Vendedor frustró un robo en su local, terminó tomándose un jugo con el ladrón y este hasta le dejó propina

El dueño del local Las Arepas del Whatsapp relató cómo logró convencer al delincuente de que no los robara.

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El dueño del local Las Arepas del Whatsapp dialogó con ‘La W’ y contó cómo logró convencer al delincuente para que no los robara. Vía: Colprensa
El dueño del local Las Arepas del Whatsapp dialogó con ‘La W’ y contó cómo logró convencer al delincuente para que no los robara. Vía: Colprensa

Una curiosa historia se conoció en la mañana de este jueves 25 de marzo, el dueño del local Las Arepas del Whatsapp, Adriano Sergio Gómez, contó su experiencia en la que tuvo que convencer a un ladrón, que pretendía robarlo, para que no cometiera el delito. Lo insólito del relato es que, según cuenta el hombre, el delincuente le pagó el consumo y, como si fuera poco, le dejó una propina.

Los hechos se presentaron en el sur de Bogotá en los últimos días, pues de acuerdo con Gómez, quien habló con ‘La W’, el acto delincuencial se pretendía cometer en las horas de la mañana, recién estaban abriendo el establecimiento.

Según su relato, un hombre de unos 20 años aproximadamente, llegó hasta el local, visiblemente alterado y probablemente bajo los efectos de alguna sustancia psicoactiva, y empuño un arma de fuego pretendiendo robar el producido. Sin embargo, lo que pasó después, parece algo imposible de creer.

“Lo que hice fue levantar las manos y mostrarle que estaba desarmado, le dije que se calmara y que en ese momento yo no tenía nada en la caja, que lo que le podía dar era una arepa de peto con mucho queso y que si quería la podía complementar con un guanabanazo o con un jugo en agua o en leche, pero que por favor se calmara”, afirmó

La situación desde el inicio fue tensa, puesto que nadie se espera ser víctima de un robo, no obstante, el comerciante quien se describió como alguien tranquilo y moderador, manejo la situación con la certeza de que el hombre pudiera arrepentirse.

“Cuando él entra con el arma él le apunta a Génesis que era la persona que estaba al lado de la caja y yo le digo: cálmese, la persona a la que usted le está apuntando es una niña que lleva un mes trabajando con nosotros y es madre de tres hijos. Estaba otro muchacho, el brother, y todos estábamos muy nerviosos. Él me dice, eso no es problema mío, deme lo que tenga. Yo le volví a decir que tenía las arepas listas para salir”

El hombre fue claro al decir que su reacción fue una forma de desarmarlo, ya que no tenía con qué defenderse y prefiere el diálogo a la violencia. Llegó el momento en el que el bandido se quedó callado y bajó el arma, al ver la situación, el vendedor aprovechó y le repitió la oferta.

Vendedor: Mijo, ¿finalmente quiere el jugo en agua o en leche?

Ladrón: En leche

Al escuchar la respuesta, cuenta Adriano que sintió que el ladrón se estaba arrepintiendo y le brindó un jugo en leche pensando que el efecto del líquido le cortaría los efectos de la sustancia que posiblemente había consumido.

“Yo le pedí al muchacho que estaba asando las arepas que le diera la mejor arepa con harto queso. Como estaba caliente y el queso derretido, pues la presencia del hombre en el local iba a durar más. Él comienza a consumir y le pregunté a qué se dedicaba”, relató

Lo que parecía imposible estaba ocurriendo de verdad, el ladrón soltó el arma y entabló una conversación con el vendedor. Le contó que su familia estaba pasando por un momento económico difícil y que por esa razón había intentado cometer el delito.

El vendedor le aconsejó que esa forma no era la indicada para ganarse la vida y que existían otros caminos. Cuenta el hombre que efectivamente el joven se mostró afligido y tras una larga conversación se retiró del lugar, no sin antes pagar lo consumido y dejar una propina.

“(Al final) no se llevó nada. La arepa con el guanabanazo vale 5.500, él me pagó con un billete de 10.000, pero yo le dije que no era necesario que me pagara. Él me dijo que no, que quería pagar y cuando le fui a dar los 4.500 de vueltas me dijo: No mi viejo, la propina es para usted, en la buena”, concluyó Adriano.

Finalmente, el dueño del local declaró que cree en las segundas oportunidades y que ese hecho es el claro ejemplo de que la gente se puede arrepentir por más que muchas veces parezca imposible.

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Los hechos se presentaron en el sur de Bogotá en los últimos días, pues de acuerdo con Gómez, quien habló con ‘La W’, el acto delincuencial se pretendía cometer en las horas de la mañana, recién estaban abriendo el establecimiento.

Según su relato, un hombre de unos 20 años aproximadamente, llegó hasta el local, visiblemente alterado y probablemente bajo los efectos de alguna sustancia psicoactiva, y empuño un arma de fuego pretendiendo robar el producido. Sin embargo, lo que pasó después, parece algo imposible de creer.

“Lo que hice fue levantar las manos y mostrarle que estaba desarmado, le dije que se calmara y que en ese momento yo no tenía nada en la caja, que lo que le podía dar era una arepa de peto con mucho queso y que si quería la podía complementar con un guanabanazo o con un jugo en agua o en leche, pero que por favor se calmara”, afirmó

La situación desde el inicio fue tensa, puesto que nadie se espera ser víctima de un robo, no obstante, el comerciante quien se describió como alguien tranquilo y moderador, manejo la situación con la certeza de que el hombre pudiera arrepentirse.

“Cuando él entra con el arma él le apunta a Génesis que era la persona que estaba al lado de la caja y yo le digo: cálmese, la persona a la que usted le está apuntando es una niña que lleva un mes trabajando con nosotros y es madre de tres hijos. Estaba otro muchacho, el brother, y todos estábamos muy nerviosos. Él me dice, eso no es problema mío, deme lo que tenga. Yo le volví a decir que tenía las arepas listas para salir”

El hombre fue claro al decir que su reacción fue una forma de desarmarlo, ya que no tenía con qué defenderse y prefiere el diálogo a la violencia. Llegó el momento en el que el bandido se quedó callado y bajó el arma, al ver la situación, el vendedor aprovechó y le repitió la oferta.

Vendedor: Mijo, ¿finalmente quiere el jugo en agua o en leche?

Ladrón: En leche

Al escuchar la respuesta, cuenta Adriano que sintió que el ladrón se estaba arrepintiendo y le brindó un jugo en leche pensando que el efecto del líquido le cortaría los efectos de la sustancia que posiblemente había consumido.

“Yo le pedí al muchacho que estaba asando las arepas que le diera la mejor arepa con harto queso. Como estaba caliente y el queso derretido, pues la presencia del hombre en el local iba a durar más. Él comienza a consumir y le pregunté a qué se dedicaba”, relató

Lo que parecía imposible estaba ocurriendo de verdad, el ladrón soltó el arma y entabló una conversación con el vendedor. Le contó que su familia estaba pasando por un momento económico difícil y que por esa razón había intentado cometer el delito.

El vendedor le aconsejó que esa forma no era la indicada para ganarse la vida y que existían otros caminos. Cuenta el hombre que efectivamente el joven se mostró afligido y tras una larga conversación se retiró del lugar, no sin antes pagar lo consumido y dejar una propina.

“(Al final) no se llevó nada. La arepa con el guanabanazo vale 5.500, él me pagó con un billete de 10.000, pero yo le dije que no era necesario que me pagara. Él me dijo que no, que quería pagar y cuando le fui a dar los 4.500 de vueltas me dijo: No mi viejo, la propina es para usted, en la buena”, concluyó Adriano.

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