
Es sorprendente cómo todo el mundo está hablando del acuerdo al que llegó al gobierno con los acreedores cuando solo tenemos un comunicado del gobierno argentino y todavía no hay ningún comunicado oficial de los acreedores (luego de publicarse esta columna llegó el comunicado). Es más, el comunicado oficial dice textualmente: “Argentina y tres grupos de acreedores alcanzan acuerdo de reestructuración de deuda” y luego agrega: “Para efectivizar el acuerdo, Argentina extiende por medio del presente la fecha de vencimiento de su Invitación desde las 5:00 pm, hora de la Ciudad de Nueva York, el 4 de agosto de 2020, hasta las 5:00 pm, hora de la Ciudad de Nueva York, el 24 de agosto de 2020”.
O sea, hasta ahora tenemos un acuerdo con una parte de los acreedores y el plazo para decidir es el 24 de agosto de este año. De manera que ante el exitismo, sería conveniente ser cautos y no anticiparse a acuerdos que, al momento de redactarse estos reglones, todavía no están firmes por más que varias fuentes confiables den por seguro el acuerdo. Lo cual es probable dado que los acreedores lograron que de los USD 38 a USD 40 dólares iniciales de oferta, Argentina terminen aceptando pagar USD 54,80 más cláusulas que, según informan desde Nueva York, las pusieron los mismos acreedores.
De confirmarse el acuerdo, el grueso de los vencimientos le caería al próximo gobierno, lo que no quiere decir que en el corto plazo esta administración vaya a conseguir fondos frescos para financiar el difícil.
Pero más allá del deal que todavía tiene que ser aceptado por el resto de los acreedores, el punto es que de concretarse seguramente bajará el riesgo país, los grandes venderán sus bonos perdiendo menos (tendrán que encontrar muchos incautos que compren bonos sin un plan económico detrás) y luego vendrá la negociación con el FMI.
Conviene insistir con el exitismo, porque Mauricio Macri también acordó con los acreedores el default que había dejado el kircherismo, tuvo acceso al financiamiento externo y finalmente no pudo pagarlo y terminó reperfilando la deuda. Sin que se produjera la lluvia de inversiones que esperaban en Cambiemos.
¿En qué le cambia la vida a la gente? Por ahora no se ve que se vaya a producir una lluvia de inversiones que mejore los ingresos de la población gracias a nuevas fuentes de trabajo. Inversiones que se hundan para poner una fábrica. Con esta inseguridad jurídica, carga tributaria y legislación laboral eso luce muy difícil.
Es posible que el año que viene, si los gobiernos de Estados Unidos y la UE inundan con emisión el mercado para reactivar sus economías, el gobierno pueda acceder a fondos frescos. Finalmente los fondos de inversión encontrarán liquidez para colocar bonos de un país insolvente como es Argentina y siempre habrá incautos inversores que comprarán esos bonos recomendados por asesores que cobran sus bonus a fin de año y luego desaparecen.
En síntesis, todavía no parece haber un acuerdo definitivo, aunque es probable que se llegue porque todo parece indicar que los acreedores ponen sus condiciones y tendrán la oportunidad de salir de Argentina reduciendo sus pérdidas. Ahora, de ahí a pensar que Argentina entra en una senda de crecimiento de largo plazo, es un tema muy diferente. Todavía se necesita un Gobierno creíble, con un plan creíble y un equipo creíble que atraiga inversiones. Y eso ya son palabras mayores.
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