En la Corte y Comodoro Py asumen que la designación de Soria es una mala señal y un triunfo político de CFK

Los magistrados y fiscales más influyentes del alto tribunal y el fuero federal consideran que la elección de Alberto Fernández sólo servirá para complicar aún más la relación institucional entre la Casa Rosada y el Poder Judicial

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La designación de Martín Soria como ministro de Justicia fue asumida en la Corte Suprema y en Comodoro Py como “una declaración de guerra” de Alberto Fernández contra el Poder Judicial.

Soria es considerado en la Justicia Federal y en el alto tribunal como un outsider del sistema institucional que desembarca para disciplinar a los magistrados y fiscales que investigan los casos de corrupción de Cristina Fernández de Kirchner, sus familiares directos, amigos personales y socios comerciales.

El nombramiento de Soria en reemplazo de Marcela Losardo fue leído en los Tribunales y ciertos despachos de la Casa Rosada como una decisión presidencial que termina de dinamitar todos los puentes institucionales que aún quedaban entre Balcarce 50 y el Poder Judicial.

Losardo nunca creyó en una relación agonal con los jueces y fiscales de Comodoro Py y siempre privilegió las buenas formas por encima de las operaciones de poder en los tribunales. Por eso era menospreciada por CFK y sufría los cuestionamientos permanentes de Juan Martín Mena, viceministro de Justicia y un alfil clave del Instituto Patria en el Gobierno.

Dos hechos políticos explican -en definitiva- la renuncia de Losardo. Y el concepto de “agobio” que utilizó el Presidente para encuadrar su caída del Gabinete Nacional: Losardo no estuvo de acuerdo con los argumentos explicitados por el jefe de Estado en la Asamblea Legislativa para justificar una eventual Reforma Judicial, y menos todavía el tono ideológico exhibido por CFK durante su alegato frente al tribunal de Casación que investiga su responsabilidad penal en el caso Dólar-Futuro.

Alberto Fernández siempre tuvo “in pectore” a Soria como sucesor de Losardo, pero en el juego de consejos palaciegos e internas de poder aceptó analizar otros candidatos: Ramiro Gutiérrez, Marisa Herrera, Julio Vitobello, Eduardo “Wado” de Pedro, Vilma Ibarra y Alberto Iribarne.

Alberto Fernández y Cristina Fernández de Kirchner en la última Asamblea Legislativa. (Comunicación Senado)
Alberto Fernández y Cristina Fernández de Kirchner en la última Asamblea Legislativa. (Comunicación Senado)

El jueves pasado en la quinta de Olivos, durante un cónclave de tres horas, Alberto Fernández junto a Cristina Fernández de Kirchner definieron que Soria se haga cargo de la cartera de Justicia. El Presidente y la vicepresidente consideran que es necesario otra forma de relación con la Corte y Comodoro Py, y el actual diputado nacional sería un jugador ideal para ejecutar esa faena política.

Soria entiende cómo funciona el poder real en la arena pública y detrás del cortinado. No tuvo problemas en avanzar contra jueces clave en la Cámara de Casación, y sabe qué se puede pedir en los sótanos de la democracia. Su padre, Carlos Soria, fue jefe de los espías civiles durante la gestión de Eduardo Duhalde.

A su vez, el presidente y la vicepresidente decidieron que nada más cambiará en la cartera de Justicia. No hacía falta: el viceministro Mena, el secretario de Derechos Humanos, Horacio Pietragalla, y la interventora del Servicio Penitenciario Federal, María Laura Garrigós de Rébori, nunca comulgaron el credo de Losardo y siempre se alinearon con CFK.

Llega un tiempo de ejecución práctica de la Teoría del Lawfare, la presión en la Procuración Nacional para avanzar sobre determinados fiscales -por ejemplo Eduardo Casal, Raúl Plee y Carlos Stornelli- y la sucesión infinita de juicios políticos en el Consejo de la Magistratura para disciplinar a magistrados de la Casación, camaristas federales y jueces de Comodoro Py que aún investigan a la Vicepresidente CFK.

La avanzada política estará liderada por Soria, apoyada por Alberto Fernández y Cristina, e instrumentada por los representantes del gobierno en la Procuración, el Senado y el Consejo de la Magistratura. Se avecina una guerra de guerrillas que no tiene antecedentes en la relación histórica del Poder Ejecutivo con la Corte y Comodoro Py.

Un tuit del futuro ministro de Justicia, Martín Soria, contra el juez de la Corte Suprema, Ricardo Lorenzetti
Un tuit del futuro ministro de Justicia, Martín Soria, contra el juez de la Corte Suprema, Ricardo Lorenzetti

Al otro lado de la trinchera, jueces y fiscales federales se preparan para resistir a Soria y su agenda de disciplina política y reforma judicial. Entienden que deben mantener la lógica institucional y evitar las refriegas políticas, pero no tienen pensado enterrar las causas y juicios convocados para tratar los casos de corrupción que involucran a Cristina Fernández de Kirchner y otros implicados.

En este contexto, es inevitable un enfrentamiento protagonizado por el futuro ministro de Justicia y los tribunales. Soria cree -como el Presidente y la Vice- que las causas de corrupción contra CFK implican una evidencia contundente de la aplicación del Lawfare en Comodoro Py y la Corte Suprema.

Y no hay ninguna duda en Balcarce 50 y en los tribunales que Soria fue nombrado para terminar con los expedientes que irritan a Cristina. El futuro ministro asumirá con muchísimo poder político y se ve así mismo como un cruzado destinado a hacer justicia. Ya se escucha el ruido de tambores.