
Leo que Latam ha anunciado su retiro de Argentina, no así de otros países. Puede haber razones de todo tipo y claramente el Covid tiene muchísimo que ver. Puede haber problemas sindicales o costos operativos elevados o alto costo de los pasajes para nuestra capacidad adquisitiva, o mala gestión. No lo sé. Sin embargo hay una razón que estoy segura que tiene gran importancia, y que además incide en toda la economía.
Las líneas aéreas tienen un enorme costo financiero por el leasing de sus aviones. Ese costo financiero está dado por la tasa de interés. Como Argentina tiene muchos problemas, todas las empresas argentinas tienen que soportar una elevada tasa de interés. Asimismo, el leasing es en dólares y ese costo no es fácil de trasladar al costo de los pasajes, ya que posiblemente serían muy caros. La empresa enfrenta entonces todos los problemas que están padeciendo todas las líneas aéreas del mundo, más una doble Nelson muy seria: elevada tasa de interés y fuerte brecha para acceder a divisas.
No son sólo ellos. La tasa de interés es la razón por la que en Argentina son caros los quesos, es difícil lograr novillos de cuatro años, es caro estudiar una carrera de seis años, etcétera. Es que el tiempo es caro. Sí, el tiempo. La tasa de interés es la contracara que nos explica lo que cuesta esperar hasta que algo rinda sus frutos. Argentina podría tener una industria láctea pujante, con quesos bien estacionados, podría exportar novillos del mismo tamaño que otros países y no dos años más jóvenes, hasta tendríamos las maltas para tener whiskys o las uvas para tener vinos o champagne con mucho estacionamiento. Pero el costo del capital lo hace muy difícil.
La negociación de la deuda es indispensable para que las empresas puedan tener alguna financiación. Es un tema largo pero si el Estado no paga sus compromisos –o mejor dicho, no promete que en el futuro dentro de cuatro años comenzará a pagar- es imposible que baje la tasa de interés. Hoy tenemos una elevadísima tasa de interés, también llamada riesgo país, también llamada costo del capital, también llamado costo del dinero, también llamado rendimiento requerido, también llamado costo de oportunidad. Son distintas formas de decir lo mismo. Hoy lo pagamos con la desaparición de Latam. Hace tiempo que lo pagamos con el elevado crédito que ahoga a las empresas, la falta de acceso a la vivienda.
El costo del capital es tan alto por la incertidumbre que agobia a la Argentina. Hay déficits permanentes, inflación, instituciones débiles, marchas y contramarchas en la política económica. Nadie puede prever o calcular el costo de algo que ocurrirá en el futuro, sobre todo si está adaptándose constantemente a lo que hoy ocurra.
Se puede vivir sin Latam, sin whisky y sin quesos. Mucho mejor sería pensar en desarrollarnos trabajando para tener previsibilidad para lograr un costo del capital razonable.
La autora es economista de la UCEMA
Últimas Noticias
Sindicato y empleador: Causas de los conflictos laborales
El documento detalla que los tipos de desacuerdo laboral se generan por malentendidos o problemas en la comunicación, sobre los roles y las responsabilidades, cuestionamientos sobre liderazgo y gestión, entre otros

El juicio que desnuda la caída de la República
Cuando el tribunal encargado de juzgar corrupción estructural tolera escenas impropias, comunica que el sistema se acomoda al poder en lugar de disciplinarlo. La Argentina está mostrando al mundo que no puede garantizar las condiciones mínimas para juzgar a su poder político

El verdadero equilibrio
Debilitar las reglas que protegen estas zonas no garantizaría un equilibrio entre actividad económica y cuidado ambiental, sino que, por el contrario, lo rompería

Juramentos escandalosos que denigran al Congreso
En los últimos años se ha convertido en costumbre que los legisladores electos, al prestar juramento después de haber elegido una fórmula acorde a sus creencias, agreguen destinatarios de ese mensaje, haciendo que el acto de incorporación se convierta en un show circense y provocador

La rosca y la casta
Javier Milei, exultante, acompañó la jura de sus nuevos diputados, en una Cámara baja en la que logró alcanzar la primera minoría a base de negociaciones que tuvieron todos los ingredientes de la vieja política



