
Carlos Menditéguy, más conocido como Charlie Menditeguy, leyenda argentina del deporte y la alta sociedad, es recordado tanto por sus hazañas en múltiples disciplinas como por su fama de playboy y millonario. Su nombre volvió a resonar tras la muerte de Brigitte Bardot, la icónica actriz francesa, al evocarse el legendario romance que entrelazó el mundo del deporte argentino con el glamour internacional y marcó el cierre de la carrera de Menditeguy en la Fórmula 1.
Nacido el 10 de agosto de 1915, Menditeguy formaba parte de una familia perteneciente a la elite tradicional porteña. Desde su juventud, se destacó por un talento excepcional en distintos deportes: fue 10 de hándicap en polo y ganó cinco veces el Abierto de Palermo, integrando equipos míticos como El Trébol. Alcanzó el sexto puesto en el ranking nacional de tenis, y se consagró en automovilismo con victorias en Turismo Carretera (TC) y un podio en Fórmula 1. Además, logró convertirse en scratch de golf en tiempo récord a partir de una apuesta entre miembros de la alta sociedad marplatense, entrenando hasta alcanzar el objetivo. Es el único deportista en la historia de la revista El Gráfico en protagonizar tapas por dos disciplinas diferentes: como polista y como piloto.

Su desarrollo deportivo estuvo vinculado a la visión amateur de la elite de su época; para Menditéguy, la competencia era un medio de auto-superación, no de lucro. Esta perspectiva lo llevó a vivir el automovilismo con particular pasión, probando suerte en la categoría más popular de Argentina y sufriendo también sus mayores decepciones. Juan Manuel Fangio, amigo y referente, llegó a decir: “Menditéguy podría haber sido campeón del mundo si se lo hubiera propuesto”. El propio Menditéguy reconocía que solo se sintió superado por Fangio, a quien consideraba inalcanzable como piloto.
El historial del “Charly” Menditéguy incluye episodios de destreza y fatalidad, como el grave accidente en Sebring en 1957, o el Gran Premio de 1963, cuando una avería a apenas 16 kilómetros de la meta lo privó de la victoria y lo llevó a ordenar que incendiaran su propio automóvil, símbolo de su resignación. A pesar de su éxito, nunca se convirtió en ídolo popular del TC, debido a su carácter fuerte y altanero, aunque siempre tuvo prestigio en los círculos deportivos.

Por fuera de las canchas y circuitos, Menditéguy cultivó una imagen de bon vivant y playboy. Su estilo distinguido, el bigote milimétricamente recortado y la ropa hecha a medida lo convertían en figura reconocible en los ambientes exclusivos. Espacios de apuestas, desafíos entre herederos y anécdotas de conquistas amorosas rodeaban su nombre; durante años se rumorearon vínculos con actrices y miembros de la realeza, si bien ningún episodio alcanzó la notoriedad de su relación con Brigitte Bardot.
El encuentro con Bardot ocurrió en tiempos en que Montecarlo era epicentro de la alta sociedad y la cultura automovilística. Una tarde, la joven estrella francesa, de 22 años, visitó los boxes de Fangio acompañada por su representante. Bardot invitó al campeón a cenar, pero este rehusó y la presentó a Menditéguy. La cena derivó en varios días de travesía por Saint-Tropez y la Costa Azul. La ausencia de Menditéguy en las prácticas y la carrera provocó su expulsión del equipo Maseratti y significó el abrupto fin de su paso por la Fórmula 1. Menditéguy resumió el episodio ante las críticas: “No era una oportunidad para desaprovechar”.

Esa historia alimentó su fama de playboy argentino y lo proyectó internacionalmente, sumándose a una serie de rumores sobre vínculos con figuras como Ava Gardner o miembros de la realeza europea.
Tras retirarse del polo y del automovilismo, se dedicó junto a su hermano a la cría de caballos de pura sangre, cosechando logros en el turf argentino. También fue un destacado jugador de paleta, billar y boxeador amateur. Receloso de los medios, su figura siguió siendo evocada en cafés y círculos de prensa. Falleció el 27 de abril de 1973, a los 58 años, como consecuencia de enfermedades asociadas a la edad y a secuelas de accidentes sufridos en competencia.
La conexión con Brigitte Bardot, traída nuevamente a la memoria por su fallecimiento a los 91 años, recuerda el peso de una vida que revolucionó tanto el arte como la cultura occidental. Nacida en 1934 en París, Bardot irrumpió en la escena global en 1956 con la película Y Dios creó a la mujer, revolucionando la forma de abordar la sexualidad y la autonomía femenina. Protagonizó más de 45 filmes, trabajó con directores emblemáticos como Jean-Luc Godard y Louis Malle, y grabó más de 70 canciones. Su estilo personal dejó huella y renovó los cánones estéticos y culturales de la época.
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