
Recientemente, un estudio llevado a cabo por investigadores del Departamento de Psicología y el Centro de Investigación Interdisciplinaria del Cerebro de la Universidad de Jyväskylä, en Finlandia, reveló que los perros y sus dueños comparten una sincronización en la variabilidad de sus frecuencias cardíacas durante las interacciones cotidianas.
La variabilidad de la frecuencia cardíaca corresponde a las modificaciones temporales de ésta o del intervalo que existe entre cada latido, por lo que la sincronización entre un canino y su compañero humano, conocida como co-modulación, es el reflejo de un vínculo emocional profundo y, a su vez, una conexión fisiológica entre ambos.
De acuerdo con los investigadores, la sincronización entre perros y dueños no solo depende de las actividades realizadas, sino también de factores como la raza del animal, el tiempo que han vivido juntos y las características de la personalidad del cuidador. Las razas de perros criadas para trabajar en estrecha cooperación con los humanos, como los perros pastores, muestran una mayor sensibilidad al comportamiento y las emociones humanas, además, en estas razas, los niveles de cortisol, una hormona relacionada con el estrés, tienden a correlacionarse con los de sus dueños a lo largo del tiempo.
Por el contrario, razas más independientes, como las de caza solitaria o las razas antiguas, no presentan el mismo nivel de sincronización fisiológica. En estos casos, la personalidad del dueño parece jugar un papel más determinante en la relación emocional y fisiológica con el perro, además, las parejas que han convivido durante más tiempo tienden a mostrar un mayor contagio emocional y un vínculo más fuerte.
En qué consistió el estudio

El estudio, que incluyó a 30 perros sanos de 13 razas distintas, encontró que los patrones de variabilidad de la frecuencia cardíaca de los perros y sus cuidadores se ajustan mutuamente dependiendo del contexto emocional y físico compartido, por ejemplo, cuando el dueño está relajado, el perro también tiende a estarlo.
Los participantes fueron reclutados a través de publicaciones en redes sociales y de la colaboración con la empresa smartDOG, que ofrece pruebas cognitivas para perros en Finlandia. Para esto, se seleccionaron únicamente perros de tamaño mediano, con un peso de entre 10 y 30 kilogramos, para evitar posibles variaciones en los valores de la frecuencia cardíaca debido a diferencias en el tamaño corporal. Además, se excluyeron perros que mostraran agresividad o miedo hacia extraños, así como aquellos que estuvieran en celo, padecieran enfermedades agudas o estuvieran bajo medicación que pudiera afectar sus funciones cardíacas.
En cuanto a los dueños, los criterios de exclusión incluyeron ser menores de 18 años, padecer enfermedades agudas o estar bajo medicación que pudiera influir en sus ritmos cardíacos con el objetivo de garantizar que los resultados del estudio fueran lo más precisos y representativos posible.
El estudio se llevó a cabo en una sala de pruebas de aproximadamente 30 metros cuadrados, equipada con diversos elementos para garantizar un ambiente cómodo y familiar para los perros. Entre los objetos disponibles se encontraban ocho sillones puff, una alfombra que cubría el suelo, cabinas, una mesa, un lavabo y dos pantallas de lona que bloqueaban la vista exterior. Además, se colocaron cámaras en puntos estratégicos para registrar las interacciones desde diferentes ángulos.
Según el estudio, publicado por la revista Nature, los dueños de los perros fueron invitados a llevar las golosinas y juguetes favoritos de sus mascotas y, antes de iniciar las pruebas, los perros tuvieron un periodo de adaptación de aproximadamente 30 minutos, durante el cual pudieron explorar libremente la sala con el objetivo de reducir el estrés de los animales y familiarizarlos con el entorno.
El experimento tuvo una duración total de aproximadamente 53 minutos, durante los cuales, los perros y sus dueños permanecieron solos en la sala de pruebas. Los investigadores, ubicados en una habitación contigua, supervisaron las actividades mediante una conexión de video y audio; en caso de que los dueños necesitaran aclaraciones o instrucciones adicionales, los experimentadores podían establecer comunicación a través de un sistema de audio bidireccional.
El diseño del estudio incluyó un periodo inicial y final de descanso, que sirvió como referencia para comparar los datos obtenidos durante las actividades. Entre estos periodos, se llevaron a cabo cuatro tareas diferentes que buscaban modelar comportamientos naturales de interacción entre perros y dueños. Estas actividades variaban en niveles de activación física, desde juegos con gran cantidad de moivimiento hasta momentos de caricias más tranquilas. Según explicó la universidad, las instrucciones para cada tarea se mostraban en una pantalla de computadora dentro de la sala, lo que permitía a los dueños seguir las indicaciones sin necesidad de intervención directa de los investigadores.
Entre cada tarea, se establecieron pausas de tres minutos, durante las cuales los dueños debían sentarse y descansar para evitar la fatiga tanto en los perros como en sus propietarios, asegurando que las mediciones reflejaran comportamientos naturales y no estuvieran influenciadas por el cansancio.
El vínculo emocional entre perros y humanos

De acuerdo con el portal especializado Psicología y Mente, en periodos de descanso, ya sea antes o después de realizar actividades, los patrones de variabilidad de la frecuencia cardiaca coincidían en las parejas, evidencia de que los perros y sus dueños experimentan una respuesta emocional parecida; no obstante, durante actividades físicamente intensas, como el juego, aunque los movimientos de ambos se sincronizan de forma más precisa, la variabilidad de la frecuencia cardiaca continúa reflejando un contexto emocional compartido.
El estudio también destacó que la sincronización emocional entre perros y dueños no se limita a las interacciones directas. Según los investigadores, los niveles de excitación emocional de ambos tienden a reflejarse mutuamente incluso cuando simplemente comparten el mismo espacio, como una habitación, sin necesidad de interactuar activamente. Este fenómeno es comparable a lo que ocurre entre madres e hijos humanos, donde los estados emocionales de ambos se sincronizan durante la interacción social, especialmente cuando hay contacto físico.
Por otro lado, según una investigación realizada por la Universidad de Linköping, en Suecia, los niveles de estrés a largo plazo entre los humanos y sus perros tienden a sincronizarse. Este hallazgo, publicado en el estudio titulado Long-term stress levels are synchronized in dogs and their owners (Los niveles de estrés a largo plazo están sincronizados en los perros y sus dueños), sugiere que los perros no solo perciben el estrés de sus dueños, sino que también lo adoptan como propio.
De acuerdo con la profesora Sofía Rodríguez Viniegra, de la Facultad de Medicina Veterinaria y Zootecnia de la UNAM, los perros tienen la capacidad de detectar el estrés humano a través de señales no verbales y del olfato, esto se debe a que, cuando una persona está estresada, libera altos niveles de cortisol, una hormona que los perros pueden identificar gracias a su desarrollado sentido del olfato.
Al respecto, la especialista detalla que en el Hospital Veterinario de Especialidades en Fauna Silvestre y Etología Clínica de la UNAM, ha atendido casos en los que tanto los perros como sus dueños presentan síntomas de estrés similares. Según explicó, esto ocurre porque los perros actúan en función de lo que perciben en su entorno, especialmente de las emociones y comportamientos de sus cuidadores.
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