El 9 de enero de 2023, en lo que se conoció como la masacre de Juliaca, 18 civiles fueron asesinados a manos de policías y fuerzas armadas. Aquella jornada, que formó parte de una escalada de represión estatal que dejó 49 fallecidos durante el gobierno de Dina Boluarte, marcó un hito trágico en la historia reciente del Perú. Tres años después, el director Javier Corcuera estrena ‘Uyariy’ el jueves 8 de enero de 2026, un documental que recorre el dolor, la dignidad y la lucha de una comunidad atravesada por la violencia.
A poco del estreno, Infobae Perú habló con Javier Corcuera (Lima, 1967), uno de los documentalistas peruanos más reconocidos a nivel internacional, cuya obra explora temas de memoria, identidad y justicia social, y ha sido premiada en festivales de cine de todo el mundo. A lo largo de su carrera, ha dirigido películas como ‘La espalda del mundo’, ‘Sigo siendo’ y ‘El viaje de Javier Heraud’, convirtiéndose en una voz fundamental del cine latinoamericano contemporáneo. En esta entrevista, Corcuera reflexiona sobre ‘Uyariy’, la urgencia de registrar la memoria y el papel del cine como testimonio frente a la injusticia.
― ¿Cómo nace esa semilla en ti de hacer un documental sobre la masacre en Juliaca?
El inicio del rodaje de esta película surge como una emergencia. Yo me encontraba aquí en Lima cuando sucedieron los hechos de Juliaca y otras partes del país y también estaba aquí Mariano Agudo, director de fotografía de la película. Me puse en contacto con Edith Ramos, que además es la directora musical de la película para ver si podíamos conseguir llegar a Juliaca y rodar.
Primero la intención era estar, simplemente, poder registrar lo que había pasado y poder dejar un documento, no sabíamos que estábamos haciendo una película en realidad, estábamos simplemente ejerciendo el derecho a poder mirar, observar y transmitir lo que se estaba viviendo.
Fue a partir de ese primer rodaje que contactamos con los familiares y donde empezamos a recoger testimonios, pero luego ya hicimos varios viajes y fuimos construyendo la película.

― ¿Qué dificultades enfrentaste durante la filmación, ante la represión policial? Porque, incluso hay un sector político que tiene un discurso que incluso busca amnistiar a las fuerzas del orden que perpetraron estos crímenes.
Bueno, tomamos todas las precauciones necesarias para poder rodar teniendo los cuidados necesarios para que no pasara nada, porque además rodábamos en las manifestaciones. Eran situaciones en las que todos sabemos que pasaban cosas como las que pasaron el 9 de enero en Juliaca. Entonces, fue un trabajo con un equipo muy compenetrado, totalmente entregado, totalmente consciente de la película que estaban haciendo. Y también muy compenetrados con los protagonistas de la película, que fueron los que nos ayudaron realmente a hacer la película.
Sobre la impunidad de estos crímenes, pues ¿qué podemos decir? No debería nunca más haber impunidad. Esto no debería pasar nunca más y debería haber justicia y que paguen los culpables de estos crímenes.
Yo creo que es algo que los familiares van a conseguir porque están dispuestos a darlo todo para hacer justicia y poder descansar un poco más tranquilos por sus familiares, por el país y por ellos, porque también necesitan encontrar la tranquilidad y la paz que te puede dar el saber que por lo menos se consiguió justicia.

― ¿Cuán difícil fue ser testigo y registrar a una comunidad atravesada por el duelo?
Por supuesto hubo momentos muy difíciles porque nosotros empezamos a rodar cuando acababan de suceder esos crímenes y era mucho el dolor de los familiares, pero también nos sorprendía la fuerza y la dignidad y la lucha.
Nosotros fuimos testigos de cómo se empezaron a organizar y cómo empezaron —a pesar del miedo y la represión— a juntarse y a organizarse para conseguir justicia.
― Después de los hechos ocurridos, muchos ciudadanos y deudos vinieron del sur a Lima a protestar y volvieron a ser víctimas no solo de represión, sino también de racismo. En el mismo sentido, Dina Boluarte dijo que Puno no es el Perú. ¿De qué manera el cine y el arte pueden contrarrestar ese tipo de hechos y narrativas?
Nosotros también estuvimos rodando en Lima, seguimos ese viaje que hicieron los campesinos, los familiares a protestar a Lima y claro, fuimos testigos también de ese rechazo, de ese racismo, de la represión que se vivió en Lima, donde también se asesinó a un manifestante y además estuvimos entrevistando también a la gente de Lima.
Pero también hay que decir que en Lima también se vivió mucha solidaridad, la gente salió a la calle, estuvo recibiendo y apoyando a esas delegaciones que venían de Puno, de Juliaca. Entonces también existía ese otro lado.

