
Éste 28 de septiembre marca el quinto aniversario de la partida de una de las voces más emblemáticas que ha dado la música en español: José Rómulo Sosa Ortiz ‘José José'. Conocido mundialmente como “El Príncipe de la Canción”, el hombre que conmovió al mundo con melodías como “El Triste” no solo luchaba contra los aplausos, sino también contra sus propios demonios, los cuales lo llevaron a tocar fondo en más de una ocasión.
José José no solo fue testigo de su ascenso meteórico en el mundo de la música, sino también del descenso a los rincones más oscuros de su existencia. Tras años de éxitos y giras interminables, el alcohol y las drogas se convirtieron en sus compañeros más fieles, pero a un alto precio. Lo que comenzó como una forma de lidiar con la presión y el vacío que dejaba la fama, rápidamente se transformó en un vicio destructivo que lo consumió desde adentro.
Durante años, el oriundo de la Ciudad de México vivió una vida marcada por las adicciones, perdiendo el control de su carrera, su voz y lo más doloroso, de su propia familia. A principios de los noventa, el Príncipe de la Canción llegó a un punto crítico en su vida. Su matrimonio con Anel, la madre de sus primeros hijos, colapsó y, tras el divorcio, el cantante tocó fondo de manera literal: llegó a vivir en un taxi, rodeado de otros adictos.

Las fotografías del ídolo durmiendo en la calle contrastaban brutalmente con la imagen del hombre elegante y refinado que, apenas unos años antes, había llenado estadios y conquistado corazones con su voz prodigiosa. Las desapariciones de José José por largos periodos se hicieron frecuentes, siendo cada vez más común perderle el rastro por semanas, hasta que algún amigo o familiar lo encontraba en las peores condiciones. “Lo vimos tirado en la calle”, “estaba durmiendo en un taxi”, llegó a relatar su hijo, José Joel.
Cuando parecía no existir solución, llegó un rayo de esperanza. Darío de León, Ricardo Rocha y Tina Galindo, quienes estaban en los medios de comunicación y fueron amigos cercanos del cantante, se enteraron de su situación y decidieron intervenir. Lo llevaron a un centro de rehabilitación en Minnesota, donde inició su camino hacia la recuperación y donde tras un mes de tratamiento, José José emergió acompañado por Sarita, su última esposa, quien lo apoyó para mantenerse firme en su decisión de abandonar el alcohol.
El renacer de un príncipe
Aunque la rehabilitación le permitió salvar su vida, el precio que pagó fue altísimo. Su voz, la herramienta que lo había llevado a la cima, nunca volvió a ser la misma. Las décadas de abuso de alcohol y drogas habían dejado daños irreparables en sus cuerdas vocales y en su salud. Sin embargo, José José supo resurgir, no como el cantante que alguna vez fue, pero sí como un hombre decidido a vivir con dignidad los últimos años de su vida.
Gracias al apoyo de gente que realmente lo apreciaba, el artista logró reconstruir una parte de su vida. Retomó su carrera, aunque con una voz más apagada, pero con una fuerza interior renovada. Se dedicó a su familia y, aunque las heridas con algunos de sus hijos nunca lograron sanar del todo, su figura y legado quedaron grabados en la historia de la música mexicana.
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