Campi recordó el día que con Diego Capusotto y Fabio Alberti actuaron en un colegio de curas: “Nos echaron a los botellazos”

El comediante rememoró en la mesa de Juana Viale una de sus historias más insólitas junto a los humoristas, cuando su humor desató el caos en un evento escolar. La divertida anécdota

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Campi relató una divertida anécdota de sus primeros años como comediante (Video: Almorzando con Juana, Eltrece)

Campi volvió a sorprender en la televisión con una historia que combina caos, humor y el espíritu más puro del under porteño. Durante su visita a Almorzando con Juana (Eltrece), donde minutos antes se había quebrado al hablar de su hija Emma, el humorista terminó adueñándose de la mesa con una anécdota desopilante que dejó a todos entre risas, incredulidad y caras de absoluto desconcierto. El relato involucró a dos figuras de culto del humor argentino: Diego Capusotto y Fabio Alberti, compañeros de aventuras en aquellos años salvajes donde cualquier cosa podía pasar.

Todo comenzó cuando Campi recordó que, en la misma época en la que compartía escenarios con ambos en el circuito alternativo, lo habían contratado para actuar en un lugar que él identifica como El Pozo Voluptuoso, un mítico sótano ubicado en Palermo, cuyo dueño era el recordado comediante Carlos Parrilla. Allí solían presentarse artistas como Atilio Veronelli, Horacio Fontova, músicos experimentales y más humoristas que hoy son referentes del absurdo. Era un espacio oscuro, intenso y totalmente impredecible, donde él hacía un unipersonal que incluía a un personaje que “vendía los órganos de su hija”, según describió entre risas de la mesa.

La actuación de Campi en
La actuación de Campi en un colegio católico terminó en escándalo tras una insólita performance de poesía con vocales

En una de esas noches, un grupo de alumnos de un colegio católico lo vio actuar y decidió contratarlo para un evento institucional. Campi, sorprendido, intentó advertirles sobre el tipo de espectáculo que realizaba. “¿Ustedes saben lo que hago yo?”, contó que les dijo. Pero los estudiantes insistieron: “Sí, sí, es para los chicos nomás”. Nada parecía demasiado extraño… hasta que supo que también habían convocado al Mago Merpin, conocido por rutinas que incluían tiros falsos, sangre y escenas que rozaban lo grotesco. “¿Cómo vamos a ir con Merpin? ¡Tiraba sangre en la cara!”, comentó sin poder contener la risa. Pero ya les habían pagado: 10 mil pesos cada uno, una suma enorme para aquel entonces. Y, como remarcó el comediante, “la plata no se devuelve”.

Al llegar al colegio, entraron en un escenario que parecía sacado de otra película: pasillos llenos de chicos corriendo, monjas, curas y un sótano improvisado como sala de espectáculos. “Era todo muy raro”, recordó. Pero, fieles a la lógica del under, decidieron seguir adelante. Campi salió primero con su personaje, intentando sostener el clima ante un público que claramente no esperaba ese tipo de humor.

Y fue entonces cuando la situación se descontroló por completo. En medio de su función aparecieron Capusotto y Alberti, que habían ido a ver cómo les iba. Con su estilo inconfundible, les preguntaron si podían “probar un monólogo”. Campi les advirtió que “no daba para ese lugar”, pero ellos insistieron. Y subieron.

Diego Capusotto y Fabio Alberti
Diego Capusotto y Fabio Alberti sorprendieron al público escolar con un monólogo absurdo que desató la furia de estudiantes y curas

Ahí comenzó una performance tan absurda como inolvidable: una poesía compuesta únicamente por vocales. Primero la A, luego la E, y así sucesivamente. Cada segmento duraba varios minutos. El público, desconcertado, fue perdiendo la paciencia. Y cuando llegó el turno de la I, todo estalló. “Nos empezaron a tirar botellazos. En la I, no llegamos a la O”, relató Campi, haciendo que toda la mesa estallara en carcajadas.

Según contó, los botellazos no venían solo de los estudiantes: los curas también habían perdido la calma ante aquel espectáculo incomprensible para un colegio católico. La escena terminó con Campi, Capusotto, Alberti y Merpin escapando por los pasillos del establecimiento como si fueran protagonistas de una película de humor absurdo. “Era el under, qué sé yo”, cerró el comediante, que se prepara para protagonizar el musical Papá por siempre basado en la famosa película que protagonizó Robin Williams en 1993, al recordar una época marcada por lo imprevisible, por la falta absoluta de filtro y por la posibilidad de que cualquier presentación terminara en un momento épico o en un caos total.