
La evidencia sobre la empatía en bebés antes de que estos puedan hablar ha dado un giro sorprendente y revela que esta capacidad emocional se manifiesta mucho antes de lo que se pensaba. Según un artículo publicado por New Scientist, investigadores han descubierto que los niños de tan solo 9 meses ya demuestran comportamientos empáticos, desafiando así estudios previos que situaban la aparición de los primeros signos de empatía alrededor de los 12 meses de edad.
En el estudio dirigido por Carlo Vreden del Leibniz Institute for Research and Information in Education en Alemania, se analizó el comportamiento empático de bebés en diferentes contextos culturales. “Si no entiendo tus emociones, no puedo comunicarme contigo ni responder a ellas, por lo que es una habilidad esencial”, comentó Vreden al destacar la importancia evolutiva y social de la empatía.
Lo notable del hallazgo radica en que esta capacidad se presenta incluso en bebés de diversas culturas, desafiando la idea de que el desarrollo empático depende exclusivamente de factores culturales regionales.
El hecho de que los niños, tanto en Uganda como en el Reino Unido, comiencen a mostrar empatía desde los primeros meses de vida sugiere que los fundamentos de esta habilidad están presentes desde muy temprano.
Este descubrimiento presenta un gran avance en la comprensión de cómo los humanos empiezan a desarrollar la empatía, expandiendo el conocimiento más allá de lo que se había investigado predominantemente en Europa y América del Norte.
Estudio de Carlo Vreden y su equipo
Según New Scientist, Carlo Vreden y su equipo llevaron a cabo un estudio para explorar las primeras señales de empatía en bebés de diferentes orígenes culturales. Se examinaron 93 infantes, divididos entre áreas rurales de Uganda y distintas zonas de York en el Reino Unido.
El experimento consistió en que un investigador o la madre del niño fingieran dolor, frotándose un dedo mientras emitían quejidos. La observación se enfocó en identificar respuestas empáticas, como acariciar o abrazar al adulto.

Los hallazgos mostraron que ya a los 9 meses, algunos bebés demostraron empatía al consolar, con un 9% de los británicos y 15% de los ugandeses actuando para calmar a sus madres. Estos resultados indican que la capacidad empática surge antes de lo que se pensaba, y que puede variar entre culturas.
A medida que los niños crecen, esta capacidad se incrementa, con más del doble de respuestas empáticas observadas a los 18 meses. Estos hallazgos sugieren que mientras los fundamentos de la empatía están presentes desde el principio, esta habilidad evoluciona con el tiempo.
Implicaciones del estudio para el desarrollo de la empatía
La observación de que la empatía surge antes de lo que se creía y de manera similar en diferentes contextos culturales subraya tanto su relevancia evolutiva como su universalidad.
Las diferencias culturales observadas revelan que, aunque las raíces de la empatía son universales, las manifestaciones específicas pueden variar. En Uganda, donde el respeto y la obediencia son muy valorados, los niños respondieron a estímulos de diferentes maneras en comparación con los del Reino Unido, donde se fomenta más la autonomía y la expresión emocional.

Estos hallazgos no solo desafían teorías anteriores centradas en sociedades occidentales, sino que también enfatizan la importancia de considerar una perspectiva global en la investigación del desarrollo cognitivo y emocional humano.
Al demostrar que la empatía es un componente inherente de la naturaleza humana, este estudio aporta valiosos conocimientos en un campo que, hasta ahora, ha estado dominado por narrativas limitadas geográficamente.
Comentarios y análisis externo al estudio
El estudio ha recibido comentarios de expertos como Kristen Dunfield de la Universidad Concordia, quien destacó la importancia de descubrir que, aunque existen diferencias culturales, los niños de diferentes orígenes responden al sufrimiento de manera empática, lo que amplía la comprensión de la empatía en un contexto global.
Asimismo, advirtió que la mayoría de las investigaciones anteriores se enfocaron en Europa y América del Norte, dejando de lado contextos culturales diversos.
El estudio también identifica diferencias sutiles entre culturas: bebés británicos mostraban consuelo antes de escuchar verbalizaciones de dolor, mientras que los ugandeses lo hacían tras recibir señales auditivas. Estos hallazgos subrayan la importancia de una perspectiva más inclusiva en la investigación sobre el desarrollo emocional humano.
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