Momi Giardina, de bailarina de ShowMatch a fenómeno en las redes: “Esto nació a raíz de no tener laburo”

“No me interesa la fama ni estar en la tele por estar. Me interesa trabajar de lo que realmente me apasiona” asegura la actriz que protagoniza Cualquier cosa te llamamos y la rompe en Instagram y Tik Tok

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La actriz y su suceso en las redes

“Cualquier cosa te llamamos”. ¿Quién no escuchó esa frase después de una prueba de trabajo? Esa puñalada disfrazada de formalidad, esa falsa ilusión que retumba en el cuerpo y en el alma hasta que se desvanece con el correr de los días para volverse un recuerdo amargo y frustrante, que se repetirá una y otra vez. Tantas veces la escuchó Momi Giardina que se propuso escribir su propio destino para combatir de una vez por todas la inestabilidad laboral que transitan los actores. Y a sus 40 años, después de un largo recorrido multitasking en ShowMatch y una explosión en las redes sociales a partir de la cuarentena, brilla y agota entradas en el teatro Picadero con su unipersonal llamado… Cualquier cosa te llamamos, que no es otra cosa que llevar al papel y a las tablas una historia como tantas, llena de tropiezos y enseñanzas, por los que el disfrute cuando llegan los aplausos se valora mucho más.

“Nunca imaginé este éxito”, dice Romina al principio de la charla con Teleshow. De hecho, dudó en aceptar cuando se lo propusieron y ahora agota entradas, gira por el país y proyecta actuaciones en España. Claro está que confiaba en sus condiciones: no era una influencer advenediza, de esas que abundan en las redes sociales, sino que contaba con un bagaje en la academia y en las tablas, como actriz y bailarina. Imaginarse a ella sola en la inmensidad del escenario le daba vértigo, pero esta vez la decisión estaba de su lado. Nadie le podía a decir “cualquier cosa te llamamos” más que ella misma. Y se animó a dar el salto.

En la obra que escribió con Santiago Talledo, Momi le pierde el respeto a la palabra fracaso y, más aún, se atreve e invita a transitarlo. A discutirlo. A hacerle frente para entender los motivos y volverlo una fortaleza. Algo que aplicó tanto en su vida laboral como en la personal, donde pudo construir una relación adulta y madura con el padre de su hija Julieta, quien a sus 18 años es su gran compinche en la aventura de las redes sociales. Y que supo esperar pacientemente su tiempo, sin forzar las situaciones ni abandonar ante el primer contratiempo, hasta que comprendió que era momento de llevar adelante el gran sueño de su vida. Pero para eso, tuvo que recorrer un largo camino que nos invita a desandar para comprender de dónde viene.

Momi Giardina y su hija Julieta son furor en las redes sociales (Instagram)

—¿Cómo fueron tus primeros pasos en aquel ShowMatch de los 40 puntos de rating? ¿Había mucha competencia dentro del staff de bailarinas?

—En el primer grupo, cero, que fue el que más duró y con quiénes seguimos siendo amigas hasta el día de hoy. Después se empezaron a meter otras chicas, algunas eran modelos y se puso un poco más picante.

—Me vas a decir que no hay codazos por quien está adelante, quien está cerca de Marcelo en el plano….

—Siempre hay secretitos. Si ves que no salís en el monitor, es como que hacés caderita, caderita, chocás y te acomodás un poquito. Pero nosotras siempre fuimos como un emoticón, un adorno.

—Pero me imagino que uno ahí también busca su lugar y no está mal querer destacarse.

—No todas tenían esa ambición que tenía yo de actuar. Yo como bailarina no era buena, estudié en la escuela de Julio Bocca, pero me formé para ser una actriz que puede cantar y bailar. No tenía una técnica muy depurada.

La también bailarina recuerda su experiencia en el programa de Marcelo Tinelli

—¿Qué otras cosas hiciste en el programa?

ShowMatch fue una escuela para mí. Entré muy chica y pasé por todos los lugares: fui bailarina 12 años, fui coach y me tocó el equipo con Alberto Samid; trabajé en cámaras ocultas y me divertí muchísimo mirando el detrás de escena y hasta iba a hacer el personaje de Juliana Awada, que finalmente no salió por una cuestión más política que otra cosa.

—¿Qué pasó con el personaje?

—No sé. Yo laburé tres meses, estuve internada mirando videos de Juliana, porque encima no es un personaje que sea muy histriónico. Ella es muy correcta, entonces tenía que ser muy minuciosa a la hora de buscar cosas para encontrarle humor. Y cuando estaba con la máscara ahí, a punto de salir, viene un productor y me dice que no. En ShowMatch suele pasar eso: quizás tiene que ver con cosas del rating o de la falta de tiempo. Pero acá suponemos que hubo un tema político, es una suposición más que una certeza. Igual, con el tiempo entiendo que fue mejor y que por algo pasan las cosas.

—”Cualquier cosa te llamamos” fue ese día.

—Sí. Igual estaba muy parecida, eh (risas).

La génesis de lo que terminaría siendo un suceso en Instagram

Si ShowMatch fue una escuela para Momi, las redes sociales fueron una universidad. O un terciario exprés y a distancia, propio de los tiempos que corren. Se propuso explorar ese universo al quedarse sin trabajo y empezaron a fluir los personajes. Mica, una actriz fracasada. Momidance, una sátira al ambiente del baile. El boca a boca –el click a click- no se detuvo y se salió definitivamente de control cuando Lali Espósito replicó uno de sus videos: “Yo no la conozco, se copó y lo compartió. Y ahí empecé a crecer”, recuerda Giardina con gratitud y sorpresa ante el inesperado respaldo.

