
La jornada 33 del juicio por el crimen de María Marta García Belsunce continuó con las declaraciones de testigos convocados por la defensa. Entre ellos, este viernes se presentó Diego Rivero, uno de los ex empleados de la empresa Cazadores que se ocupaban de la seguridad de Carmel. Y al tomar la palabra, contó un encuentro que mantuvieron en el country los tres imputados, Nicolás Pachelo, Norberto Glennon y José Ortiz, tiempo después del asesinato.
“Una vez fui la guardia (del barrio privado) a buscar un handy y justo llegaba Pachelo y lo vi con Ortiz y Glennon. Los tres se saludaban. Era como que estaban haciendo un chiste y se reían”, recordó Rivero, que actualmente trabaja como chofer privado. “Eso fue en diciembre o enero, antes de que me vaya (del trabajo)”, agregó sin dar más precisiones sobre la fecha.
El testigo contó que empezó a trabajar en Carmel la semana previa al crimen de María Marta y se mantuvo hasta febrero de 2003. En su caso, le tocaba ocupar el turno noche, de 19 a 7, y vigilaba el puesto 5, que estaba situado cerca de la casa de Pachelo. La ubicación no era casual: los vigiladores tenían la misión de seguir cada movimiento que hiciera el imputado fuera de la vivienda.
“La vigilancia especial era por el tema de los robos. Cuando entré a trabajar me habían avisado que tenga cuidado porque Pachelo había robado palos del golf”, dijo. Aunque a veces no bastaba: “Como sabía que lo seguían, él se escondía entre las casas o apagaba las luces del auto y lo perdíamos”.
El puesto de vigilancia, aclaró el testigo, daba hacia un lateral de la casa y desde allí se podía observar si alguien salía por el frente, pero no desde el fondo: “Si salía en el auto, sí se lo podía ver (a Pachelo); si salía por atrás, por la cancha de golf, no”.
Sobre el día del homicidio, recordó que aquel domingo 27 de octubre del 2002 ingresó al country a las 18.15 y llegó al puesto 5 media hora después. “De ese día recuerdo que a la noche en la casa de Pachelo estaba prendida la tele, con Fútbol de Primera, pero no había movimientos”.

Según su relato, durante su guardia no hubo modulaciones que notificaran ingresos o egresos del acusado. Esto se contrapone con los testimonios de dos empleados de una estación de servicio que dicen haber hablado con el ex vecino de Carmel entre las 6 y las 7 de la mañana del día siguiente al homicidio.
Rivero, además, corroboró que aquella tarde, al ingresar a su trabajo, vio los dos vehículos de Pachelo estacionados en su vivienda, un Fiat Siena color rojo y una camioneta Ranger gris oscuro. Lo hizo después de algunas dudas y de que los fiscales le hicieran recordar una declaración suya calidad de testigo que había dado en 2007. Hoy reconoció su firma en el expediente y suscribió aquellos dichos: “Es así”, sentenció.
Luego recordó un comentario que le hizo Ortiz: “Me dijo que ‘la hizo bien Pachelo’ porque había salido sin pasar la tarjeta”. De ese modo, no quedó registrada una salida del imputado, que igualmente se registraba por las cámaras de seguridad. “Pero creo que las filmaciones duraban 30 días y se borraban”, señaló. Sobre Ortiz y Glennon, además, aseguró que “era sabido que si había una ventana abierta de una casa, ellos robaban”.
Antes de Rivero, había declarado otro ex vigilador, Ramón Acosta, pero su testimonio no aportó demasiado dado que respondió mayormente que “hoy” no recordaba sobre lo que había visto y sucedido aquel 27 de octubre. Su actitud fue tan repetitiva que exasperó a la parte acusatoria.
El foco sobre la seguridad de Carmel
Los defensores de Pachelo tienen como estrategia instalar en el juicio la duda sobre que un externo al country pudo haber cometido el asesinato. De hecho, el propio acusado refirió a esta hipótesis en una entrevista con Infobae: “Hay informes de la seguridad del día del hecho y los previos de que había tres sectores, tres franjas cada una de 50 a 100 metros, del perímetro que no funcionaba la alarma, como tampoco una cámara”.
En ese marco, este viernes también se presentaron los periodistas Carlos Strione y Pablo Fernández. La defensa los convocó con el objetivo de afianzar la hipótesis de que se podía ingresar de manera intrusiva al barrio privado: es que, cubriendo el caso luego de que se descubriera que María Marta había sido asesinada, ambos mostraron por televisión una falla en el cerco perimetral de Carmel.
“Nos llegó un video, no recuerdo de dónde, y nos hicieron notar que un costado del alambrado no llegaba al final, que había una abertura”, recordó Strione, quien atravesó por ese hueco e ingresó al country, tal como se vio en el informe que se observó por Canal 9. El testigo dijo que aquella vez no sonó ninguna alarma.

Fernández dijo que esa “modificación o alteración” le “llamó poderosamente la atención”. Los periodistas confirmaron que correspondía al alambrado que rodeaba al lugar, aunque ninguno pudo ubicar el lugar exacto donde se hallaba esa vulnerabilidad de la seguridad. Lo evidente por las imágenes es que del otro lado había pastizales y no se alcanzaba a ver alguna vivienda.
Strione, además, dijo que consultó con vecinos y vigiladores del lugar sobre si tenían conocimiento de que alguien se metiera por allí alguna vez. “Con las personas que hablé, me dijeron que nunca”, contó.
El informe periodístico se dio en los siguientes dos o tres meses después del 2 de diciembre de 2002, cuando se supo que María Marta había sido asesinada. Se desconoce si esa falla estaba al momento o antes del homicidio.
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