Iban apenas 12 minutos de la final de la Supercopa de Europa en Budapest. De un lado el Bayern Múnich, campeón de la Champions League. Del otro, el Sevilla, vencedor de la Europa League. Lucas Ocampos se hizo cargo de la pelota en llamas, tras el penal que los alemanes le cometieron a Iván Rakitic. Esperó varios segundos la habilitación del árbitro, se pasó la lengua por los labios, miró como distraído varias veces hacia el arco. Y en la carrera, con la vista, dibujó una finta, un engaño, al mejor estilo Ronaldinho.
El mediocampista argentino, de 26 años, observó hacia el palo izquierdo del arquero Manuel Neuer, incluso volcó el cuerpo hacia allí, hacia donde se arrojó el guardameta, pero ejecutó hacia el rincón contrario, para luego gritar el gol con fuerza junto a sus compañeros, para volver a dejar una huella con el dorsal N° 5 que lo identificó como una de las figuras del fútbol europeo en la pasada temporada. El resultado final, el 2-1 para los bávaros, no opacó el gesto técnico.
El ex River, Genoa y Olympique de Marsella abrió el marcador de la definición con un método que de algún modo patentó el fantasista brasileño, pero que de a poco está haciendo suyo. Ya había brillado con un remate “no look” o sin mirar ante el Mallorca, el pasado 12 de julio, por la Liga de España.
Citado por Lionel Scaloni para la selección argentina de cara al comienzo de las Eliminatorias sudamericanas para el Mundial de Qatar 2022, el momento de Ocampos es una de las razones por las que el DT no citó a Ángel Di María, lo que dio pie al enojo y las explosivas declaraciones de Fideo.
Forjado como delantero en Quilmes para luego mudarse a River, previo paso por la selección juvenil Sub 15 de Argentina, Ocampos viene de una temporada de ensueño, en la que arrancando desde el carril derecho, pero con libertad para moverse por todo el frente de ataque de, conjunto que dirige Julen Lopetegui, acumuló 17 goles en 38 partidos. Y se transformó en la mejor carta de desequilibrio del Sevilla.
Tal fue el nivel que exhibió en el período 2019/2020 que hasta se destacó como arquero. Sucedió el 6 de julio, contra el Eibar. Anotó el 1-0 y, ante la lesión del arquero Tomas Vaclik (el equipo ya había agotado los cambios), asumió la responsabilidad y se calzó los guantes.
Así fue que en el quinto minuto de descuento llegó la arremetida de Marko Dmitrovic, el arquero adversario, que emprendió la aventura de buscar el empate. Y Ocampos, con el buzo amarillo del portero, le puso el pecho al intento, bajándole la persiana al triunfo.
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