
En la actualidad no pasa un día sin que escuchemos hablar de Inteligencia Artificial (IA). Se ha convertido en una herramienta indispensable para muchas profesiones, capaz de asistirnos en diferentes tipos de tareas y hasta de ser entrenada para objetivos cada vez más específicos.
Ahora bien, somos conscientes del “peligro” que ello implica. Sin ir más lejos, esta semana se dio a conocer un informe realizado por Open IA que identifica 44 profesiones que se encuentran en primera línea de riesgo de ser reemplazadas por la IA. El listado está encabezado por empleados de mostrador, seguido por gerentes de ventas y empleados de envío, recepción e inventario.
La IA nos enfrenta a desafíos que sólo podremos enfrentar en un trabajo conjunto entre el sector público y el privado, entendiendo por este último al conjunto de empresarios, trabajadores autónomos, trabajadores en relación de dependencia y asociaciones sindicales. Cada uno ocupa un rol importante que debe asumir para consolidar a esta herramienta como un aliado y no una amenaza que puede quitarnos nuestro puesto.
La difusión y mejora de la IA nos interpela a todos. Debemos esforzarnos por capacitarnos en forma constante, a lo largo de toda nuestra vida. De ahí, la necesidad del trabajo conjunto entre el Estado y la ciudadanía. Solos no podremos.
Un primer aspecto a destacar es la necesidad de revisar el sistema educativo argentino y la vinculación que existe con el mundo tecnológico y del trabajo, ya que hoy en día es evidente la falta de articulación. Se siguen utilizando en muchos casos las mismas técnicas pedagógicas de principios del siglo XX. De esta manera, se desaprovechan las ventajas que el uso de la herramienta puede proporcionar para la formación de los estudiantes y su adaptación a los cambios que ya se han producido. Además de aquellos otros que están por venir, claro está.
La IA cuenta con tantos adeptos como detractores. Todo cambio genera ansiedad y temor a que se vea afectada nuestra calidad de vida. Todo el tiempo las noticias nos enuncian los puestos de trabajo que van a ser sustituidos por la IA, sin considerar que su desarrollo también puede generar ventajas para la sociedad.
El uso de la IA puede tener un impacto positivo en distintos sectores. Por ejemplo, en la salud, la educación y la sustitución de tareas que provocan impactos negativos en quienes las realizan. En realidad, el gran cambio que incorpora esta herramienta es un alto incremento de la productividad. ¿Cuál puede ser el horizonte de su desarrollo? Hoy no estamos en condiciones de dar una respuesta certera sobre el particular.
El desafío es encontrar los parámetros que nos lleven a su uso ético, equitativo e inclusivo. La capacitación y acceso debe estar garantizado para todos, a pesar de ser una herramienta de costosa implementación.
Debemos estar atentos a que su uso no dé lugar a una sociedad fragmentada. Esto siempre generaría grandes inequidades y tensión social.
Pensar juntos, trabajar juntos y beneficiarnos todos debe ser el resultado de la utilización de la IA. Como sociedad nos merecemos un debate, pero ciertamente debemos revisar la historia, para que ese debate sea serio, amplio, sin posicionamientos ideológicos dogmáticos, los que siempre derivan en la ausencia de ideas de las cuales nutrirnos para mejorar como sociedad.
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