
La experiencia de Mauricio Macri negociando con Donald Trump en Nueva York durante la década de 1980 dejó una huella indeleble en la historia empresarial argentina y en la relación posterior entre ambos líderes. Según relató Macri, el vínculo con Trump, marcado por la competencia y la astucia, se forjó en un contexto de grandes apuestas inmobiliarias y desafíos financieros, y más tarde se reflejó en la actitud favorable del expresidente estadounidense hacia la Argentina durante la gestión presidencial del fundador de PRO.
En una entrevista para Laca Stream, Macri destacó que, pese a la imagen polémica de Trump, su trato con la Argentina fue excepcionalmente positivo en momentos críticos. El exmandatario argentino afirmó: “Cuando yo fui presidente, se portó increíblemente bien. Y ahora evitando la crisis financiera ante la elección, hace muy poco. Así que la verdad que, más allá de que para muchos es un personaje muy controvertido, con la Argentina hasta ahora se ha portado siempre bien.” Esta valoración se suma a la compleja historia de negociaciones que ambos protagonizaron décadas antes.
El origen de este vínculo se remonta a la decisión de Franco Macri, padre de Mauricio, de invertir en el mercado inmobiliario neoyorquino durante la llamada “tablita de Martínez de Hoz”, cuando el peso argentino tenía un valor muy bajo frente al dólar. Franco Macri adquirió dos terrenos en Nueva York, convencido de que era el momento adecuado para invertir en el exterior.

Según relató el expresidente Macri, la ambición de su padre Franco lo llevó a interesarse por una propiedad aún mayor: el Pennsylvania Rail Wheel Station, un terreno de dimensiones colosales entre las calles 59 y la 72 del West Side, en una zona de Nueva York que aún no había sido desarrollada. La opción de compra de ese terreno, en 1980, ascendía a 90 millones de dólares (más de 300 millones en valores actuales), una cifra descomunal para un empresario argentino en su primera incursión internacional.
Además, el acuerdo contemplaba que Hirschfeld, el intermediario, se quedara con el 30% de la operación sin aportar capital, lo que generó dudas en el entorno de Franco Macri. Sin embargo, este decidió avanzar, vendió las propiedades previas y se abocó a obtener las aprobaciones necesarias del Consejo Deliberante y la Asamblea barrial, cediendo incluso una estación de metro como parte de las negociaciones.
En ese momento, Donald Trump había tenido previamente la opción sobre ese terreno, pero la había devuelto. Cuando Franco Macri logró las aprobaciones, Trump intentó recuperar la propiedad, pero recibió una negativa. Entonces, Macri contó que el actual mandatario norteamericano utilizó su influencia en el Chase Manhattan Bank para bloquear el financiamiento que el banco había prometido a Macri.
El banco exigió la incorporación de un socio local, pero rechazó sucesivamente a todos los candidatos presentados por Macri, insistiendo en que el socio debía ser Trump. La presión financiera y legal llevó a Franco Macri a sentarse a negociar con Trump, iniciando un proceso de due diligence que se extendió entre 60 y 90 días, durante el cual Trump buscó modificar los términos para reducir el precio.
En ese contexto, Mauricio Macri, con apenas 24 años, asumió un rol central en la negociación cuando su padre debió regresar a la Argentina por el inicio de la democracia y conflictos empresariales. Macri relató que la relación personal con Trump se vio facilitada por intereses compartidos: “Ahí me ayudó mucho que Trump es fanático de dos cosas de las cuales a los dos nos parecen muy apasionantes: el golf y las mujeres”.

