“Primero que nada, quiero pedir perdón a la familia de Fernando porque nunca quise que esto pasara. Nunca tuve ningún plan ni intención de matar a nadie. Todos los días lo pienso, todos los días estoy arrepentido de lo que pasó. Ojalá pudiera volver el tiempo atrás, pero ya no se puede. Pero quiero dejar en claro que nunca quise matar a nadie”, fueron las últimas palabras de Matías Benicelli antes de que se conociera la sentencia del Tribunal Oral en lo Criminal N°1 de Dolores por el crimen de Fernando Báez Sosa. Once días después, los magistrados María Claudia Castro, Christian Rabaia y Emiliano Lázzari lo condenaron a prisión perpetua.
Los jueces llegaron a esa resolución a partir de distintos testimonios, videos y pruebas periciales que tomaron para reconstruir los hechos. Así dieron por probado que Benicelli, junto a Máximo Thomsen, Enzo Comelli y Ciro y Luciano Pertossi, atacaron a golpes a Fernando, lo tumbaron y, aprovechándose del estado de indefensión de la víctima, continuaron agrediéndolo brutalmente “con claras intenciones de acabar con su vida”.
La agresión duró 50 segundos. En el caso de Benicelli, algunos testigos lo identificaron en medio de la escena gritando y arengando. “A ver si seguís pegando, negro de mierda”, lo escucharon decir. Otro de los 87 testigos que declararon en el debate dijo que lo vio golpeando a los amigos de Fernando y que lo identificó puntualmente por su cabellera: le había llamado la atención su “rodete samurái”.
Por su parte, el empleado de seguridad del boliche Le Brique que lo retiró del lugar tras los incidentes entre ambos grupos de amigos, declaró que Benicelli “estaba muy agresivo”. “Cuando yo llego a donde estaba él, uno de los chicos que se estaba peleando se cae de espalda. Yo lo levanto y veo que uno de camisa blanca (Benicelli) se da vuelta, le pega y cuando le quiere pegar a otro, lo reduzco”, detalló.

La prueba de mayor peso contra Benicelli fue el hallazgo de rastros de sangre de Fernando en su ropa: se detectó el perfil genético de la víctima en dos manchas levantadas de la camisa floreada blanca y del pantalón de jeans azul que vestía esa madrugada del 18 de enero de 2020. Para los jueces, esto “demuestra inequívocamente el contacto directo con el cuerpo de Fernando Báez Sosa y que fue uno de los cinco que formó parte de los actos del ataque mortal”.
Luego de que la Cámara de Casación Penal confirmara la sentencia a la pena máxima que se le había otorgado en un tribunal de Dolores, Benicelli desistió de la representación legal de Hugo Tomei -quien lo había patrocinado en el juicio- y rompió el silencio.
Afirmó que la teoría de Tomei hacía hincapié en no hablar para no entorpecer la situación de los demás jóvenes, ya que se podría dar lugar a contradicciones. En esa línea, dijo que la determinación del letrado de no dejarlos declarar no representó sus intereses individuales y lo privó de dar explicaciones.
Benicelli, encerrado en el penal de Melchor Romero, contrató un nuevo abogado, Carlos Attías, y apeló el fallo ante la Suprema Corte de Justicia bonaerense. “Por entender que por la defensa ineficaz de mis derechos y garantías procesales, he sido condenado injustamente por un hecho que no cometí”, argumentó.
A través de un escrito de cinco páginas, amplió sobre su situación ante la Sala II del Tribunal de Casación Penal bonaerense, integrado por los jueces María Florencia Budiño y Fernando Mancini Hebeca.
“Entiendo desde mi perspectiva de imputado, sin menoscabar las condiciones técnicas del doctor Hugo Tomei, que al conglobar la defensa del conjunto de imputados generó un conflicto de intereses personales que conculcó mi derecho de defensa en juicio. Señalo en paralelo que, ni el suscripto ni mis familiares sufragamos honorarios por los servicios brindados por el mencionado letrado, sino que fuimos persuadidos para designarlo para mi defensa técnica, a fin de no entorpecer la defensa de otros coimputados”, dijo sobre Tomei.
El joven aseguró que tuvo una defensa “ineficaz”. “A modo de ejemplo, pongo en conocimiento del tribunal que nunca tuve noticias de que existían salpicaduras hemáticas en mi indumentaria que pertenecerían a Fernando. Al enterarme de ello, durante una audiencia, expresé mi voluntad de declarar para explicar esa contaminación, pero mi defensa técnica se opuso para no comprometer la situación de mis consortes de causa”, explicó.
También aseguró que quiso confrontar las declaraciones de un testigo. Se trata de “quien manifestó que” el condenado “estaba violento” y tuvo que retirarlo del boliche “mediante el uso de la fuerza”. “En verdad, me retiré pacífica y voluntariamente del lugar en su compañía”, aseguró.
Para Benicelli, el crimen fue producto de “una gresca” que terminó “con el trágico resultado de la indeseada muerte de Fernando”.

“Matías, en su hombría de bien, jamás delató ni puso en escena a los homicidas. Jamás habló. Tuve una entrevista con él y puedo jurar por mis hijos que no tuvo ningún tipo de incidencia en el desenlace fatídico del homicidio de Fernando Báez Sosa”, dijo Attías en declaraciones a TN. E insistió: “No habló durante el juicio por expreso pedido de su defensor anterior. Si cada uno hubiera dicho lo que cada uno hizo, seguramente el resultado final hubiera sido otro”.
“La única víctima es Fernando Báez Sosa, y sus padres. Hay daños colaterales y dentro de ellos está Matías Benicelli, que está pagando con una condena por un hecho que no cometió”, agregó el letrado.
Y amplió: “Lo digo porque tanto en el fallo de Casación como en el fallo de Dolores hay horrores, omisiones y arbitrariedades. Por ejemplo, hay cinco testimonios que dan cuenta de que Matías fue parte de quienes propinaron la golpiza. Sin embargo, a las pocas horas de declarar después de ocurrido el homicidio de Fernando cuatro de esos testigos dicen exactamente lo contrario a lo que dijeron en el juicio y lo ponen a Matías en un lugar y en un tiempo opuesto a donde se desarrollaban estos hechos”.
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