Hezbollah no es un tema menor en la Argentina

Bryan Acuña

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Completamente sorprendido con que un analista internacional argentino de apellido Sbarbi se dejara decir ante la cadena internacional CNN que el grupo Hezbollah no tiene vínculos en la Argentina, después de que fueron detenidos dos sospechosos de tener nexos con la agrupación chiita que opera principalmente en el sur del Líbano. A esto le agregó que en la Triple Frontera (Argentina, Brasil y Paraguay), salvo un tema de contrabando, no hay una presencia de la organización, pese a la cantidad de operativos que se ha realizado el último año y el arresto de sospechosos de formar parte del brazo operativo en América Latina de dicho grupo.

En varios artículos publicados por Infobae se describen trabajos que demuestran la asociación de Hezbollah con el narcotráfico, lavado de dinero y armas, los cuales se transforman en sus fuentes de financiamiento. También el analista argentino George Chaya ha dejado en evidencia las actividades del crimen organizado por parte de dicha agrupación en esa zona interfronteriza, así como los millonarios tratos en el mercado negro que realizan. De igual forma esto lleva a pensar automáticamente en la posibilidad de que el grupo pueda perpetrar un tercer atentado dentro de la República Argentina como bien lo manifestó Román Lejtman en una nota del pasado mes de octubre, sumándose a los dolorosos ataques de 1992 y 1994, uno contra la Embajada israelí en la Argentina y el otro contra la sede de la Asociación Mutual Israelita Argentina (AMIA).

Se contradice el analista al mencionar que el grupo chiita libanés no tiene atentados endosados en su lista de actos extra territorio libanés, con actos de terror en la década de los 80 en ciudades de Francia, Tailandia, Kuwait, Alemania, entre otros, más la serie de ataques efectuados a finales del siglo XX y comienzos del XXI, por lo que sí hay varios atentados endosados a Hezbollah, además de participación en otras regiones, incluyendo presencia en Siria y en regiones latinoamericanas como la región citada anteriormente, más Venezuela, lo que el analista omite por diversas razones (válidas o no).

Sin duda se debe decir que tan peligroso es el reclutamiento o el trabajo terrorista de grupos como Hezbollah, financiado desde Teherán, en medio de las denominadas guerras de nueva generación (que él debe conocer bien), a como lo es el terrorismo financiado desde Qatar o el Reino de Arabia Saudita. En cualquiera de los casos es nefasto para los países que reciben los ataques por parte de estas agrupaciones que también hacen parte del trabajo sucio de enfrentamientos entre Estados que no luchan directamente sino que utilizan este tipo de organizaciones como parte de las guerras híbridas del siglo XXI. Dicho sea de paso, de Hezbollah es que se fortalecen los conceptos relacionados con este tipo de guerra mencionado previamente.

Es llamativo también este tipo de aclaraciones pensando que los argentinos han sido directamente víctimas de dos atentados, pero es de suponerse que el analista considera que estos no fueron ejecutados por el Hezbollah, como lo ha determinado insistentemente la Justicia de la República Argentina, y probablemente endosen la responsabilidad a las teorías alternas que señalan un trabajo interno de grupos relacionados con Mossad, o criterios similares, desmentidos varias veces. Quizás incurra en una equivocación y el señor Sbarbi sí considere responsables a Hezbollah y Teherán en estos actos en la Argentina, contra ciudadanos argentinos en su mayoría.

Omite en su análisis ir más allá de decir que solamente Estados Unidos e Israel catalogan al grupo islamista como terrorista. Debe quedar en claro que también varios países de la Unión Europea catalogan al brazo armado o a su coalición partidaria libanesa como terrorista. El caso de Australia, Canadá, Reino Unido, Países Bajos, Francia, Bahréin, el Consejo de Cooperación para los Estados Árabes del Golfo desde el año 2013 y los egipcios desde el 2011.

Es cierto que Hezbollah es también un partido político en el gobierno, el cual ha crecido mucho en los últimos años y que además cuenta con un brazo armado, que en ocasiones trabaja de la mano del ejército formal libanés, aunque a veces trabaja de modo paramilitar, al margen del Gobierno y con una agenda extra a la libanesa; sujeta al mandato de Teherán (su principal benefactor) y aprovechándose que su poderío supera en cuanto a depósitos de armas, tipos y estrategias al propio ejército del Líbano. Por este motivo las acciones para contrarrestarlo son mínimas y, por el contrario, hay un silencio cómplice que al final involucrará al país en las acciones que este grupo realice al margen de la ley.

Finalmente, no está de más decir que el hecho de que dos individuos porten fotografías del jeque Hassan Nasrallah no indica que eso los convierta en terroristas en potencia, como el tener fotografías de cualquier otro criminal o personaje nefasto de la historia no los hace automáticamente parte o simpatizante de su grupo, pero omite lastimosamente que el propio tío de los dos imputados, Galeb Moussa Hamad, admitió que ambos sujetos son simpatizantes del grupo, lo que, sumado a las supuestas fotografías, da señales de vinculación para que, como mínimo, se abra un expediente que descarte cualquier asociación ilícita como lo establece el propio Código Penal argentino en su artículo n° 210, y se debe tener claro que, después de los atentados en territorio argentino, el Hezbollah no es cualquier agrupación que puede tener simpatías a lo interno del país de manera laxa o sin los cuidados del caso.

El autor es licenciado en Relaciones Internacionales de la Universidad Internacional de las Américas, especializado en la temática de Oriente Medio.