― La música, como en toda tu obra, es fundamental en Uyariy. ¿Cuál es el aporte al documental y cómo fue trabajar con Edith Ramos?
Sí, la música en mis películas juega un rol fundamental incluso tengo películas estrictamente musicales, y otras no. Pero hay películas como ‘Sigo siendo’, que es una película estrictamente musical. Aunque también es una historia de vidas y de personajes. Pero en el caso de Uyariy, desde el primer momento trabajamos con Edith Ramos y nos explicó y nos introdujo en el mundo de la música popular que estaba en las calles, en la resistencia, en Juliaca, en las manifestaciones. Y fue de alguna manera inevitable no contarlo a través de la música popular a través de la música que va contando las historias de esa ciudad, la historia de las luchas indígenas, las historias que ellos viven y que siempre acaban reflejadas en una canción y que además ya son parte también de la historia. De su historia. Como la canción, por ejemplo, que cuenta los acontecimientos del año 65, cuando también en Juliaca se vivió una represión muy dura.
Porque esta película no solo habla del 9 de enero, es una reflexión sobre lo que se ha vivido en esos territorios quechuas y aymaras durante 200 años de República.
― No es fácil sacar adelante un proyecto así, con el poco apoyo al cine en Perú. ¿Puedes hablarnos del apoyo que recibiste de distintas partes?
Esta película ha sido financiada por el apoyo de varias productoras, gente que a nivel individual nos ayudó, sobre todo el trabajo colectivo y el esfuerzo del equipo, y sin ningún tipo de ayuda institucional. Es realmente un esfuerzo muy grande. Era importante que quedara registrado este momento y mucha gente se sumó a ayudarnos.

― Vivimos tiempos de mucha polarización. Y el cine no ha sido ajeno. Películas como Chavín de Huántar abrieron un debate extenso en redes sociales. ¿Qué crees o qué esperas que se diga a partir de Uyariy?
Yo lo que espero del estreno de Uyariy es que los cines sostengan la película y que la gente la pueda ir a ver. Realmente eso es lo que espero y espero que invite a la reflexión porque la película es una película que denuncia los acontecimientos del 9 de enero del 2023.
Nos acerca a las familiares que nos van contando la historia, a la música que nos relata los acontecimientos, pero también la película es un viaje que nos invita a reflexionar sobre el país. Es un viaje de memoria.
Y creo que en general el cine, pero en general, más concretamente, el cine de documental, tiene esa responsabilidad. La responsabilidad de recoger, de documentar, de hacer que perduren momentos históricos para que esas cosas como la masacre de Juliaca nunca más vuelvan a suceder.
― ¿Cómo ves el panorama en el sur del país? Ciertamente, la búsqueda de justicia es un tema pendiente, pero ¿crees que mantienen la esperanza?
Yo creo que no solo mantienen la esperanza, sino que la esperanza para ellos es un deber, ellos están en lucha, en lucha por justicia y reparación y no van a parar hasta conseguirlo.

― Tus documentales siempre tienen una mirada social muy marcada, pero Uyariy parece ir un paso más allá. ¿Dirías que esta es tu obra más política?
Toda película, ya sea de ficción o documental, siempre es la mirada de un autor. En general, cualquier obra artística. En este caso yo intento poner la mirada desde donde miran los familiares de las víctimas.
Ellos son los que sostienen el relato y también condescendientes de otro momento de la historia de Puno, como es este la rebelión de Huancho Lima.
La película viaja 100 años atrás y también este mira ese momento de la historia, que son momentos de efervescencia política, y desgraciadamente también de represión, de terrible represión.
Un poco la película se puede resumir en una frase de uno de los protagonistas que dice: “Siempre ha sido así”, refiriéndose a la represión, no solo del 9 de enero, sino las que han vivido durante la República del Perú los quechua y aymara. Dice, “Siempre ha sido así, pero no siempre tiene que ser así”.
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