRRE, que le da una enorme capacidad de presión a Etiopía. El miedo de El Cairo es que quiera usarla para obtener alguna ventaja en futuros diferendos.

La GREE es un producto compuesto, que combina nacionalismo, la adquisición de poder y el deseo de desarrollo. Cambió la hidrohegemonía en la región. Egipto y Sudán, que fueron predominantes río abajo durante décadas, están ahora preocupados por la reducción de los flujos de agua en sus fronteras como resultado de la construcción de la represa y del llenado del embalse. El juego para estos dos países ahora es el control de daños. Saben que sus flujos se verán afectados y que la estructura de poder en la cuenca ya no será la misma. Por lo tanto, han estado tratando de retrasar este asunto y escapar de la realidad. Pero la persistencia de Etiopía y la disminución del poder de Egipto debido a su inestabilidad interna durante la última década hicieron que la represa fuera una realidad. Etiopía tiene ahora el poder de manipular los caudales del río y puede utilizarlo como arma para amenazar o como factor de cooperación”, dijo a Infobae Kaveh Madani, profesor del Consejo de Estudios de Medio Oriente de la Universidad de Yale.

Una imagen de satélite muestra la Gran Represa del Renacimiento Etíope, el 28 de julio de 2020 (Imagen satelital ©2020 Maxar Technologies vía REUTERS)
Una imagen de satélite muestra la Gran Represa del Renacimiento Etíope, el 28 de julio de 2020 (Imagen satelital ©2020 Maxar Technologies vía REUTERS)

¿Una guerra por el agua?

En la última década, Etiopía, Egipto y Sudán participaron de distintas rondas de negociación para llegar a un acuerdo sobre la administración de la represa, pero ninguna dio resultado. Este lunes habrá un nuevo encuentro para discutir el asunto, organizado por la Unión Africana. Nadie es demasiado optimista.

La incógnita es qué va a hacer Egipto en caso de que sus temores se materialicen y Adís Abeba se mantenga inflexible. Si bien los halcones egipcios creen que hay que responder con mayor firmeza, por ahora parece muy lejana la hipótesis de un conflicto armado. Pero la amenaza permanece siempre latente cuando los intereses geopolíticos se rodean de una retórica nacionalista, como sucede con la GRRE y con el Nilo.

La Gran Represa del Renacimiento de Etiopía en Guba Woreda, Región de Benishangul Gumuz, el 26 de septiembre de 2019 (REUTERS/Tiksa Negeri/Archivo Foto)
La Gran Represa del Renacimiento de Etiopía en Guba Woreda, Región de Benishangul Gumuz, el 26 de septiembre de 2019 (REUTERS/Tiksa Negeri/Archivo Foto)

Esto es muy evidente desde la perspectiva etíope. Basta ver la grandilocuencia del nombre que le puso a la represa y el tono del mensaje del primer ministro al hablar sobre el tema. Se convirtió en un ícono en el que cree la abrumadora mayoría de un país acostumbrado a las divisiones internas.

Además, es vital para el gobierno de Abiy, que asumió en 2018 con la promesa de democratizar y liberalizar al país. La apertura inicial, en la que se liberaron presos políticos y se aflojó el yugo sobre los medios de comunicación, está congelada desde hace varios meses. Semanas atrás, protestas por la muerte de un popular cantante fueron salvajemente reprimidas. La pandemia sirvió como excusa para suspender las elecciones generales, que debían realizarse el 29 de agosto, pero que desde abril quedaron sin fecha, a pesar de que los mandatos vencen en octubre.

Turistas navegan a través de la convergencia entre el río Nilo Blanco y el río Nilo Azul en Jartum, Sudán, el 15 de febrero de 2020 (REUTERS/Zohra Bensemra)
Turistas navegan a través de la convergencia entre el río Nilo Blanco y el río Nilo Azul en Jartum, Sudán, el 15 de febrero de 2020 (REUTERS/Zohra Bensemra)

En este contexto, el Gobierno tiene más incentivos para convertir a la GRRE en una gran causa soberana que para adoptar una posición negociadora con sus vecinos. Se vio con el frustrado intento de Estados Unidos de mediar entre los tres países. Como consecuencia de ese proceso, que comenzó el año pasado, las partes difundieron en febrero una declaración conjunta en la que parecían haber llegado a un acuerdo. Pero ante las críticas que recibió en el frente interno por ser demasiado conciliador, Abiy anunció que se levantaba de las mesa de diálogo.

Sameh Shoukry, ministro de Relaciones Exteriores egipcio, trató de impulsar una acción del Consejo de Seguridad de la ONU en junio. En un discurso dramático, dijo que la represa era una “una amenaza de proporciones potencialmente existenciales”. “Egipto defenderá y protegerá los intereses vitales de su pueblo. La supervivencia no es una cuestión de elección, sino un imperativo de la naturaleza”, agregó.

