Un fármaco en estudio revirtió el 93% de los casos graves de COVID-19 en cinco días

Se trata de un nuevo medicamento desarrollado por un equipo del Centro Médico Sourasky de Tel Aviv, que se encuentra en Fase II de investigación. Cuál es el mecanismo por el que aborda la fisiología de la enfermedad, casi sin efectos secundarios

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"Estamos equilibrando la parte responsable de las tormentas de citoquinas utilizando el mecanismo endógeno del cuerpo, es decir, las herramientas que ofrece el propio cuerpo", explicó Arber
"Estamos equilibrando la parte responsable de las tormentas de citoquinas utilizando el mecanismo endógeno del cuerpo, es decir, las herramientas que ofrece el propio cuerpo", explicó Arber

“Esta es la medicina de precisión”. “Estamos muy contentos de haber encontrado una herramienta para abordar la fisiología de la enfermedad”. El profesor Nadir Arber y su equipo del Centro Médico Sourasky de Tel Aviv desarrollaron un fármaco para tratar el COVID-19 basándose en una molécula que estudió durante 25 años llamada CD24, que está presente de forma natural en el cuerpo.

El fármaco, que está en Fase II de investigación, revirtió el 93% de los casos de pacientes graves con COVID-19 tratados en varios hospitales griegos. Y los investigadores aseguraron que confirmaron los resultados de la Fase I, que se había llevado a cabo en Israel el invierno pasado, aunque aclararon que el estudio aún no se publicó en una revista científica ni fue revisado por pares.

Así y todo, creen que si se confirman los resultados, el tratamiento puede estar disponible con relativa rapidez y a bajo costo.

El fármaco se basa en una molécula llamada CD24, una pequeña proteína que está anclada a la membrana de las células y que cumple muchas funciones, incluida la regulación del mecanismo responsable de la tormenta de citoquinas.

Arber enfatizó que su tratamiento, llamado EXO-CD24, no afecta al sistema inmunológico en su conjunto, sino que solo ataca este mecanismo específico, ayudando a recuperar su correcto equilibrio.

El fármaco se basa en una molécula llamada CD24, una pequeña proteína que está anclada a la membrana de las células y que cumple muchas funciones, incluida la regulación del mecanismo responsable de la tormenta de citoquinas (Efe)
El fármaco se basa en una molécula llamada CD24, una pequeña proteína que está anclada a la membrana de las células y que cumple muchas funciones, incluida la regulación del mecanismo responsable de la tormenta de citoquinas (Efe)

“El objetivo principal de este estudio fue verificar que el medicamento sea seguro”, dijo el profesor a cargo del trabajo, quien enfatizó: “Hasta el día de hoy no hemos registrado ningún efecto secundario significativo en ningún paciente de ambos grupos”.

El ensayo se llevó a cabo en Atenas porque Israel no tenía suficientes pacientes relevantes.

“Es importante recordar que 19 de cada 20 pacientes con COVID-19 no necesitan ninguna terapia”, enfatizó Arber, para quien “después de una ventana de cinco a 12 días, alrededor del 5% de los pacientes comienzan a deteriorarse”.

Según sus observaciones, la principal causa del deterioro clínico es una sobreactivación del sistema inmunológico, también conocida como tormenta de citoquinas. En el caso de los pacientes con COVID-19, el sistema comienza a atacar las células sanas de los pulmones.

“Este es exactamente el problema al que se dirigen nuestros medicamentos”, señaló el investigador a The Jerusalem Post. Y amplió: “Esta es la medicina de precisión; estamos muy contentos de haber encontrado una herramienta para abordar la fisiología de la enfermedad”.

Mientras avanza en el mundo la vacunación contra el COVID-19, las farmacéuticas siguen en busca de un tratamiento seguro y efectivo (Reuters)
Mientras avanza en el mundo la vacunación contra el COVID-19, las farmacéuticas siguen en busca de un tratamiento seguro y efectivo (Reuters)

Los esteroides, muy usados en el tratamiento del coronavirus, según él “apagan todo el sistema inmunológico”. “Estamos equilibrando la parte responsable de las tormentas de citoquinas utilizando el mecanismo endógeno del cuerpo, es decir, las herramientas que ofrece el propio cuerpo”, explicó Arber, quien señaló que otro elemento innovador de este tratamiento es su aplicación: “Estamos empleando exosomas, vesículas muy pequeñas derivadas de la membrana de las células que son responsables del intercambio de información entre ellas”.

Asimismo, “al lograr entregarlos exactamente donde se necesitan, se evitan muchos efectos secundarios”, agregó el profesor.

El equipo ahora está listo para lanzar la última fase del estudio, que se llevará a cabo en Israel y también podría requerir pacientes de otros países si el número allí no es suficiente.

“Esperamos completarlo para fin de año”, dijo Arber, quien llevó calma al aclarar: “Por muy prometedores que puedan ser los hallazgos de las primeras fases de un tratamiento, nadie puede estar seguro de nada hasta que los resultados se comparen con los de los pacientes que reciben un placebo”.

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