A propósito del 11 de marzo y de las declaraciones de Juan Manuel Abal Medina

Al general Juan Domingo Perón había que entenderlo, y fueron muy pocos los que se dieron cuenta de lo que estaba pasando

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Juan Manuel Abal Medina junto a Juan Domingo Peròn
Juan Manuel Abal Medina junto a Juan Domingo Peròn

No he abordado aún el libro de Juan Manuel Abal Medina, “Conocer a Perón”, lo tengo apartado para hacerlo en los próximos días. Pero sí he leído un reportaje que el periodista Diego Genoud le realizó el 9 de marzo de este año. Hay en esta crónica varias inexactitudes que, sospecho, son producto de los años que han pasado, 50, y la memoria falla. El interrogatorio lo llevó adelante este joven periodista que desconoce de historia, lo cual no lo desmerece en nada, puesto que se trata de un periodista y no de un historiador. De modo que vamos a ir de a poco, desbrozando el camino que se revela sinuoso y enmarañado.

Lo primero que rescato de Juan Manuel es una caracterización del estilo político del General, que es aplicable a todos los grandes líderes, y que lo confirma en Perón. En un tramo de la nota, y ante una pregunta sobre si hubo algún acuerdo entre Cámpora y Perón, el entrevistado dice: “¿Quién con quién iba a acordar? Con el General obedecíamos. No acordábamos con él”. En este escueto y simple comentario se entiende el ABC de la conducción política. Juan Manuel y Cámpora estaban ahí para obedecer. Ahora, ¿qué debían obedecer? ¿Hablaba claro el General? No, había que entenderlo y fueron muy pocos los que se dieron cuenta de lo que estaba pasando.

¿Y qué estaba pasando, al fin?

Que la candidatura de Cámpora resultó una pirueta que le salió mal a Perón. ¿Por qué? Porque Cámpora no podía ser candidato por el mismo Decreto Presidencial de Lanusse que proscribía a Perón. Perón lo sabía, pero lo hizo esperando que Lanusse lo proscribiera. Veamos qué dijo Lanusse, algunos años después: “La fórmula indicada por Perón incluía a Cámpora, quien no se había ajustado a la norma preelectoral de no abandonar el país sin el conocimiento y autorización previos del Ministerio del Interior. Perón no ignoraba esa imposición. ¿Por qué hizo, pues, esa designación? Es razonable pensar que lo fue para encontrar en el veto de su candidato el pretexto para resolver el voto en blanco… y provocar la caída del gobierno” (Lanusse: Mi Testimonio). Lúcidamente, Jorge Abelardo Ramos afirma algo parecido: “Perón imaginó que Cámpora sería vetado por Lanusse. Sin embargo, y contra todo lo previsto, Lanusse aceptó el nombre de Cámpora, violó su propia ley”. De modo que si Perón lo propuso para que Lanusse lo proscribiera y Lanusse no lo proscribió, la conclusión es simple: “Cámpora fue más el candidato de Lanusse que el de Perón. Abal Medina y Cámpora estaban ajenos a esta jugada, puesto que no estaban ahí para pensar, sino para obedecer”. El 28 de enero de 1973, en un reportaje que le hace Mayoría, aparece este tema que quedó olvidado por el peronismo:

-Mayoría: “Finalmente, la fórmula Cámpora-Solano Lima ha quedado firme al no habérsele aplicado la cláusula del 25 de agosto”.

-Perón: “Así he visto. El Gobierno hace y deshace las mismas reglamentaciones que pone, después las rompe, las cambia, modifica la Constitución. Es decir, chapalea en el desorden”.

El tema lo he desarrollado más extensamente en otras notas.

Tan ajeno estaba Abal Medina de lo que pasaba, que en la nota que le hace Genoud dice que a mediados de febrero del ‘73 fue a verlo a Perón para solicitarle su presencia en el país porque tenían dudas de que llegaran al 50% exigida por la ley electoral impuesta por Lanusse. Perón confirma en un reportaje a EFE, el 11 de febrero de 1973, que estaría por llegar en esos días un enviado especial peronista que le informará real y fehacientemente. De modo que el viaje fue cierto, el pedido de concurrencia a la campaña es muy dudoso, pues la Junta Militar había firmado un documento el 7 de febrero de 1973 conocido como los cinco puntos, por los cuales garantizaba la continuidad electoral, no proscribirían a Cámpora, pero prohibían el ingreso de Perón al país. De modo que el juego ya estaba echado a andar, a que empiojarlo con el regreso de Perón, si no pudieron torcerlo cuando regresó el 17 de noviembre del año anterior, lo iban a hacer sobre el final de la campaña. Un disparate.

¿Por qué la Junta Militar reafirma la salida electoral el 7 de febrero? Y esto se le escapa a Abal Medina, a Genoud y a gran parte del peronismo. Porque Perón desde Europa intentaba sabotear el proceso electoral, no lo quería de esa manera, le había salido mal la jugada, Lanusse lo había embromado. De modo que jamás vendría a la campaña electoral. ¿A qué ir a buscarlo? ¡A Perón había que entenderlo!

No sé si por olvido o por no haber descubierto en su momento la maniobra de Perón, en el reportaje que le hace Genoud, para explicar por qué Perón no participó de la campaña electoral, remite al estado de salud del General. Esto no es así. Perón en enero y febrero de 1973 pasea por España, Italia, Francia y Rumania (ver tomo 24 de las Obras Completas). Desde cada uno de estos países ataca a la Junta con el fin de provocarlos para lograr la suspensión de los comicios. Balbín, desde San Juan, en enero de 1973, dice frente a las declaraciones incendiarias de Perón: “Perón es un atrevido. Sus declaraciones son insolentes e incomprensibles. Perón no quiere volver al país y este tipo de declaraciones irritan inútilmente a los militares y ponen en tensión a mucha gente” (Panorama Nº 300).

Lo que Perón no había logrado en el restaurante Nino, que el radicalismo se autoexcluyera, porque Perón estaba proscrito, lo intentó al proponer a Cámpora, y que no hubiera elecciones, le salió mal. Entonces, desde Europa, con sus declaraciones de fuego, pretendía la suspensión de los comicios. La Junta le contestó con los cinco puntos. Todo esto se le pasó a Juan Manuel Abal Medina, y a Genoud también.

Es de una ingenuidad angelical no preguntarse por qué Perón no participó de la campaña electoral que se inició el 28 de diciembre de 1972. ¡Cómo va a participar de un candidato que no quiere! ¡No puede convalidarlo! Y tenía razón. En un pequeño opúsculo que Cámpora escribió en el exilio, dijo el odontólogo de Giles: “Yo conservaba siempre la intención de culminar el mandato recibido; así me lo requerían las aspiraciones del pueblo argentino”. ¡Otro que se la creyó!

Abal Medina desde otro ángulo lo explica: “El General no daba sus órdenes de esa manera (clara y expresa). El General tenía una gran educación y, en su trato con todos nosotros, no era tan imperativo, pero era clara su línea, era clara. No usaba el lenguaje de ‘haga tal cosa de tal manera’. Nunca lo haría así”. Para no hacer más extensa esta nota, al General había que entenderlo y para eso había que conocer su historia y la del país. En definitiva, Cámpora fue el candidato que Perón había elegido para que no hubiera comicios. Los peronistas deben sacarse la venda de los ojos que les ha impedido ver lo ocurrido aquellos años. Y las consecuencias políticas posteriores, esto es, la validación a futuro del camporismo que le ha dado identidad peronista al kirchnerismo. En definitiva, ¿el 11 de marzo triunfó Perón o Lanusse?

Giles siempre estuvo cerca.

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