Robert Eggers se convirtió en una voz y una perspectiva buscada por los grandes estudios. Luego de La bruja (The VVitch, 2015) , y El faro (The Lighthouse, 2018), El hombre del norte (The Northman, 2022) llega a las salas de cine el 21 de abril como uno de los estrenos más esperados del año. Con esta idea logró un presupuesto mayor al de sus primeras películas y el desafío era mantener su particular y atractivo estilo pese a tener más dinero para concretar el film y apuntar a una mayor cantidad de público.
The Northman resultó una obra brutal en el sentido estricto de la palabra, pero también carnal, asfixiante, placentera y le caben más adjetivos. El nuevo film de Robert Eggers deja como un cuento de niños a las ficciones televisivas tipo Vikingos, por su desarrollo y la profundidad lograda en los personajes. Aquí no hay tanto tiempo, pero sí un excelente uso de los recursos visuales para construir ese deseo de venganza, pero también de desilusión, de rabia e impotencia. La cámara, los tiempos de guion, las actuaciones suman y construyen al concepto general de la película. Y aunque en menor intensidad que en sus primeras obras, el estilo del director se hace palpable e identificable.

Después de presenciar cómo su padre, el rey Aurvandil War Raven (Ethan Hawke), es asesinado a menos del traidor y despiadado tío Fjölnir (Claes Bang), el príncipe Amleth (Alexander Skarsgård) se escapa repitiendo un mantra sagrado: “Te vengaré, padre. Te salvaré, madre. Te mataré, Fjölnir”. Años más tarde regresa como esclavo para concretar su venganza y rescatar a su madre, la reina Gudrún (Nicole Kidman). Con esa simple premisa, El hombre del norte no diría demasiado, pero el motor de esta historia es Eggers y su estilo tan particular, tan contemplativo por momentos y tan visceral por otros, con un manejo de la dirección, montaje y fotografía que enaltece a la historia.
La trama sigue la idea de la venganza en todo momento, luego de una introducción llena de rituales y una densa atmósfera que introduce al espectador espiritualmente en todo lo que veremos en las casi dos horas de metraje. Dividida en capítulos, la premonición, el destino, las tradiciones juegan un papel fundamental para la presentación de la película hasta que comienza el camino hacia la venganza. Allí es donde quizá se vuelve un film más lineal en términos narrativos, más articulada para el cine comercial, sin tanto artilugios como el resto de la filmografía de Eggers, pero sí con una densa presencia de lo que se presentó en el primer acto, más la actuación de Alexander Skarsgård que nunca se va del plan inicial.

El resto del film es el camino de un hombre por cumplir su objetivo. En el medio, el protagonista se cruza con el personaje de Anya Taylor-Joy que hará de su socia, compañera e interés romántico y que funciona muy bien como descanso de tanta brutalidad y feracidad. Pero de todos modos, es un película sobre los deseos más profundos del ser humano. Más adelante ese concepto se expande cuando la historia se vuelve más compleja. Aborda el sufrimiento y el peso de las tradiciones vikingas por un lado y el desmembramiento, la sangre y los asesinatos por el otro.
Excelente uso de la fotografía y la cámara para mostrar los lugares donde sucede esta historia, para crear climas tan únicos como penetrantes, paisajes de Irlanda donde se filmó gran parte de la película. Una epopeya vikinga que se dio todos los gustos desde la realización, ya que contaba con un presupuesto de $90 millones de dólares y un oasis en el circuito comercial de la actualidad.

El elenco principal también funcionó en el tono buscado por el director. Desde la dupla protagonista de Skarsgård y Joy, a Ethan Hawke y la siempre extraordinaria Nicole Kidman en un papel fundamental para el avance de la historia. Comentario y mención especial para las apariciones de Björk en el rol de una vidente, la modelo Ineta Sliuzaite como una valkiria y Willem Defoe como Heimir el Loco, ejecutor de los rituales, pero también una especie de bufón de la realeza, tres de los personajes que complementaron la historia con apariciones claves.
Sin ser la mejor de la filmografía de Eggers, pero sí la más accesible, El hombre del norte construye una historia que hemos visto varias veces (con otros nombres, contextos, etc.), pero la creatividad de su director y el buen uso de la violencia y los rituales vikingos la convierte en una obligada en pantalla grande. Una preciosa historia de venganza, manchada de sangre y llena de brutalidad, sobre los profundos y más irracionales deseos del ser humano.
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