La tragedia de Carlos Parrilla, el humorista que pasó de provocar la risa a generar el dolor más profundo

Esta semana se cumplen 29 años de la muerte del artista que supo brillar en el programa de Antonio Gasalla. Atilio Veronelli y Georgina Barbarossa lo recuerdan con Teleshow

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El 13 de octubre de 1992, Carlos Parrilla se quitó la vida; dos días después hubiera cumplido 30 años (Fotos: gentileza Atilio Veronelli)
El 13 de octubre de 1992, Carlos Parrilla se quitó la vida; dos días después hubiera cumplido 30 años (Fotos: gentileza Atilio Veronelli)

Querido, talentoso, joven, con propuestas laborales más que interesantes y un humor único, Carlos Parrilla era uno de los humoristas del momento. Sin embargo, algo se rompió dentro de ese hombre que lograba sacarle carcajadas a todos. De afuera parecía transitar un presente luminoso, pero la oscuridad lo acechaba hasta que finalmente lo atrapó. El 13 de octubre de 1992 las redacciones se conmovieron ante una noticia que resultaba inexplicable: el actor se suicidó arrojándose del noveno piso del edificio en el que vivía. Faltaban apenas dos días para que cumpliera 30 años.

Parrilla contaba que decidió ser actor como segunda opción. En su casa anunció que quería ser marinero, pero su mamá le replicó que en su familia no tenían barco ni pensaban tenerlo, así que mejor pensar en otra cosa. Sin posibilidad de navegar, a los 15 años se anotó en un curso de actuación y, aunque no era marinero, lograba que todos se ahogaran... de la risa. No solo conseguía divertir a su familia, sino también a compañeros, a profesores y hasta al ordenanza que se acercaba a verlo, atraído por las carcajadas.

Cuando terminó el secundario, y como todos le aseguraban que “ser actor no es una carrera”, se anotó primero en Medicina y luego en Psicología. Al año abandonó y se pasó a Letras. Las carreras universitarias cambiaban pero su pasión por la actuación seguía: comenzó a estudiar teatro con Carlos de Urquiza.

Carlos Parrilla y Atilio Veronelli se conocieron en el circuito off
Carlos Parrilla y Atilio Veronelli se conocieron en el circuito off

Alentado por su profesor, se lanzó a realizar espectáculos de café concert. Su primera presentación se llamó Humor a la Parrilla y era un unipersonal en donde mezclaba textos de Roberto Fontanarrosa con otros propios con las noticias del día. Solía engancharse hablando con el público tanto que se olvidaba que el lugar debía cerrar; más de una vez los técnicos lo amenazaron con que se bajara del escenario, o lo bajaban...

Para ese tiempo y con 20 años comenzó a dar clases de teatro. La actriz Maricel Álvarez fue una de sus alumnas. “Era uno de esos profesores que valoraba la formación y alentaba a que nos formáramos. Al año de estudiar con él, me echó. Me dijo: ‘Usted vaya a estudiar teatro en serio’”. Como Maricel estudiaba Letras, le advirtió que “no cometiera el error de recibirse”.

Sus alumnos lo adoraban porque no solo era un docente comprometido y apasionado, sino también un tipo con mucho carisma, siempre con las pilas puestas y una capacidad única para levantar el ánimo de todos. Era simpático y gracioso, pero sin ser cargoso, nada que ver con tanto famosillo agradable a primera vista pero que a segundas ya sacan ego máximo y empatía mínima.

Fue en 1988 que Parrilla conoció a Atilio Veronelli. El actor, humorista y director teatral lo recuerda para Teleshow. “El dueño de El Pozo Voluptuoso, un local de Palermo, me preguntó si quería trabajar ahí, acepté y en el horario posterior estaba siempre Carlos. Era a la gorra y a mi espectáculo venían 10 personas y al de él, 15, porque invitaba a sus alumnos”, recuerda con humor.

“Nos hicimos amigos. Un día me preguntó si conocía a (Antonio) Gasalla, le contesté que sí, me insistió e insistió para que lo llamara, hasta que lo hice. Terminamos tomando un té los tres en la casa de Antonio y lo invitamos a que nos viniera a ver. Vino, pero no nos dijo nada. A la semana llamó al teatro, nos convocó a su casa y nos contó que estaba armando un elenco para su programa en Canal 7 y que quería que nos sumáramos”. Ese grupo era una Selección de humoristas: además de Parrilla y Veronelli estaban Juana Molina, Daniel Aráoz, Juan Acosta, Luis Maceo y Georgina Barbarossa.

“Al recordarlo, inmediatamente me surge una sonrisa -le cuenta Georgina Barbarossa a Teleshow-. Carlitos era pura alegría, buena onda y reírnos a lo loco. Nos descomponíamos de risa. Nos reuníamos en casa solo para hacer pavadas, no en el escenario... ¡en la vida!”. Era un canto a la alegría por eso su despedida fue tan trágica. Nunca nos imaginamos algo así más de una persona que era pura alegría y amor”. La actriz reconoce que hablar de Parrilla en pasado todavía le resulta muy doloroso: “Saber que no lo tendríamos más en las improvisaciones, en los personajes y locuras que hacía, en todo lo genial que era. Era un creador.”

