Terrorista Maritza Garrido Lecca también viajó a Argentina a pesar de que aún no termina de pagar reparación civil

La bailarina fue liberada en el 2017. Dejó el país en julio del año pasado pese a que tiene una deuda de 400 mil soles con el Estado peruano.

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Maritza Garrido Lecca, saliendo de la cárcel de Piedras Gordas Prison (AFP)
Maritza Garrido Lecca, saliendo de la cárcel de Piedras Gordas Prison (AFP)

No solo la terrorista Martha Huatay se fue a Argentina a pesar de que es procesada por el caso del atentado en la calle Tarata, sino también la bailarina Maritza Garrido Lecca pese a que aún no termina de pagar la reparación civil que le debe al Estado peruano por su vinculación con Sendero Luminoso del genocida Abimael Guzmán.

Según el diario El Comercio, Garrido Lecca abandonó el país el 3 de julio del año pasado. Desde esa fecha, no ha regresado del territorio argentino y todo hace suponer que se quedó por allá para radicar. El citado medio consultó con las autoridades migratorias de ese país si la subversiva se encuentra allá, pero no dieron respuesta alguna.

Tras ser excarcelada en 2017, la bailarina realizó cuatro viajes al exterior. La primera se dio en 2018 cuando estuvo por Chile entre el 31 de mayo al 5 de junio. Luego, en 2019, se quedó en Colombia desde el 4 al 15 de octubre. Dos años después, Garrido Lecca voló a España donde estuvo entre el 11 de agosto hasta el 20 de octubre. El 2021 también viajó a Argentina entre el 9 al 17 de diciembre.

Hay que recordar que Garrido Lecca salió libre, y sin ningún tipo de restricción, el 11 de setiembre del 2017 del penal de Piedras Gordas. Tras ello, la terrorista se trasladó a Casma (Áncash), pero no estuvo mucho tiempo porque la declararon persona no grata. Entonces, se instaló en una casa de Piura que consignó como domicilio procesal.

Carlos Incháustegui y Maritza Garrido Lecca, capturados junto a Abimael Guzmán.
Carlos Incháustegui y Maritza Garrido Lecca, capturados junto a Abimael Guzmán.

Por otro lado, Garrido Lecca aún debe 40 mil soles de la reparación civil a favor del Estado peruano por sus nexos con el terrorismo en el pasado.

¿Por qué la condenaron?

Maritza Garrido Lecca fue sentenciada a cadena perpetua por haber albergado en su casa de Surquillo a Abimael Guzmán, quien fue capturado por los integrantes del Grupo Especial de Inteligencia (GEIN) el 12 de setiembre de 1992. Tras la decisión judicial, terminó recluida en el penal Putumayo (Puno).

Lo hizo en complicidad de su entonces pareja, el chileno Carlos Incháustegui, quien también terminó en la prisión.

Sin embargo, la condena de la bailarina sería anulada en 2002. Nuevamente, Garrido Lecca fue procesada hasta que le impusieron 20 años de prisión por terrorismo en 2005. Al año siguiente, no obstante, le aumentaron a 25 años que cumplió en el penal de Mujeres del distrito de Chorrillos.

La fuga de Martha Huatay

La excabecilla de Sendero Luminoso estaría desde junio del año pasado en Argentina, a donde huyó del inminente pedido de prisión preventiva por nueve meses que la Segunda Fiscalía Penal Supraprovincial Especializada en Derechos Humanos, Interculturalidad y Delitos de Terrorismo iba a solicitar en su contra.

Martha Huatay
Martha Huatay

Según el diario El Comercio, el Ministerio Público sustentará este jueves desde las nueve de la mañana su solicitud contra Huatay ante la jueza Soledad Barrueto, titular del Séptimo Juzgado de Investigación Preparatoria Nacional. Para ella han pedido la pena de cadena perpetua por lo ocurrido en el distrito limeño de Miraflores hace treinta años, exactamente un 16 de julio de 1992, cuando 25 personas perdieron la vida.

De acuerdo a la hipótesis fiscal, Huatay recibió la orden del Comité Central de Sendero Luminoso para ejecutar el atentado con un coche bomba en la calle Tarata. Además, señala que no podrían eximir de una pena grave para la senderista, de 79 años, puesto que el delito de terrorismo, en su forma simple o agravada, no aplica para que tenga algún tipo de beneficio. Igualmente, consideran el hecho que Huatay haya salido del país que configuraría como una conducta de evasión a la justicia.