
La llegada de la Pascua, que este año se celebrará el 20 de abril, pone en funcionamiento una de las cadenas de abastecimiento más dinámicas del calendario global: la de los huevos de chocolate. Desde las plantaciones de cacao en el hemisferio sur hasta las góndolas en los supermercados, estos productos recorren miles de kilómetros y atraviesan múltiples procesos logísticos que garantizan su presencia en una de las celebraciones más esperadas.
El circuito de distribución se trata de un mecanismo complejo que involucra cultivos, centros de procesamiento, producción masiva de envoltorios, distribución en frío y una carrera a contrarreloj para que los productos lleguen frescos y en óptimas condiciones a las góndolas de todo el mundo.
Del cacao al chocolate: un viaje global
El punto de partida de esta cadena se encuentra en las plantaciones de cacao, principalmente ubicadas en regiones tropicales de África Occidental, América del Sur y el sudeste asiático. La cosecha de los granos, que se realiza mayormente a mano, es un proceso que requiere planificación anticipada: para que el chocolate esté listo para Pascua, la recolección comienza a mediados del año anterior.
Una vez cosechada, la materia prima atraviesa un proceso de fermentación y secado, seguido por el transporte hacia los centros de procesamiento donde se transforman en pasta de cacao y manteca de cacao. Estos derivados se trasladan posteriormente a plantas de producción que pueden llegar a fabricar hasta 1.500 huevos de chocolate por hora.
El siguiente eslabón clave de la cadena se encuentra en los envoltorios. El papel metalizado y los empaques plásticos protectores no solo tienen una función estética, sino que también conservan la frescura del chocolate y lo protegen durante el transporte. En promedio, un huevo de Pascua recorre más de 8.000 kilómetros desde la producción hasta el consumidor final, dependiendo del país de destino.
La carrera logística: distribución y almacenamiento en frío
En una temporada marcada por la alta demanda, la eficiencia logística se convierte en una pieza fundamental. El transporte de los huevos de Pascua requiere condiciones de temperatura controlada, especialmente en países donde el clima en abril comienza a elevarse con la llegada del otoño o la primavera, según el hemisferio.
Durante las semanas previas a la celebración, los centros de distribución operan a plena capacidad. Según datos de operadores logísticos internacionales, la distribución de productos estacionales como los huevos de chocolate aumenta hasta un 40% respecto a otros meses del año. Además, los envíos internacionales deben sortear desafíos adicionales como congestiones portuarias, demoras aduaneras y regulaciones específicas para el transporte de alimentos.

Sostenibilidad: el nuevo eje de la cadena de Pascua
La creciente conciencia ambiental también impacta en la logística de los huevos de Pascua. Gracias al Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (Pnuma), una gran cantidad de empaques de productos de temporada ya son biodegradables o reciclables. Esto permite reducir considerablemente los desechos plásticos que históricamente se generaron durante esta celebración.
Pero la sostenibilidad no se limita solo al embalaje. La incorporación de soluciones de trazabilidad en tiempo real contribuye a optimizar las rutas de distribución.
Además, los centros de distribución han comenzado a incorporar vehículos eléctricos para el reparto urbano, una medida que contribuye a mitigar la huella de carbono especialmente en la última milla, donde se concentra la mayor parte de las entregas por comercio electrónico.
El impacto de la producción en la sociedad
Más allá de ser un símbolo festivo, los huevos de Pascua representan un dinamizador económico importante para el sector del comercio estacional. En términos laborales, se estima que alrededor de 150.000 personas participan directamente en la cadena de producción y distribución a nivel global, desde agricultores hasta repartidores.
En la vida diaria de las personas, esta compleja red de abastecimiento se traduce en la posibilidad de mantener una tradición que trasciende fronteras. Para las familias, encontrar este producto en las góndolas no solo significa mantener viva una costumbre, sino también acceder a una unidad que, gracias a la eficiencia logística, mantiene su calidad y frescura sin importar la distancia recorrida.
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