“Modern love”: virtudes dulces y críticas picantes de la serie que retrata el “amor descartable” en tiempos modernos

La producción, nacida a raíz de una columna semanal del diario The New York Times que lleva quince años, consta de ocho episodios y la promesa de una segunda temporada. El elenco está plagado de estrellas: Anne Hathaway, Dev Patel, Tina Fey, Andy García, Catherine Keener y John Slattery

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"Modern Love", el trailer

¿Cuántas formas diferentes de amor hay? Una pregunta simple con múltiples (y complejas) respuestas. Desde hace 15 años una columna semanal del diario The New York Times titulada Modern love y nutrida de ensayos personales sobre amor, pérdida y redención, las alimenta de contenido. Hace 4 años también es un popular podcast que -como si se tratara de una radionovela de Hollywood- sumó las voces de Ethan Hawke o Isabelle Huppert como relatores. Y ahora llegó el tiempo del sonido + visión. La plataforma Amazon Prime en coproducción con el prestigioso diario estadounidense, estrenó en octubre una serie de ocho episodios unitarios de media hora, basados en algunas de las más memorables historias de relaciones, sentimientos, traiciones y revelaciones que se publicaron. Un elenco espectacular con estrellas de cine como Anne Hathaway, Dev Patel, Tina Fey, Andy García, Catherine Keener y John Slattery, entre otros, potencia la tentadora oferta.

Y habrá segunda temporada en 2020, dada la buena repercusión de audiencia que ya tiene. Esa es la noticia de última hora. “La reacción ha sido increíble. Es una serie con mucha emoción y calidez: cada episodio te toca el corazón de una forma diferente”, explicó con evidente entusiasmo de marketing la directora de Amazon Studios, Jennifer Salke. El showrunner -es decir, el todoterreno lleva adelante el proyecto- John Carney (director de la muy buena comedia romántica ¿Puede una canción de amor salvar tu vida?, entre otras) firmó un acuerdo que garantiza su participación en el futuro proyecto como director, guionista y productor ejecutivo. Es decir, seguirá siendo el máximo responsable de “traducir” en imágenes y situaciones dramáticas, el tono intimista y profundo que tienen estas historias de amor y desamor de la gente común. He ahí su encanto.

Por cierto y más allá de la repercusión (la fórmula “columna del prestigioso NYT + elenco de estrellas” no podía fallar), la recepción crítica de la primera temporada de ocho episodios no resultó tan calurosa. O bien, se advierte y emerge el eterno dilema de una novela best seller o de culto llevada al cine: nunca conforma del todo en la comparación con el original. Para la web de contenidos culturales Vulture Modern love carece de “alma”. Y el mismísimo New York Times tituló en su reseña “Encantadora pero desigual”, con una bajada picante: “La antología de Amazon es el equivalente de un café con leche fotografiado para Instagram”. El texto de la editora de Variety Maureen Ryan sostiene que “cuando funciona, proporciona el tipo de confort relajante de un sillón acogedor, un fuego cálido o una taza de té caliente en una noche fría. Es el equivalente televisivo de una campera de lana tejida a mano o un café con leche fotografiado para Instagram. Parece que el objetivo es un estado de melancolía transitoria, no una declaración artística sobre la vida”.

Anne Hathaway
Anne Hathaway

Cuestiones críticas al margen, y partiendo de la base de que naturalmente algunos capítulos están más logrados que otros -tal vez porque unas historias son mejores que otras, verdad evidente-, el paquete Modern love es muy atractivo. Son relatos sobre relaciones sentimentales en tiempos modernos, hablados con sinceridad y sin tabúes, protagonizados por notables actores y actrices que dotan a cada uno de los personajes de una impronta única y particular. Hay relatos de anécdotas relacionadas con el uso de redes sociales, el amor en la tercera edad, el stress de la adopción y terapias de pareja que, por una vez, funcionan. Plus, con un Nueva York de alta gama como bella escenografía (una vez más). En casi todos los capítulos, los personajes viven en entorno de clase media-alta: mucho Upper East y West Side, siempre con Central Park como refugio verde para las vicisitudes de la vida moderna en la gran ciudad. La misma Nueva York (muy) acomodada de Woody Allen o Nora Ephron. Irresistible.