—¿Cómo nace tu personaje en las redes?

Mi personaje en las redes nace a raíz de no tener laburo. Cuando yo corto y no laburo más en la productora, también fue medio por decisión mía y decir: “Bueno, quiero enfocarme a hacer esto”.

—Fue exponencial ese crecimiento.

—Sí, Tik Tok lo abrí en pandemia y fue como un millón, automáticamente. Y a raíz de eso empecé a crecer mucho en la cuenta de Instagram. Vi que el humor pasa un poco por lo cotidiano, por la identificación con cosas que les pasan a las madres, las abuelas, y hacer un poco de sátira a esto de las influs y lo que vemos en las redes sociales. Me puse a imitar, y muchas famosas me pidieron que las imite.

—¿Quiénes?

—La China Suárez, por ejemplo. Porque venía gastando a todas y a ella no la había hecho. Pero igual era algo espontáneo, miraba su historia y automáticamente copiaba lo que ella hacía en ese momento, no es que me decís: “Haceme a la China”, y la hago.

—Más allá de tu capacidad de reírte de vos misma, no deja de ser un lugar de mucha exposición. Y en tu caso, que venías de otro palo, es salir también de la zona de confort.

—Totalmente. La primera vez que subí un video dije: “¡¿Qué estoy haciendo?! La gente va a pensar ‘¿qué le pasó a esta piba?’”. Y después empecé a entender que funcionaba y que era parte de mi trabajo. Lo que sí me daba vergüenza al principio era mostrar mi vida, entonces siempre hacía personajes, porque detrás de un personaje uno se puede escudar con cualquier cosa. Y ahora me relajé, porque aprendí que cuanto más real y genuina te muestres en las redes, más público atrae. Además, lleva mucho laburo armar personajes.

—Es un laburo, hay una cantidad de contenido que generar, hay que mantener la atención de la gente…

Y te genera una situación de ansiedad, sobre todo Instagram, de ver cuántas visualizaciones tenés. Es muy competitivo. No es muy sano que digamos estar tan pendiente. Por eso también el teatro hizo que relajara un poco desde ese lugar y disfrutarme actriz arriba de un escenario, que es lo que más me gusta.

—¿Qué fue lo más disparatado que te han propuesto?

—Y... me tocó hacer un limpiador de inodoros que el gatillo sonaba raro, era muy gracioso.

—¿Hay algo a lo que digas que no?

—Sí. Digo que no a pastillas para adelgazar, a todo lo que tenga que ver con celulitis y ese tipo de cosas medio fitness. No me gusta comunicar eso, y menos teniendo una hija adolescente. En cambio, lo que sea ama de casa te lo hago todo. No soy muy ama de casa, eh, pero te vendo el producto como la mejor. Igual hay que mechar, porque si subís todo chivo, la gente se aburre. Entonces entretengo, te meto una marca, entretengo, y así va funcionando.

—También todos estamos aprendiendo sobre los límites en redes porque es un mundo muy nuevo.

—Sí, y en mi caso tuve que ponerle límites a mi hija, cuando empiezan a viralizarse los videos, para que esté atenta con lo que se encuentre del otro lado. Entender que detrás de una foto anónima te pueden decir barbaridades, que hay situaciones de acoso y hay que tener mucho cuidado. También lo que siempre le digo a mi hija es que no se tiene que creer ni lo bueno ni lo malo. Y que tiene que escuchar a la gente que está a su alrededor, a su familia y a sus afectos. Nunca creerse que es la mejor, pero tampoco que es un desastre.

—¿A vos te critican mucho?

—Siempre. Pero son muy pocos por suerte, y yo me divierto. De hecho, me resbala, y muchas veces lo comparto. En ese sentido tengo como un efecto teflón. Una ya tiene sus propias inseguridades, mirá si los de afuera me van a generar más inseguridad todavía.

—Si te la bancás sola en un escenario, no te va a afectar lo que se diga en las redes.

—Es muy difícil hacer humor porque es muy subjetivo: lo que a vos te hace reír quizás a mí no. En cambio, en el drama, se tocan temas que automáticamente te sensibilizan. Cuando salí a la primera función me comí el mundo porque es algo que deseé tanto y desde tan chica, que a los 40 años poder estar cumpliendo mi sueño es lo más gratificante. Lo cuento y se me pone la piel de gallina.

—El sueño era este. Ni los 40 puntos de ShowMatch ni la viralización en las redes.

—Siempre fue este. Me han llamado para estar en un montón de programas y a mí no me interesa la fama, no me interesa estar en la tele por estar. Me interesa trabajar de lo que realmente me apasiona y eso es el teatro, es actuar. También grabé una serie el año pasado con Alberto Ajaka y Mónica Antonópulos que se va a estrenar pronto y que es tremenda, donde muestro un color diferente como actriz.

—En otro rol nada que ver.

—Sí, en un color diferente como actriz. Y está buenísimo porque nunca es tarde para nada y no hay que encasillar.

—Se quedó la actriz.

—Sí. Y no se va más, mi amor.

—Me parece súper importante decir que nunca es tarde para buscar los sueños que tenemos.

Nunca es tarde y todo llega cuando tiene que ser. Hay muchos que se quedan a mitad del camino porque es muy ingrata esta profesión. Y yo nunca me cansé de insistir.

—Y algo que dijiste hace un ratito: no tenerle miedo al fracaso.

—No, cero. Vas a resurgir con mucha más fuerza.

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