
Ante la evidencia de que nadie sabe qué pasará con la guerra comercial iniciada por Donald Trump, ¿cómo se puede sacar partido de ella? En mi columna anterior, hablé del despropósito de los aranceles que siempre afectan, en mayor medida, al que los impone. En esta columna me centraré en los movimientos de capital.
Sin duda, ningún país se libra de la incertidumbre provocada por la estrategia de EEUU. Pero el comercio sigue fluyendo de forma rentable en Europa y Asia. Los mercados son prueba de ello.
En lo que vamos de año hasta el 20 de mayo, las bolsas no estadounidenses se han revalorizado un 15,5% —calculado en USD para evitar la naturaleza volátil del peso argentino—. En el caso de China, el alza ha sido del 16,4%, y en el de Europa, un impresionante 20,7 %. En cambio, Estados Unidos solo ha avanzado un 1,5 por ciento. De hecho, en términos de rentabilidad, ocupa el puesto 39 de los 47 países del MSCI All-Country World. Este índice no incluye a Argentina, cuya trayectoria está siendo aún peor. En todo caso, como expliqué en marzo, es probable que ambos países queden rezagados este año por el exceso de optimismo de 2024 (y recordemos que pronostiqué esto incluso antes de que Trump desatara la tormenta arancelaria).
El comercio sigue fluyendo de forma rentable en Europa y Asia. Los mercados son prueba de ello
Espere una continuación de esta tendencia en el futuro. Tal vez los mercados estadounidenses no se hundan, pero tampoco creo que tomen la delantera. Cuando Trump estableció una tregua de 90 días, los lamentables aranceles “recíprocos”, afirmó que 75 países le habían pedido “negociar”. Para muchos expertos, en realidad, ese era su verdadero objetivo.
De momento solo ha logrado acuerdos con el Reino Unido y China, el alcance de los cuales es más bien limitado. El pacto con el país británico, que no es vinculante y podría cancelarse, está destinado a mitigar el efecto de los aranceles en algunos sectores hasta que se firme un compromiso global. Es decir, han acordado que deben alcanzar un acuerdo. Por desgracia, como ocurre con Argentina, se mantiene el gravamen del 10% a la mayoría de los productos británicos.
El pacto con el gigante asiático, en cambio, es más ambicioso —aunque solo sea porque las expectativas estaban muy bajas—. Por un lado, disminuye el recargo impuesto a los productos chinos del 145 al 30%; y en sentido contrario, las medidas de represalia del gigante asiático se quedan en un 10%, desde el 125% inicial. Sin embargo, solo durará 90 días. Es decir, están ganando tiempo, así que se diría que es otro trato para ponerse de acuerdo. Además, las tasas que se aplican a China siguen siendo 30 puntos porcentuales superiores a las de enero, de manera que ambos países han salido perjudicados, sobre todo Estados Unidos.
En línea con los últimos cambios repentinos, el 16 de mayo Trump llegó a la conclusión de que no tendría tiempo para negociar con los 150 países que se lo habían pedido. Como solución, les informará qué gravámenes les corresponderán, dejando la puerta abierta a que algún país pueda objetar su decisión. ¿No es esto lo que hizo el 2 de abril? Aún así, no ha explicado nada más, ni sobre los porcentajes que impondrá ni sobre qué países podrán apelar. Más incertidumbre para la renta variable.
En abril los aranceles reportaron 16.300 millones de dólares, incumpliendo las previsiones de la Casa Blanca en un 75%
Puede que en un futuro próximo veamos más acuerdos comerciales con otros países. O quizás no, quién sabe. Ahora bien, como comenté en mi última columna, los aranceles no son para tanto. Las empresas pueden esquivar al Departamento de Recaudación del Servicio de Aduanas y Protección de Fronteras de Estados Unidos por medios legales e ilegales. Entre los legales, el “fraccionamiento arancelario” consiste en excluir los costos relacionados con los servicios, por ejemplo, de marketing, para así reducir el valor de los productos; también es posible almacenar las importaciones en depósitos aduaneros, donde quedan exentos de los aranceles hasta que se retiren físicamente, quizá años después. En el apartado de las ilegalidades, destacan la clasificación engañosa y la subvaloración de las mercancías. También son habituales los transbordos de mercancías, tal y como se aprecia en el aumento de las exportaciones totales de China en abril, mientras que, a su vez, se desplomaban las destinadas hacia Estados Unidos y se disparaban en naciones del sudeste asiático, beneficiadas como países de paso —por ejemplo, Vietnam con un aumento interanual del 34,0%—.
Por otra parte, en términos de recaudación, en abril los aranceles reportaron 16.300 millones de dólares, incumpliendo las previsiones de la Casa Blanca en un 75 por ciento. Y no parece que esto vaya a cambiar.
Tampoco sería descabellado que se pactase reducir las barreras comerciales, con el potencial alcista que supondría, o que las demandas judiciales disuadan a Trump.
Por ende, no pierda la calma y sobrepondere a Europa, Asia, Canadá y México en su cartera, ya que deberían sobreponerse a los turbulentos Estados Unidos de Trump.
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