El kirchnerismo baila en el Titanic

El gobierno nacional debe admitir su tremendo fracaso y dejar de tapar la realidad. Es momento de que reaccionen y produzcan los cambios que exige la situación

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Alberto Fernández
Alberto Fernández

El sector más vulnerable de la población ha sido el más afectado por la fracasada política económica del gobierno de Alberto Fernández. La inflación acumulada a octubre ha sido del 41.8% y afectó principalmente a quienes no tiene ahorros en dólares o renta o ingresos formales.

El kirchnerismo se ha preocupado solo por llegar a las elecciones, poniendo nafta a una situación ardiente, con mirada a corto plazo, recurriendo a prácticas dañinas propias del populismo como el clientelismo. El “plan platita” ha generado un mayor descalabro en la economía, logrando romper la tendencia decreciente de la inflación, en parte por las medidas para tratar de contener el déficit fiscal. Pero con la misma incoherencia el frente gobernante determinó que se volviera a acelerar la impresión de billetes. Condenando a la Argentina a largos meses de inflación entre el 3% y 4%.

La inflación en Argentina ya es un fenómeno multicausal. Tiene una base en la emisión monetaria. Pero ahora la inflación está instalada en el imaginario colectivo de la gente. La falta de un plan económico y de coherencia en el gobierno nacional altera las perspectivas de los ciudadanos, y la gente busca cubrirse ante la incertidumbre de una manera lógica, remarcando precios, comprando dólares o acelerando el gasto. Todas estas acciones son negativas para una economía y generan más inestabilidad.

La sociedad se encuentra muy estresada, por la inflación crónica que la golpea, y los altos números de desempleo (9.6%) y subocupación (12.4%). Esto internamente representa una situación muy compleja para el gobierno nacional: los números macroeconómicos son malos, la inflación golpea el bolsillo y cada vez es más complejo conseguir trabajo que sea bien remunerado y cubra las necesidades de una familia promedio.

Los demás agentes económicos también leen esta falta de plan económico, que se agrava con la falta de liderazgo y la evidente debilidad política del presidente Fernández, manejado desde las sombras por Cristina Kirchner. Existe un 79% de posibilidades de default en los próximos cuatro años, este número es demoledor pensando en relaciones de inversión de largo plazo. Esto se traduce en varias acciones que mantienen a la economía sumida en un ciclo negativo. La gente no cree en este gobierno, comprando dólares bajo la célebre frase “el dólar siempre está barato en Argentina”, golpeando la deuda externa del país, la cual cotiza por debajo de un 40% de su valor nominal; y finalmente invirtiendo en deuda ajustada por CER, lo cual retroalimenta más aún la inflación.

El hecho de que el 73% de la deuda soberana sea ajustada por CER (fuente PPI), pone un auto cepo al Ejecutivo nacional, que cada vez condiciona más su estrategia financiera. Si intenta emitir deuda en pesos no ajustada por inflación, los inversores no la tomarían, por lo que debería ofrecer tasas más altas de interés en pesos, o deuda en dólares (sabiendo que no hay) o muchos inversores irían al dólar, presionando su precio o cotización.

Hoy el kirchnerismo piensa que los pasajeros del Titanic están molestos porque no les gusta la música. Sin considerar que en realidad están aterrados de morir ahogados. Cambiar la canción o acelerar la velocidad de la música no modificará el destino. Solo hará que la gente corra más rápido aún hacia los botes salvavidas, los cuales, todos sabemos que no alcanza para todos.

El domingo pasado las urnas hablaron, sin embargo vemos a un presidente que no quiere escuchar ese claro mensaje de cambio de rumbo que envió el pueblo.

Frente a los alarmantes números que aquí hemos expuesto, vemos al primer mandatario que niega la contundente derrota, desorientado y sin un plan. Esto genera más incertidumbre y angustia en los ciudadanos.

El gobierno nacional debe admitir el tremendo fracaso y dejar de tapar la realidad. Es momento de que reaccionen y produzcan los cambios que exige la situación. Argentina necesita una nueva orientación económica de manera inmediata, empezar a construir un rumbo distinto. Un futuro esperanzador es posible.

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