Todas las miradas sobre Vidal

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(Foto: Maximiliano Luna)
(Foto: Maximiliano Luna)

Los estrategas de campaña se refugian en un concepto: ninguna foto del momento te puede contar qué pasará en la elección. Adhieren a la idea de que en los días que corren la percepción del tiempo muta y que el mes y días que nos separa del cierre de las listas se vive hoy como una insondable eternidad.

"Pueden pasar muchas cosas en ese lapso", replican cuando uno machaca con la pregunta del momento: ¿Hay margen todavía para el Plan V? El interrogante pervive en las callejuelas del poder y mantiene en vilo al "círculo rojo" aún después de que el staff presidencial salió a ratificar una y otra vez que Mauricio Macri se presenta sí o sí.

Son muchos los que insisten en que la política está en "modo electoral" y que es ese contexto todo se vuelve impredecible. No niegan que la brecha que separa la imagen positiva de María Eugenia Vidal de la del presidente Macri es de entre seis y ocho puntos a favor de la gobernadora pero, por el momento, no ven un escenario que amerite el vapuleado Plan V con el que no solo sueña parte del oficialismo, sino también algunos hiperactivos actores de la oposición.

"Hay que ser muy cuidadosos con el análisis" repiten en los despachos de la gobernación bonaerense. La comunicación política de los tiempos que corren está dominada por el vértigo y predecir el comportamiento del electorado con tres meses de anticipación es imposible.

Los que rodean a la mujer más asediada del momento aseguran que estos avatares no logran sacarla de su eje. Se la ve tranquila, al frente de sus tareas habituales, dispuesta a acompañar al Jefe de Estado en todas y cada una de sus decisiones. Lo reconoce como su genitor político, confía en el rumbo económico por él elegido y cultiva con denodado esmero su serenidad acompañando esta etapa. Dicen que las reglas que rigen la relación personal de la gobernadora con el Presidente escapan absolutamente a las reglas del sistema. Sostienen que se apoya en una relación de confianza construida durante años y que hoy sigue fluyendo pese a los avatares de tan sensible momento.

No hay entre María Eugenia y Mauricio una química que dé para confidencias, pero eso no impide que se busquen en el WhatsApp cuando cae la tarde del domingo y ven ambos venir una nueva semana de apremios económicos y definiciones institucionales.

Las cuestiones personalísimas quedan reservadas para otro interlocutor. Es Horacio Rodríguez Larreta quien comparte con la muchacha del momento las intimidades, dudas y desasosiegos que suelen atrapar a los que gozan y padecen la soledad que inevitablemente conlleva el poder. El vínculo entre ambos, dicen, es absolutamente entrañable.

En el entorno de Vidal sostienen que es absolutamente superficial fogonear livianamente un plan de recambio. Nadie se pregunta qué pasaría con la gobernabilidad si siete meses antes el Presidente se baja admitiendo su falta de competitividad para enfrentar una elección. Tampoco plantean quién sería la persona indicada a disputar la gobernación de la provincia de Buenos Aires. Consultados acerca de si ella está emocionalmente preparada para un cambio de planes, esquivan con extrema delicadeza y elegancia: "Nadie está preparado para presidir un país".

Mientras los que diseñan las estrategias de campaña se dejan llevar por la data de los algoritmos y permanecen atentos a los "mapas de calor" para orientar rumbos y decisiones, María Eugenia Vidal echa mano a todas sus herramientas personales para permanecer en centrada. Se la escucha decir que en tiempos complicados no hay que perder la calma, que es clave mantener el temple. Los que la conocen bien aseguran que le gustan los desafíos, que la tienta lidiar con la dificultad, que trabaja buscando siempre el equilibrio y que para ella una cosa es abrirse hacia los otros y otra muy distinta es ceder.

No se la ve aflojando en ningún frente. Confía en el rumbo económico liderado por Macri y no le quita el cuerpo a las fotos del momento. Dicen que está convencida de que el trabajo que está haciendo el Presidente dejará al país en un sitio mejor, aunque las correcciones que se estén haciendo sobre la macro no alcancen bienestar a la gente en el tiempo que nos separa de las elecciones. Está segura de que si se cumple con el plan fiscal del FMI, la inflación va a ceder y que el próximo gobierno recibirá el poder con el 75% de las tarifas sinceradas y con Vaca Muerta en las puertas de ser una "nueva soja".

Sus asesores están convencidos de que el "mood" de los electores se define a último momento, que vivimos en un clima pan-sensualista y que son dos las emociones básicas que mueven las decisiones de la política: el miedo y el amor. Celebran la irrupción del libro de Cristina agitando enojos y rencores, y apuestan a la capacidad de generar cercanía, que dicen, retiene la muchacha que manda en la más populosa y compleja de las provincias argentinas.