El Presidente egipcio Abdel Fattah al Sisi se reúne con el Primer Ministro de Etiopía, Abiy Ahmed, en la apertura del 33º período ordinario de sesiones de la Asamblea de Jefes de Estado y de Gobierno de la Unión Africana en Addis Abeba (Etiopía), el 9 de febrero de 2020 (REUTERS/Tiksa Negeri)
El Presidente egipcio Abdel Fattah al Sisi se reúne con el Primer Ministro de Etiopía, Abiy Ahmed, en la apertura del 33º período ordinario de sesiones de la Asamblea de Jefes de Estado y de Gobierno de la Unión Africana en Addis Abeba (Etiopía), el 9 de febrero de 2020 (REUTERS/Tiksa Negeri)

El riesgo de una escalada está presente desde el comienzo de la megaobra, que siempre fue vista con mucha preocupación por parte de Egipto. En 2013, el entonces presidente Mohamed Morsi dio un encendido discurso contra el proyecto. “Defenderemos cada gota de agua del Nilo con nuestra sangre si es necesario”, dijo. Este tipo de declamaciones no son poco habituales en la región, así que no se las puede tomar literalmente. Pero es cierto que hay sectores políticos y militares en El Cairo que consideran necesario redoblar la presión sobre Etiopía.

“¿Tendrá Etiopía paciencia para llenar la GRRE en un lapso de al menos siete años sin recibir ningún rendimiento por su enorme inversión? ¿Tendrá paciencia Egipto para esperar con flujos de agua decrecientes que Etiopía logre el desarrollo?”, se preguntó Andersson. “Cuando la GRRE esté en marcha, toda la región podrá beneficiarse de ella. Egipto y Sudán podrían intercambiar petróleo por electricidad, y la regulación del flujo en el Nilo podría permitir ajustes en años de sequía e inundaciones. Pero eso será una vez que se llene. Si Egipto y Sudán no pueden obtener garantías en las que confíen, no dudarán en utilizar diferentes manifestaciones de fuerza, incluso militares, para garantizar el flujo de agua en el Nilo. Y Etiopía, por supuesto, hará todo lo que pueda para proteger su gran inversión. Así que hay riesgos reales de conflicto armado, pero es de esperar que todas las cuestiones puedan resolverse pacíficamente”.

Imagen de la construcción de la represa (REUTERS/Tiksa Negeri/File Photo)
Imagen de la construcción de la represa (REUTERS/Tiksa Negeri/File Photo)

Algunas diatribas del lado egipcio son vistas con preocupación en Adís Abeba. Gedu Andargachew, canciller etíope, lo expresó en una entrevista reciente con la agencia AP. “Esta represa debería haber sido una razón para la cooperación y la integración regional, no una causa de controversias y belicismo (...) Los egipcios exageran su propaganda sobre el tema y juegan una apuesta política. Algunos de ellos parece como si anhelaran que estalle una guerra”.

No obstante, Abdel Fattah al Sisi, el general que derrocó a Morsi en 2013, y que es presidente y líder supremo desde 2014, ha sido más moderado en sus declaraciones. “Siempre decimos a nuestros hermanos etíopes y sudaneses que los respetamos y que nos preocupamos por su derecho a la vida, como por el nuestro. Tienen derecho a generar electricidad, y les deseamos éxito con amor y buenas intenciones. Pero con la condición de que esto no afecte la cantidad de agua que nos llega”, dijo esta semana. Es consciente de que en este momento tendría más para perder que para ganar en una guerra con Etiopía. No porque no tenga una ventaja militar, sino porque es muy probable que los costos sean mayores que los beneficios.

“Los conflictos armados a nivel internacional por el agua no son muy probables —dijo Madani—. El agua puede ser utilizada como una excusa, pero para iniciar una guerra se necesitan muchas otras razones también. Por eso, se cree que en la historia ninguna nación ha combatido sólo por el agua. Si una guerra comienza, ¿cuál sería el objetivo final? ¿tomar el control de la represa o destruirla? Lo último es casi imposible y lo primero, afortunadamente, no es tan trivial en el siglo XXI. Por lo tanto, para minimizar las pérdidas, lo mejor es que Sudán y Egipto se enfrenten a la realidad, cooperen con Etiopía y el resto de las naciones de la cuenca del Nilo, y se adapten a las nuevas condiciones hidrológicas y políticas”.

La semana pasada Etiopía logró cumplir el primer objetivo en el llenado del embalse (REUTERS/Tiksa Negeri/File Photo)
La semana pasada Etiopía logró cumplir el primer objetivo en el llenado del embalse (REUTERS/Tiksa Negeri/File Photo)

Las negociaciones continuarán este lunes, probablemente sin resultados concluyentes. La GRRE es una realidad, pero que recién empieza a dar sus primeros pasos, así que sus efectos sobre Egipto y Sudán siguen siendo inciertos. Por eso, también lo es el alcance que puede llegar a tener el conflicto en caso de que el impacto sea notorio y genere consecuencias políticas en El Cairo.

“A pesar de las anteriores amenazas de acción militar por parte de Egipto, esta no es una posibilidad seria. Ningún país ha luchado una guerra por recursos hídricos hasta la fecha y no hay razón para que este caso sea diferente. Egipto no sólo está ocupado en la guerra civil de Libia sino que tampoco tiene una superioridad militar abrumadora frente a Etiopía. Incluso si Egipto sigue optando por la guerra, no será tan fácil, ya que no tiene una frontera contigua con Etiopía, por lo que necesita que Sudán se sume. Si Egipto decide bombardear la GRRE puede que no logre destruirla, ya que todavía está en construcción, pero haría que las represas egipcias sean objetivos legítimos de las fuerzas etíopes, lo que sería enormemente costoso. Por lo tanto, aunque los tres países ribereños no lleguen a ningún acuerdo y Etiopía siga llenando el embalse, no veo que de ello surja ninguna forma de conflicto armado”, reflexionó Swain.

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