Un episodio clave ocurrió cuando ambos jugaron al golf en Winfoot, una prestigiosa cancha a las afueras de Nueva York. Macri ganó la partida, lo que enfureció a Trump y generó tensión en la negociación. Según el presidente del PRO, su equipo le advirtió que debía dejar ganar a Trump para no poner en riesgo el cierre del acuerdo. En la siguiente partida, Macri permitió que Trump ganara, lo que este reconoció con la frase: “He played customer golf, but I love it.” El caddie le explicó a Macri que Trump había notado la maniobra, pero no le importó.
El proceso de negociación fue tan extenuante que, en un momento, Macri abandonó una reunión, harto de los intentos de Trump por modificar el acuerdo. Y relató: “Me levanté y me fui de la reunión, dije: ‘Basta, no te banco más esta cosa’. Me fui y de golpe, por suerte, a las dos horas me llamó y me dijo: ‘Mauricio, mi amor, let’s close the deal’. Y dejó de tironear.” Finalmente, el acuerdo se cerró, marcando el inicio de una relación personal y profesional que, según Macri, se mantuvo cordial y beneficiosa para la Argentina en los años posteriores.
La relación con su padre
La figura de Franco Macri emerge como un emblema de la inmigración, el riesgo empresarial y la transformación social en la Argentina del siglo XX, según el testimonio de su hijo, quien reconstruye su legado en el libro Franco. Su historia, marcada por la llegada a Buenos Aires a los diecisiete años tras sobrevivir a la guerra en Europa, ilustra el recorrido de un joven italiano que, tras rehacer sus estudios secundarios en la ciudad y comenzar como administrativo en una obra, ascendió hasta convertirse en el empresario más influyente del país a finales de los ochenta.
El relato de Mauricio Macri detalla cómo su padre, nacido en Roma en el seno de una familia calabresa, debió recomenzar su formación académica y profesional en Argentina, enfrentando la exigencia de revalidar el secundario y simultáneamente trabajar para sostenerse. Su ascenso se consolidó al asociarse con la constructora Impresit, filial de Fiat, en un contexto de crisis e hiperinflación. La audacia de Franco lo llevó a negociar directamente con figuras clave de la colectividad italiana y a obtener el cinco por ciento de las acciones de la empresa, lo que marcó el inicio de Impresit Sideco.
La relación con Fiat resultó determinante: en los años ochenta, cuando la automotriz decidió retirarse del país, Franco aceptó el desafío de adquirir tanto la constructora como la fábrica de autos, pese a su desconocimiento del sector automotor. Según Mauricio Macri, “lo que ganó con la fábrica de autos durante muchos años fue a pagar lo que perdía la constructora”, una paradoja que ilustra las dificultades del empresariado argentino en tiempos de déficit fiscal y desorden presupuestario.

En 1989, Franco Macri era el empresario número uno de Argentina, con más de treinta mil empleados directos, el cuarenta y cinco por ciento del mercado automotriz, la primera empresa de telefonía celular y la segunda constructora del país. Sin embargo, la década siguiente trajo el declive: “Ya le empezaba a ir mal”, afirma Mauricio Macri. El intento de gestionar el Correo Argentino resultó en una pérdida patrimonial significativa, agravada por la competencia desleal y la imposibilidad de cobrar servicios prestados al Estado. “Puso esos USD 500 millones a valores de hoy y no se llevó un dólar de vuelta”, destaca el expresidente.
La personalidad de Franco, definida por su impulso creador y su aversión al disenso, marcó tanto su éxito como sus dificultades. Mauricio Macri reconoce en su padre a su “primer gran maestro y gran antagonista”, y atribuye a la genética y al ejemplo cotidiano la transmisión del espíritu emprendedor. “Papá amanecía temprano y su día era hacer y hacer y crear”, recordó.
El relato también abordó la compleja relación padre-hijo en el ámbito empresarial. Mauricio Macri describió el momento en que asumió la conducción de la constructora familiar y propuso un cambio de estrategia, enfrentando la resistencia y el escepticismo de Franco. “Empezó la etapa de decirle que no, y ahí empezó esta pérdida de humanidad en la relación”, confesó.

En el plano personal, Mauricio Macri reconoció que el dolor más profundo en su relación con su padre se produjo al inicio de su distanciamiento, cuando la idealización era mayor. “Mi papá fue mi maestro, mi ídolo. Yo veía casi todo a través de sus ojos hasta que empezó a pasar esto”, confesó. Y atribuyó a la terapia la comprensión de que “somos producto de nuestros padres y lo máximo que podemos hacer es intentar mejorarlos en algo un poco”.
El empresariado argentino
La visión de Mauricio Macri sobre el empresariado local es crítica respecto a la percepción social. En este punto, sostuvo que la falta de reglas de juego claras y la colusión entre justicia, política y empresarios frenaron el desarrollo y alimentaron la desconfianza. Sin embargo, destacó ejemplos recientes de éxito como Mercado Libre, Globant y Aleph, y observó un cambio de actitud en la sociedad hacia los empresarios.
Consultado sobre los cinco argentinos más destacados, Mauricio Macri mencionó a Domingo Sarmiento, Juan Bautista Alberdi, Diego Armando Maradona, Lionel Messi y René Favaloro, y reconoció el impacto de Marcos Galperín como empresario. A los jóvenes emprendedores, les aconsejó buscar su pasión, comprometerse con constancia y mantener el equilibrio: “La vida es como un campeonato de fútbol. Disfruten el camino, el recorrido, y no tanto la desesperación por llegar a ese lugar”.

Sobre el trabajo en familia, recomendó a que cada uno tenga su espacio y advirtió sobre los riesgos de la emocionalidad en la toma de decisiones. “La emocionalidad altera la racionalidad”, afirmó. Y sugirió que las empresas familiares avancen hacia reglas internas que limiten la participación operativa de los familiares.
Finalmente, la enseñanza central que Mauricio Macri rescató de su padre se resume en la perseverancia: “Cuanto más práctico, más suerte tengo”. Y concluyó que Franco “le ponía muchas horas a lo que realmente quería llevar a cabo”, convencido de que la dedicación es el camino más seguro hacia el logro de los objetivos.
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