Veamos. Aún en media hora, lo que podría resultar un factor que limite la creatividad, la serie se planta sobre una base sólida. Se toman su tiempo y espacio para presentar los personajes, sus conflictos y arribar a una conclusión que redondea el relato. Dulces o amargas historias de amor no terminan aplanadas. El otro riesgo, el de los altibajos, por cambiar completamente de escenarios y personajes por más inevitable que parezca termina jugando a favor. El tono que Carney le imprime en una totalidad es bien natural. Para ello cuenta con un material original inmejorable que se nutre, justamente, de historias de gente común y corriente. En este punto, la elección es impecable.

Dev Patel y Catherine Keener
Dev Patel y Catherine Keener

Cierto es que luego de ver las ocho historias de la primera temporada, puede resultar que unas se impongan sobre otras en el gusto personal de cada espectador/a. Y si de resaltar algunos se trata, vale comenzar por el hermoso diálogo pleno de candor y melancolía que mantienen dos enormes actores como Catherine Keener (¿Quieres ser John Malkovich?, Capote, Donde viven los monstruos) y Dev Patel (Un camino a casa, ¿Quién quiere ser millonario?). “Cuando Cupido es un periodista curioso” se titula el relato de un encuentro pactado inicialmente para una entrevista a un exitoso emprendedor tecnológico, creador de una app de citas; que concluye en un intercambio de experiencias que aluden a eso que (casi) los seres humanos atesoran como recuerdo de un amor perdido: la fantasía de la segunda oportunidad.

También rankea alto el que protagoniza (sin excesos, riesgo latente para su personaje) una espléndida Anne Hathaway con su personaje bipolar a cuestas. “Tomame como soy, quienquiera que sea" habla de una mujer que, después de años de oscuridad y simulaciones, hace público su trastorno bipolar y evalúa cómo pudo moldear su vida amorosa. El tono musical de la historia, entre clásico pero bastante más cercano a la versión moderna-pop que supo patentar el éxito de La la land, suma atractivos al capítulo. Ese ying-yang emocional de la protagonista encuentra un perfecto correlato en el ritmo de la narración, potenciado por el carisma de una Hathaway con el pulso actoral justo para una difícil misión interpretativa.

Otro capítulo de la serie -disponible en Amazon Prime pero, se sabe también, en plataformas alternativas por llamarlas de alguna manera- merece una mención especial. El contrapunto de “Acción conjunta para mantener vivo el juego” muestra a una pareja gastada por los años de convivencia, los hijos crecidos y el tedio de la rutina de tolerancia ante las obsesiones del otro/otra, que ofrecen Tina Fey y John Slattery resulta magistral. Puestos al borde del abismo de la separación, recurren a una terapia de pareja que no parece obtener resultados positivos hasta que… Un par de horas de tenis a la semana, en una cancha municipal, operan el ¿milagro? Fey, comediante consagrada en Saturday Night Live, reafirma aquí que es mucho más que eso y completa una interpretación que coquetea con estilo entre el sarcasmo y el hartazgo. Todo al mismo tiempo, en una magnífica labor.

Tina Fey y John Slattery
Tina Fey y John Slattery

Dado el carácter unitario de las ocho historias, no es imperativo comenzar por un principio (valga la redundancia) y eso agiliza cualquier intento de “maratón”. Media hora por capítulo es un valor agregado, en tiempos de televisión rápida. Pero, más que eso, Modern love entrega -desde los títulos y las fotografías que ilustran su apertura, marca de fábrica del New York Times- una visión cálida, levemente azucarada en la dosis justa y muy humana de lo que cuesta eso (amar) en tiempos modernos. No es poco para una época de aquello que Federico Moura ¿profetizó? hace más de 30 años, cuando no había Netflix ni Amazon ni maratones de series ni abonos premium. “Amor descartable”, como la canción de Virus. Tan simple como eso.

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