Una camioneta del ’81, amor al prójimo y las historias de 119 viajes solidarios por la Ruta 23

Desde 2011, cuando ideó Viajes Solidarios Bariloche, Marcelo Bearzi encabeza los recorridos para llevar ayuda a las zonas más inhóspitas de Río Negro. Un legado familiar, el deseo de “contagiar” y el compromiso con quienes más lo necesita. Cómo fue repartir donaciones en plena pandemia

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La camioneta de los 119 viajes solidarios que recorre la Ruta 23, en Río Negro.
La camioneta de los 119 viajes solidarios que recorre la Ruta 23, en Río Negro.

En junio de 2011, la ciudad de San Carlos de Bariloche fue afectada por la caída de cenizas volcánicas que cruzaban la cordillera. Ese fenómeno, llevó a emitir una alerta roja de grado 5 por la entrada en erupción del cordón volcánico Puyehue-Caulle, en Chile, a 45 kilómetros de Villa La Angostura.

Ante esa noticia, Marcelo Bearzi (59) supo que tenía que poner en marcha su camioneta F100 e ir a ayudar. “Cuando nos enteramos de que había que llevar alimentos a Villa La Angostura, con mi mujer, Susana Alegría, y un grupo de amigos decidimos colaborar e hicimos dos viajes a la zona afectada. Después seguimos yendo, siempre por la Línea Sur de Río Negro, sobre la Ruta 23, que es la que atraviesa toda la provincia”, cuenta el hombre, de profesión cocinero, a Infobae.

“En esa zona —sigue su relato— hay muchos parajes, muchas escuelas rurales y es de campo inhóspito. Cuando empezamos con los viajes, los vecinos que se enteraron lo que estábamos haciendo comenzaron a entregarnos donaciones para repartirlas entre los más necesitados. Y cuando lo hacíamos tomábamos fotos de ese intercambio para que esa gente que donaba pudiera ver que sus donaciones llegaban a destino”.

En el plural, Marcelo se refiere al grupo de vecinos solidarios “que no tenemos nada que ver con política ni con nada más que la solidaridad”, aclara y resume los 9 años que llevan en el camino: “Con Viajes Solidarios Bariloche realizamos el recorrido número 119 el sábado 23 de mayo, siempre con mi querida Ford F100 modelo 81 ¡que no se rompe porque sabe de las buenas acciones que hace!”.

Para colaborar con donaciones puede contactar al grupo en su página de Facebook "Viajes Solidarios Bariloche".
Para colaborar con donaciones puede contactar al grupo en su página de Facebook "Viajes Solidarios Bariloche".

Las primeras donaciones en llegarles, y las que aún se repiten, fueron bolsas con ropa y calzados, también freezers, colchones y computadoras.

En el grupo no son muchas personas, pero son las suficientes para que esta obra siga y se fortalezca: “Estamos en esto con Susana y unos amigos que tienen camionetas que se suman cada vez que hace falta. A veces juntamos tantas donaciones que con mi chata y el trailer no alcanzan”, dice orgulloso, a la vez que cuenta que desde hace un tiempo se apuntó en la Red Solidaria Bariloche. "Hacemos muchas cosas para los merenderos de la ciudad, con el correr del tiempo los conocimos a todos al igual que los centros de abuelos que hay aquí. A todos les llevamos donaciones”.

Cómo son los viajes solidarios

En los 9 años que lleva el proyecto, las voluntades crecieron. “A partir del viaje 50 empezaron a sumarse más personas y hoy hay gente que directamente me avisa que tiene una camioneta 4x4 y la ofrece para ser parte de la entrega de las donaciones”, dice con entusiasmo al dar cuenta del crecimiento de la propuesta nacida de su espíritu solidario, el cual, reconoce, fue heredado de sus padres.

“Cada vez que hago esto recuerdo mucho a mis viejos, que me enseñaron a amar al prójimo... Recuerdo cuando nos llevaban a las villas de Bella Vista, en la provincia de Buenos Aires, para llevar allí donaciones. Yo era chiquito y con mis hermanos siempre mamamos esto: mis viejos se iban a los barrios a entregar alimentos para ayudar a las personas. Creo que me heredaron la solidaridad”, admite emocionado.

Caravana solidaria.
Caravana solidaria.

