“Calle de la Humanidad 8″, la comedia de Netflix sobre la pandemia que logra sacar sonrisas en tiempos de coronavirus

Protagonizada y dirigida por Dany Boon, se ubica entre las más vistas de la plataforma en América Latina

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Dany Boon en una escena de "Calle de la Humanidad, 8"
Dany Boon en una escena de "Calle de la Humanidad, 8"

Hacer humor sobre situaciones trágicas y dolorosas siempre es una tarea muy arriesgada. En el mundo del espectáculo hay quienes se sienten más cómodos jugando con esa delgada línea roja entre lo socialmente permitido y lo políticamente incorrecto, mientras que otros prefieren ser más conservadores y buscar el humor sano para no herir susceptibilidades. En un contexto de pandemia, con millones de personas que perdieron la vida por el coronavirus y con familiares y seres queridos aún de duelo, animarse a hacer una comedia que tenga como principal tema el COVID-19 y sus secuelas es todo un acontecimiento. Por eso, es más que valorable la intención de “Calle de la Humanidad, 8″, la nueva película francesa de Netflix que, con mucho respeto y cuidado, logra sacar sonrisas de una situación que en casi dos años ha dejado más miedos y tristezas que alegrías.

La historia comienza con una París confinada por el aumento de los casos de coronavirus en el país. “Estamos en guerra”, dice el presidente de Francia, Emmanuel Macron, el 16 de marzo de 2020 en un discurso televisado en el que anuncia el inicio de la cuarentena en todo el territorio galo. Como en todos los países, nadie sabía con certeza en ese momento cuánto durarían los confinamientos y cómo se iba a desarrollar la vida cotidiana 24 horas en casa. Al principio se hablaba de dos semanas y vuelta a la normalidad, pero todo era nuevo e imposible de predecir. Frente a esta incertidumbre, los vecinos de 8 Rue de l’Humanité (Calle de la Humanidad, 8), al igual que todos, debieron adaptarse a esa nueva realidad de mascarillas, alcohol en gel, noticias falsas y Zooms a toda hora.

Tráiler de "Calle de la Humanidad, 8"

La película gira alrededor de los típicos personajes que surgieron en la pandemia: el hipocondríaco, el negador, el que quiere aprovecharla para sacar réditos económicos, el que no respeta el confinamiento, el desesperado por la vacuna y muchos otros que se hicieron clásicos, sobre todo, en los primeros meses de la crisis sanitaria. El humor disparatado se hace presente en las relaciones sociales entre estos vecinos tan particulares que apenas se conocen y que la cuarentena los obliga a tener que cruzarse más seguido por los pasillos del edificio. En ese choque de personalidades diversas y las situaciones comunes que viven en las casas durante los primeros días de encierro es donde la película logra conectar con el espectador y hacer que se sienta identificado, porque la mayoría atravesó por lo mismo. Los problemas en la convivencia, las clases y reuniones virtuales, las transmisiones en vivo en las redes sociales y los ejercicios físicos en pequeños departamentos son algunas de las situaciones que, en tono de comedia, el filme retrata sobre la famosa “nueva normalidad”.

El vecindario está compuesto por siete familias. El hipocondríaco Martin (Dany Boon, también director de la película) y su esposa Claire (Laurence Arné, guionista del filme) viven en el primer piso junto a su hija Louna (Rose de Kervenoaë). Más arriba está el arrogante Tony (François Damiens) con sus hijos Victoire (Éve Margnat) y Basile (Milo Machado-Graner). Tony es uno de los más odiados del edificio. Es el único propietario y disfruta haciéndoselo saber a todos, pero en el fondo sufre porque su esposa se fue de casa justo antes del confinamiento y no puede con las tareas del hogar. También está la pareja joven embarazada conformada por Agathe (Alison Wheeler) y Samuel (Tom Leeb), que compiten para ver quién consigue más seguidores en Instagram a través de sus transmisiones en vivo de música y ejercicios. Louise (Liliane Rovère, la genial Arlette de “Dix pour cent” y Ludmila en “Family Business”) tiene su bar cerrado allí mismo y está desesperada por generar algo de dinero, mientras Diego (Jorge Calvo) cuida el vecindario porque su esposa Paola (Clara Cicera), la encargada del edificio, permanece internada con COVID.

Párrafo aparte merece Gabriel (Yvan Attal), el excéntrico científico que tiene su laboratorio de análisis clínicos en el edificio y que ahora se encarga de realizar pruebas PCR a sus vecinos, al mismo tiempo que busca ser el primero en desarrollar la vacuna contra el coronavirus experimentando en todos los animales vivos que encuentra. Por último, la comunidad cuenta con una vecina de la que poco se sabe y que solo es vista por la noche abandonando el edificio, por lo que es objeto de denuncias por supuestamente violar el confinamiento. Esta es otra de las situaciones que se repitieron bastante al inicio de la pandemia, con vecinos haciendo juicios de valor sobre otros sin conocer exactamente lo que hacen.

Yvan Attal y Dany Boon en "Calle de la Humanidad, 8"
Yvan Attal y Dany Boon en "Calle de la Humanidad, 8"

La película también se permite dejar un poco de lado el humor para mostrar situaciones no tan simpáticas de la pandemia que sirven para agregar el condimento emotivo al filme. Al mismo tiempo, ofrece un mensaje optimista de cara al futuro y homenajea a los profesionales de la salud que continúan luchando en los hospitales y a todas las víctimas del coronavirus.

Pese a algún que otro exceso de cliché y una duración un tanto extendida, “Calle de la Humanidad, 8″ pasa la prueba de hacer reír en un contexto desfavorable a través del humor sano, familiar y respetuoso gracias al histrionismo de sus actores.

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