
La batalla desgastante y silenciosa que protagonizan Alberto Fernández y Cristina Fernández de Kirchner alcanzó a la burocracia de la Casa Rosada: el mail de la Presidencia informando las actividades oficiales del Gobierno ya no hace referencia al Ministro del Interior, Eduardo “Wado” de Pedro, que todos los días ratifica su permanencia en el cargo con un mensaje de WhatsApp adelantando sus actividades protocolares. Y el jefe de Estado, a su turno, ya sabe que la mayoría de sus actos serán bastardeados por la ausencia deliberada de dirigentes nacionales y locales que responden al verticalismo interno que ejerce Cristina Fernández de Kirchner.
Esta lógica interna de poder se pondrá a prueba en dos eventos políticos que sucederán en las próximas semanas. El primero de marzo abren las sesiones ordinarias y Cristina Fernández de Kirchner debería recibir a Alberto Fernández en la explanada del Congreso. Ella no entregó el bastón y la banda presidencial a su sucesor Mauricio Macri, pero hasta ahora nunca faltó a las Asambleas Legislativas que colocaron al Presidente en el centro de la escena institucional.
Antes de esa prueba de fuego para la interna del Frente de Todos, Alberto Fernández será el pivot político de la Mesa Electoral convocada para establecer la estrategia electoral del oficialismo. Cristina y el líder de La Cámpora, Máximo Kirchner, ya anunciaron que faltarán a la cita. Los dos condenan el proyecto de reelección de Alberto Fernández y su programa de Gobierno, y esa ausencia es la prueba obvia de sus diferencias con el jefe de Estado.
Entonces, sin la presencia de la vicepresidenta y el diputado nacional, aún es un intríngulis el volumen político que tendrá la representación del kirchnerismo. Si Cristina no envía a los gobernadores Axel Kicillof, Jorge Capitanich y Gildo Insfran, junto al sindicalista Pablo Moyano y el líder social Juan Grabois, por citar ejemplos básicos de esa facción del Frente de Todos, sería una evidencia plena acerca de la importancia política que asigna CFK a la Mesa Nacional convocada por Alberto Fernández.
El presidente ya no espera nada de Cristina. Y definirá la estrategia electoral del Gobierno con los representes partidarios que lleguen el 16 de febrero a la sede central del Partido Justicialista. Su hoja de ruta es fácil de explicar: sólo cederá la candidatura si Sergio Massa mide mejor que él. En caso contrario, y pese a la presión interna que ejercerá Cristina y La Cámpora, mantendrá inamovible su deseo político.
En su pretensión personal, Alberto Fernández sólo cuenta con la Jefatura de Gabinete, cuatro ministros, dos secretarios de Estado, un puñado de sindicalistas de la CGT, escasos intendentes del conurbano, pocos gobernadores afines y un número pequeño e indeterminado de legisladores nacionales.
“Y si no hay otro candidato mejor, y yo voy por la reelección, a quién va a votar el peronista”, desafió el Presidente cuando le comentaron el escaso apoyo interno que tendría su candidatura.

La dinámica interna del Gobierno y del Frente de Todos es tan compleja que termina siendo paradojal. Alberto Fernández sólo cedería su candidatura ante Massa y Cristina Fernández ya asumió que su candidato a la presidencia es el ministro de Economía. Kicillof encabeza las encuestas en la Provincia de Buenos Aires y “Wado” de Pedro mide menos que el Presidente en los sondeos electorales que se consumen en Olivos y la avenida Juncal.
En esta intersección política, Alberto Fernández y CFK coinciden: Massa podría dar batalla a Juntos por el Cambio, si la inflación baja y el dólar se estabiliza. Dos variables económicas que aún no están bajo el control del Palacio de Hacienda y condicionan la estrategia electoral del Frente de Todos.
Mientras tanto, Massa dialoga en estricta reserva con Alberto Fernández y Cristina, busca consenso con los gobernadores peronistas y la CGT, y mantiene un canal abierto con el establishment económico y financiero de la Argentina. Hace su juego personal y calcula sus tiempos políticos.
El ministro de Economía sabe que camina sobre el filo de la navaja. Decidirá en mayo cuando conozca la inflación de abril. Será un momento clave para la estabilidad del Gabinete y el Frente de Todos.
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