Carlos Parrilla con el elencazo de "El mundo de Antoni Gasalla"
Carlos Parrilla con el elencazo de "El mundo de Antoni Gasalla"

En El mundo de Gasalla, Parrilla se convirtió en Ortivelli, el preceptor de escuela alcahuete de la directora, y en el pibe Melena, dos de sus personajes más populares. Eran seres callados y sumisos, pero donde el humorista mostraba todo su talento: con gestos mínimos lograba la carcajada. Pasó de ser reconocido solo por sus alumnos a los autógrafos. A la salida del canal o por la calle, lo palmeaban y le gritaban “ídolo”.

De esa época Veronelli, conserva “millones de anécdotas, pero la mayoría son incontables”. Hace una excepción. Carlos tenía mucha confianza en Atilio y le dejó la llave de su casa. “Vivía con una chica con la que yo había tenido cierta onda, así que sabía cosas. Una noche Carlos se había ido a una fiesta y yo estaba con Antonio, con quien solíamos ver algún video, pero esa vez no teníamos nada. Parrilla me había comentado que conservaba una película de Mastroianni, así que fuimos hasta su casa y como yo tenía la llave, entramos”.

La novia de Parrilla sintió ruidos y, entredormida, preguntó qué pasaba pero Veronelli imitó la voz de su amigo y la tranquilizó. Con Antonio tomaron el video y la videocasetera, y fue entonces que se les ocurrió cambiar todos los muebles de lugar. Al día siguiente Parrilla les contó que habían entrado en la casa. Veronelli, disimulando la risa, comenzó a preguntarle si lo estaba acusando a él, ya que contaba con la llave, mientras Gasalla le aseguraba, serio, que “debe haber sido alguno de esos chongos que conocés”. Recién a las dos horas le dijeron la verdad. Parrilla estuvo una semana enojado y la furia recién se le fue con una cena de desagravio.

“Fue el mejor amigo que tuve” finaliza Veronelli y en su voz se nota que Carlos fue de esa gente que cuando se cruza en nuestras vidas se vuelve tan importante que, cuando se van, no dejan una marca sino una cicatriz.

En el verano del 91 a Parrilla le llegó una gran oportunidad. Dejó el equipo de Gasalla para conducir en Canal 9 el programa El ritmo de la tarde, junto a Ricky Maravilla. El ciclo salía desde Mar del Plata y el actor reconocía, entre divertido y asombrado, que había aceptado a cambio de “un contrato por un año y una fortuna”.

Al tiempo recibió un llamado de la Gerencia de Noticias de Canal 13. Lo convocaban para el programa éxito del momento: 3.60 todo para ver.

Carlos Parrilla era muy querido por todos. En la foto con Ana María Giunta (Foto: Facebook)
Carlos Parrilla era muy querido por todos. En la foto con Ana María Giunta (Foto: Facebook)

Aunque en lo profesional al actor no le podía ir mejor, en lo personal había sufrido un duro golpe con la muerte de su papá. Se lo notaba triste, había adelgazado mucho y se sentía cansado. Aunque su estado no era el mejor, gran profesional, viajó a Estados Unidos a realizar notas para 3.60 y se encargó de hacer reír a todo el equipo. Al volver le avisaron que debía viajar a Villa Gesell para cubrir una fiesta local; se negó y explicó que estaba agotado. La producción se asombró porque era la primera vez que desistía de realizar una nota, pero lo entendieron.

La mañana del martes 13 Parrilla se arrojó desde el noveno piso. Las crónicas de ese día cuentan que lo encontró el encargado, que primero avisó a la Policía y luego al actor Arturo Maly que también vivía en ese edificio. “Fui el primero que lo vio en el piso. Todavía estoy shockeado. Nos cruzábamos normalmente como cualquier vecino y nos quedábamos charlando un rato. La última vez que lo vi fue la semana pasada, y estaba bien”, le contaba a los periodistas que se acercaron al lugar.

Atilio Veronelli, Carlitos, Juan Acosta, Jorge Takashima, Claudio Giúdice y Antonio Gasalla "El Mundo de Antonio Gasalla" (Foto: Facebook)
Atilio Veronelli, Carlitos, Juan Acosta, Jorge Takashima, Claudio Giúdice y Antonio Gasalla "El Mundo de Antonio Gasalla" (Foto: Facebook)

En su cuarto los policías encontraron todo en orden pero ni una carta o nota explicando su decisión. Los exámenes médicos confirmaron que en su cuerpo no había rastros de drogas ni alcohol.

A 29 años de su decisión, los mismos que vivió el actor, Veronelli se anima y comparte qué sucedió. “El día que él decidió irse fue el día de mi cumpleaños. Yo cumplo el 13 de octubre y él, el 15, entonces solíamos hacer una fiesta el 14. Nos teníamos que ver luego de un rato largo sin encontrarnos. Sabía que estaba más flaco pero lo atribuí a que trabajaba mucho”.

“Pero no era por eso: le habían dado su diagnóstico de sida, y en ese momento no estaban ni los cócteles ni los tratamientos. Hoy es una enfermedad crónica, pero en ese tiempo era una sentencia de muerte. Y se ve que Carlos no quiso esperarla”.

Carlos Parrilla era un exquisito lector, con una inteligencia y una mirada del mundo muy poco conservadora. (Foto: Facebook)
Carlos Parrilla era un exquisito lector, con una inteligencia y una mirada del mundo muy poco conservadora. (Foto: Facebook)

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