
La espasticidad es una condición muy frecuente en personas con enfermedades y secuelas neurológicas y, si no es tratada a tiempo, puede impactar notablemente en la calidad de vida de quienes la padecen.
Se trata de un trastorno motor del sistema nervioso, que genera un aumento del tono muscular y que afecta la movilidad de los pacientes. Es una secuela común en las personas que han sufrido un accidente cerebrovascular (ACV), parálisis cerebral, lesiones medulares o con enfermedades como esclerosis múltiple u otras patologías asociadas al sistema nervioso central.
La doctora Mercedes Molinuevo (MN. 92810) y el doctor Gastón Espinet (MN 134778), médicos especialistas en Medicina Física y Rehabilitación y miembros de la Sociedad Argentina de Medicina Física y Rehabilitación (SAMFyR), enumeraron para Infobae los aspectos clave que deben ser considerados sobre esta condición.
1. ¿Qué es la espasticidad?
Es un trastorno motor producido por una lesión en el sistema nervioso central que ocasiona muchas limitaciones al paciente. Se define como un desorden motor caracterizado por un aumento del reflejo tónico de estiramiento que genera un aumento del tono muscular y que afecta la movilidad de quienes lo padecen. Se trata de un trastorno que no tiene cura, es crónico, y tiende a empeorar si no se lo trata correctamente.
2. ¿Cuál es la frecuencia de aparición?
Si bien es desconocida por muchos, la espasticidad es más frecuente de lo que se cree. Puede afectar tanto a niños como a jóvenes, adultos o ancianos, dependiendo de la causa que la origine. Es una condición que afecta por igual a hombres y mujeres.
El porcentaje de aparición depende de la condición que la origina:

-Esclerosis múltiple: 84%
-Encefalopatía crónica no evolutiva (ECNE o PC): 70% a 80%
-Lesiones medulares: 60% a 78%
-ACV (Accidente cerebrovascular): 20% a 30%
-TEC (Traumatismo de cráneo): 13% a 20%
3. ¿Cuál es su impacto en la calidad de vida?
La espasticidad ocasiona pérdida de la capacidad funcional en general. Esto impacta notablemente en la calidad de vida de quienes la padecen, afectando sus rutinas. El trastorno limita a las personas, que comienzan a padecer dificultades motoras: alteraciones para manipular objetos, lograr alcances, vestirse, caminar, higienizarse, entre otras. Además, la espasticidad puede ocasionar mucho dolor.
Más allá de lo físico, esta condición altera también el ritmo del sueño y, en algunos casos, genera síndrome depresivo.

4. ¿Se puede prevenir?
La espasticidad en sí misma no puede prevenirse, pero sí se puede evitar y prevenir la aparición de un ACV o de una lesión medular, por ejemplo. Una vez instaurada la lesión neurológica lo que se puede hacer es evitar que la espasticidad empeore. Por ello es fundamental el diagnóstico precoz del médico fisiatra y el equipo de rehabilitación.
Este diagnóstico permite evitar las complicaciones típicas de esta condición: dolor, deformidades, lesiones de piel, alteraciones en la esfera psicológica e impacto funcional.
5. ¿Se puede tratar?
La espasticidad debe tratarse con un equipo multidisciplinario en el que intervengan médicos fisiatras, neurólogos, kinesiólogos, terapistas ocupacionales y fonoaudiólogos.
Son los médicos neurólogos, los terapistas ocupacionales o los kinesiólogos los que derivan a los pacientes con los médicos fisiatras para el correcto tratamiento de la condición. Éstos evalúan el impacto funcional de la espasticidad y trazan un plan de tratamiento.

Es fundamental que el tratamiento implique distintos abordajes y técnicas, con el objetivo de reducir el impacto de la espasticidad en los pacientes. Puede tratarse con fármacos que actúan como relajantes musculares, infiltraciones con toxina botulínica, que actúan sólo sobre los músculos afectados; yesos seriados, cirugías ortopédicas o neurocirugías.
A su vez, son muy importantes los cuidados posturales luego de una lesión neurológica y las movilizaciones pasivas de las articulaciones afectadas. Además, es necesario que el paciente tenga el equipamiento adecuado (silla de ruedas, férulas, ortesis, entre otros) y que pueda acceder a los tratamientos recomendados en tiempo y forma.
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