Tal como lo contó Marcelo, los viajes se iniciaron en 2011 en auxilio de los vecinos de Villa La Angostura afectados por las cenizas. Los que siguieron a esos dos primeros fueron más allá. “Hacemos viajes de un radio que oscila entre los 200 y 250 kilómetros (de ida más la vuelta). Cuando alguien se quiere unir les decimos: ‘¡mirá que viajamos hasta 250 kilómetros!’ ¡y se suman igual! Y el que no puede sumarse pregunta qué hace falta, lo busca y lo lleva a mi casa, que es uno de los puntos de recepción de donaciones. Otros puntos son algunos comercios y la casa de amigos”.

Cuando juntan una buena cantidad de donaciones “para llenar uno o dos camionetas”, dice, “ya nos tenemos que ir de viaje porque no contamos con espacio para acopiar y, además, la idea no retener nada sino entregar inmediatamente”.

En 9 años, arriba de la chata modelo 1981 realizó más de 13 viajes por año, uno cada 33 días. Sobre ruta de ripio, pasando sobre caminos de piedras, tierra e incluso nieve y hielo. “¡Se recibió de 4x4!”, bromea Marcelo y admite que “todos lo que hacemos esto lo hacemos con mucha onda y repito: hay mucha gente que dona, pero quien no tiene para hacerlo o quienes nos ve en la ruta y reconoce la camioneta, porque ya es conocida por hacer los viajes solidarios, se acerca y me dona $ 200 o $500 para que lo invierta en los frenos, por ejemplo. La solidaridad es extraordinaria”, admite el hombre que se mudó a Bariloche en 1980 porque encontró allí “mi lugar en el mundo”.

En 9 años, el grupo “Viajes Solidarios Bariloche” realizó 119 recorridos, a razón de más de 13 por año o de un viaje cada 33 días.

Viajes Solidarios en plena pandemia

Solidaridad en medio de la pandemia. Los viajes 118 y 119 se realizaron siguiendo los protocolos de seguridad requeridos por Nación.
Solidaridad en medio de la pandemia. Los viajes 118 y 119 se realizaron siguiendo los protocolos de seguridad requeridos por Nación.

La llegada del coronavirus al país provocó la cuarentena obligatoria y preventiva. En la ciudad siempre atractiva no se hizo sentir mucho, por eso allí hay un poco más de movilidad que en Buenos Aires, por ejemplo.

“Acá tema cuarentena está medio liberado y la gente sale un poco más. Nosotros tenemos el permiso para salir", cuenta y repasa los dos últimos viajes.

Los viajes 118 y 119, realizados durante la pandemia, llegaron a la Escuela de Manuel Choique y encontraron otro panorama al habitual (y similar al que sucede en otros pueblo del país): la zona estaba cerrada a la circulación y no pudieron realizar las entregas casa por casa, por lo que decidieron dejar los alimentos donados al comisionado, que se encargó de repartirlo entre todas las familias.

En ese pueblo hay familias en situación de vulnerabilidad social que reciben ayuda, pero lo que este grupo de solidarios intenta es, como bien describe Marcelo, “ir al nervio”. “Buscamos llegar a las familias que viven en zonas más alejadas en el sector del campo”. También llegaron a Río Chico —donde debieron dejar las donaciones afuera del pueblo, y el personal policial y el comisionado fueron a recibirlas— y a Las Bayas. El último viaje tuvo como destino Pichileufú Abajo.

Los viajes siguieron con su ritmo porque, aún en el aislamiento, Marcelo tenían el permiso para salir a seguir asistiendo a las personas necesitadas de las donaciones que lleva y que variaron atendiendo a la situación.

Antes de la cuarentena, cada 33 días, Marcelo salía con su camioneta a repartir la donaciones a los parajes más alejados y en un radio de 250 kilómetros de Bariloche.
Antes de la cuarentena, cada 33 días, Marcelo salía con su camioneta a repartir la donaciones a los parajes más alejados y en un radio de 250 kilómetros de Bariloche.

“Ahora hay más donaciones de alimentos no perecederos. Las donaciones que llegan siempre son muchas y variadas: desde cubiertos hasta colchones y computadoras... ¡no podemos decir que no cuando alguien quiere donar! Lo aceptamos porque sabemos que nace de la bondad y después le buscamos la vuelta para ver a dónde llevar esa donación”.

