Virtud y fortuna

El principal desafío para el Gobierno será poder aprovechar el buen contexto internacional de tasas internacionales bajas y altos precios de las exportaciones agrícolas

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El presidente Alberto Fernández
El presidente Alberto Fernández

“El hombre que dijo ‘preferiría ser afortunado a ser bueno’ comprendió profundamente la vida. La gente tiene miedo de aceptar cuánto de su vida depende de la suerte. Es espantoso pensar que hay tanto fuera de nuestro control”, (Woody Allen, Matchpoint).

“Sé que es un buen general ¿pero tiene suerte?”, (frase atribuida a Napoleón Bonaparte)

A lo largo de los últimos meses el entorno global ha sido una fuente de buenas noticias para la Argentina. El precio de nuestras exportaciones agrícolas se ha incrementado notablemente en los últimos dos meses impulsado por la recuperación de la economía china. A la vez, se espera que la economía de Brasil, nuestro principal socio comercial, caiga menos de lo esperado originalmente en 2020 y experimente un mayor crecimiento en 2021. Las tasas a nivel global se mantienen bajas y el dólar se ha debilitado. El contexto internacional luce sumamente favorable para las economías emergentes.

El economista cubano Carlos Díaz Alejandro -autor del clásico “Ensayos sobre la Economía Argentina”- solía decir que la combinación de precios altos de las materias primas, liquidez internacional abundante y tasas globales bajas era para los países en desarrollo el equivalente al Nirvana.

La relevancia que el contexto internacional tiene para la política doméstica de los países en desarrollo no debiera ser subestimada. Las dictaduras de los 70 cayeron como consecuencia del impacto de una sucesión de shocks externos negativos. Los gobiernos de la ola izquierdista de comienzos de siglo en la región se beneficiaron ampliamente de un contexto internacional favorable, lo que les permitió sostenerse en el poder e incluso surfear con éxito la crisis financiera global de 2008-9.

César Zucco y Daniela Campello sostienen que en América Latina los votantes no premian o castigan la buena o mala gestión de los oficialismos, sino su buena o mala suerte. ¿Qué sería tener buena suerte? Básicamente gozar de un contexto signado por buenos términos del intercambio y tasas bajas.

No solo hay un entorno internacional signado por términos del intercambio favorables y tasas bajas, sino que las recientes noticias respecto de contar con más de una vacuna para el Covid-19, permitirían evitar nuevas olas de contagios, y sostener la recuperación global.

Agreguemos la salida de escena de Doland Trump a partir del 20 de enero de 2021, un factor que si bien no cambiará en lo más mínimo la disputa global entre Estados Unidos y China, probablemente resultará en una mayor previsibilidad de la política exterior de Washington.

Los planetas parecieran estar alineándose para la Argentina y para el gobierno de Alberto Fernández. Luego del verdadero palazo que supuso la pandemia del COVID-19, la suerte parecería entonces sonreír al gobierno.

Sin embargo, no todo es suerte en la vida y mucho menos en política. Tal como sostiene Maquiavelo en El Príncipe, el éxito en política no es sólo hijo de la buena fortuna, sino que también requiere de “virtud”, no entendida en un sentido moral, sino como talento, habilidad y audacia.

Es decir, el contexto internacional, que tan desfavorable lucía hace unos pocos meses, se ha revertido y luce beneficioso para el país. El principal desafío para el gobierno sería aprovecharlo. ¿Podrá hacerlo? Ello requiere audacia. Como bien señala Virgilio en La Eneida, “la fortuna sonríe a los audaces”.

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