“El peor error de mi vida nació de la ignorancia, de creer que mi valía dependía del aspecto, de mi inseguridad, de la soledad, de la falta del consejo que mis viejos me hubiesen dado”. Meses atrás, una Silvina Luna confesional se prestaba al diálogo más íntimo con Teleshow, recibiendo en su casa al periodista Sebastián Soldano para su sección A Solas. Y lo recibía con un “aquí estoy otra vez, como el Ave Fénix”.
En aquel septiembre de 2022 Silvina acababa de recibir el alta de una internación -que escapó a la rutina de otras tantas- por los 30 días que le valieron los intentos médicos de compensación. “Fue duro y de gran aprendizaje”, decía sobre aquel ingreso en el Hospital Italiano por una microbacteria que puso en jaque el tratamiento habitual. El panorama fue, por lo menos, “alarmante”.
Aquel error del que hablaba Silvina tenía que con la decisión que tomó en 2011, presa de los condicionamientos y exigencias propios de aquellos años: de cara a un regreso al teatro de revistas que “debía ser con todo” -como lo definía entonces- buscó que sus glúteos se vieran mejor. Y creyó que lo resultaba apropiado consultar a Aníbal Lotocki.
La consecuencia: hipercalcemia e insuficiencia renal, saldo de la mala praxis por la intervención quirúrgica de Lotocki (condenado por el Tribunal Oral y Correccional N°28 de la Ciudad de Buenos Aires a cuatro años de presión y cinco de inhabilitación para ejercer la medicina), quien le inyectó biopolímeros (polimetil metacrilato) en glúteos y muslos. Un cuadro crónico que cambió la vida de Silvina: necesita hacerse diálisis tres veces por semana para poder filtrar la sangre, ya que sus riñones ya no pueden desarrollar esa función. La única alternativa para mejorar su salud y desarrollar una vida normal es recibir un trasplante de riñón.
“Durante muchos años viajé, aprendí y visité médicos hasta descubrir que existe uno en Colombia dedicado al estudio de este tema que mata a miles de personas alrededor del mundo”, explicaba en la entrevista, compartiendo la certeza de ir en “buen camino”, con la esperanza puesta en los avances de la ciencia. Claro que también está la búsqueda personal: El poder de la hora (el libro de Eckhart Tolle) marcó el punto de inicio de su camino espiritual en el que encontraría luego El Arte de Vivir, la biodescodificación, la terapia de constelaciones, el budismo y el Mantra Hare Krishna, la lectura de la Kabbalah, entre otras tantas experiencias.

Hoy, y luego de dos años de formación, Silvina es coach ontológica: desarrolló las “herramientas para acompañar a otras personas en espacios de autoobservación, para conocerse y detectar todas esas otras posibilidades de acción en sus vidas”. Y ella dice haber “vivido 100 y, de todas, aprendido”. Eso es la espiritualidad para ella. “Conexión con uno mismo. La escucha de nuestra voz interna. Mucho más allá de los condicionamientos, las exigencias y los deberíamos con los que llegamos a adultos. Y con consciencia de que podemos conectar con algo mucho más grande”.
Silvina confesaba que la maternidad era “un deseo que reapareció fuerte en este último tiempo”. “Quiero ser mamá, definitivamente. Y estoy moviendo energías en esa dirección, explorando posibilidades y caminos. Después de todo, y de la insuficiencia renal, no podría gestar al bebé por lo que debería subrogar un vientre. Por otro lado tengo poquitos óvulos, de cuando era más chica. Y entonces, de momento, evalúo las chances para darle forma a ese anhelo”. Y se ilusionaba: “De algún modo voy a conseguir ser mamá. Es una experiencia por la que voy a jugarme”.
“Hacerte cargo de eso que hiciste, de tu propia historia, del por qué vivo lo que estoy viviendo, te quita del lugar de víctima o de padeciente. Eso te da poder. Y yo me empoderé -destacaba en aquella entrevista, al explicar que si el aparente ensañamiento de la vida durante los últimos 15 años no ha logrado convertirla en una mujer resentida o enojada, no había sido por una cuestión de suerte-. Cada mañana decido de qué manera seguir con todo esto desde la aceptación. Porque uno sana recién cuando se acepta”. Y en cada amanecer, eligiendo de qué modo vive “el día a día”.
“Tengo que tomar medicación diaria para estar mejor físicamente, pero no es más que una condición de la que debo ocuparme sin dejar de crear mi mejor realidad”. Una realidad que cambió una vez y para siempre llevándose puestos algunos hábitos, pautas, idiosincrasia y una gran cantidad de tiempo. “La enfermedad me abrió a un universo de muchas Silvinas, de guías, de referentes, de experiencias y de opciones para conocerse y observarse que hoy puedo compartir con otras tantas personas que puedan estar atravesando historias parecidas a las mías”.
Y en aquel encuentro con Teleshow, Silvina concluía: “Le di la vuelta a la enfermedad al punto de deberle la felicidad que hoy siento al inspirar con mi experiencia a todos esos que estén pasado por lo mismo”.
En estas horas Silvina Luna se encuentra internada en la terapia intensiva del Hospital Italiano, sedada y con respirador. “Intentaron extubarla pero está muy débil”, informó el doctor Guillermo Capuya, al tiempo que los famosos iniciaron una cadena de oración para pedir por su pronta recuperación.
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