Hace unos meses recibieron una importante dádiva: “Una empresa de la ciudad nos donó mil colchones que llevamos a centros de abuelos y a los merenderos de Bariloche. Fue una movida gigantesca en la que viajamos repartiéndolos por todos lados. Eran usados, pero a la gente de campo le vino muy bien al igual que las mantas y plásticos grandes que usan para tapar las leñas. Nosotros reciclamos mucho. La Fundación Cerca Tuyo, por ejemplo, nos donó guantes de lana también llevamos a los hospitales de la zona”.

El mayor deseo del hombre que ama cocinar para sus seres queridos es “que la solidaridad sea contagiosa”, pide y agradece la ayuda de la Fundación Sí y la Red Solidaria que “nos ayudan siempre” y destaca a quienes siempre donan y aquellos que se abren para recibir las donaciones. “Somos vecinos que solamente queremos darles una mano a otros. Nada más. Algunos vivían el el campo y se mudaron a la ciudad y saben de las necesidades que hay allí", revela sobre aquellas personas que además de juntar ropas buscan frutas caídas de los enormes manzanos para preparar frascos de mermelada de manzana.

“La gente de campo siempre vivió en cuarentena. Hace las actividades de campo desde que nació y están más preparados para enfrentar las cosas porque comen con lo que producen, pero en las ciudades hay muchos barrios muy carenciados y allí son quienes más están padeciendo esto porque hay muy poco trabajo para tanta gente”, asegura.

La población en Bariloche creció mucho, según Marcelo. “Debemos ser 200 mil personas en total y ese crecimiento implica que hay muy poco trabajo respecto al número de habitantes. A eso se suma que en esos barrios no hay asfalto ni cloacas. Yo, de hecho, vivo en un barrio turístico, Playa Bonita, y no tengo cloacas”.

Viajes Solidarios Bariloche es el proyecto de un grupo de vecinos con el deseo de ayudar.
Viajes Solidarios Bariloche es el proyecto de un grupo de vecinos con el deseo de ayudar.

La experiencia que quedará por siempre

"El viaje 50 lo hicimos 46 camionetas en caravana: fuimos todos juntos y en un punto nos separamos para ir a distintos parajes: 22 llegamos a la Línea Sur llevando donaciones. Antes de ese viaje, 17 camionetas fuimos a la casa de un chico con ceguera para arreglarle el techo de la casa en la que vive con sus padres —el papá también tiene problemas de visión y la mamá es epiléptica— le llevamos agua y hubo mucha gente trabajando. Después el gobierno les construyó una casa y nosotros la armamos por dentro con las donaciones recibidas”.

Esa fue la experiencia que lo hizo mirar para atrás y notar no sólo el camino recorrido -el literal y el metafórico-, sino que supo todo lo que un grupo de personas comprometidas pueden lograr. “Se viven experiencias muy emotivas en este grupo y esa, sin dudas, fue una de las más fuertes”, señala.

Respecto a los miembros del grupo, cuenta que “la mayoría de los vecinos que ayudan son de Bariloche, de barrios un poco mejor y de barrios humildes. Y es justamente la gente humilde la que dona mucho porque vivieron en el campo y se quedaron con el recuerdo del lugar. Recuerdo que cuando comenzaron los viajes solidarios muchísima gente que se enteraba que iríamos a esas zonas preparan cosas para que llevemos: pilas, mantas, levadura y todo lo armaban en una caja bien rotulada para que directamente la entreguemos. ¡Claro! ¡Como ellos vivían allá saben qué es lo que se necesitan!”, cuenta.

La gran colaboradora de los 119 viajes solidarios es, sin dudas, su camioneta modelo 1981. “¡Es mi camioneta de toda la vida! Se la compré al padre de un gran amigo amigo, de toda la vida también. Con ella hice todos los catering... ¡Me ha salvado la vida! ¡Toda mi vida pasó por esa camioneta! Hoy estoy invirtiendo en ella porque ya tiene sus años y cada tanto algo se le rompe ¡porque los caminos son tremendos! Pero, además de ser de buena chapa, es como si supiera lo que hace y aunque crucemos piedras, ríos y hielos y nos metamos bien adentro, porque llegamos al nervio en cada paraje y en cada pueblo, no se rompe y podemos llegar hasta donde más se necesita”, finaliza.

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