David Rieff: “Hoy Rushdie tendría muchos problemas para publicar porque estamos obsesionados por no ofender”

En “Obra imprescindible”, David Rieff, historiador y periodista estadounidense elige lo mejor de la obra de su madre, Susan Sontag. La vigencia de su obra para pensar la invasión de Rusia a Ucrania, los fascismos, las redes sociales, Godard y hasta la política argentina son algunos temas. “Mi madre era más optimista que yo”, dice.

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David Rieff define a Obra imprescindible como la antología definitiva de Susan Sontag (Maximiliano Luna)
David Rieff define a Obra imprescindible como la antología definitiva de Susan Sontag (Maximiliano Luna)

“Esta es la antología definitiva, amplia, representativa y con todas las contradicciones”, dice David Rieff, el hijo de una de las mayores intelectuales norteamericanas, Susan Sontag. Habla de Obra imprescindible, el nuevo libro que editó y prologó-Allí reúne las ideas fundamentales de su madre, “tratando de representar varios aspectos de su conciencia”, según cuenta a Infobae Leamos en el restaurante de la Biblioteca Nacional.

El barbijo cuelga de su muñeca, saluda con un beso, una sonrisa cordial y trata de “vos”, como si se fundiera en el escenario porteño. Elegimos una mesa al aire libre para conversar. “La obra de mi madre es muy contradictoria pero creo que eso es una ventaja porque nuestra cultura es contradictoria y somos seres humanos llenos de nuestras ambigüedades, advierte.

Adentrarse en este volumen de casi 800 páginas es abrir una caja de herramientas para reflexionar sobre la cultura europea de los años 60 y 70, la fotografía, el cine, el arte, la cultura de masas en los Estados Unidos y sus comprometidas ideas (y acciones) sobre las guerras como en Sarajevo, Vietnam y el atentado del 11S. Obra imprescindible, entonces, incluye los textos más emblemáticos de Sontag como Contra la interpretación Sobre la fotografía, Notas sobre lo “camp” y La enfermedad y sus metáforas. También aparecen notas, diarios inéditos, un discurso en Frankfurt en 2003, donde plantea que el rol de la literatura y un texto que nunca antes se publicó en español: El tercer mundo de las mujeres. Cómo perdurar era la mayor obsesión de Sontag y la vigencia de sus textos es un modo de permanecer.

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La idea de trascendencia a través de una compilación surge hace cuatro años cuando Claudio López Lamadrid aprovechó un almuerzo en el Festival Hay de Cartagena para proponérselo a Rieff y garabatear un posible índice. También el poeta y traductor al español de la obra de Sontag, Aurelio Major, se embarcó en el proyecto.

Me intriga saber cuáles fueron los recuerdos o las imágenes que se le cruzaron a Rieff mientras hacía la selección de una obra cuya autora es su madre, su madre que está muerta. Contesta que le encanta Argentina pero hay una cosa que no entiende: que hacemos psicología de todo. Obra imprescindible, para el analista político, periodista, crítico cultural estadounidense y autor de Un mar de muerte y Elogio del olvido, entre otros, es un trabajo y no lo piensa en términos psicológicos, sino como una intervención. Eso dice.

Rieff detalla que la conexión de Sontag con Argentina no fue tanta salvo por su interés por Jorge Luis Borges y por dos viajes, uno de ellos a la Feria del Libro de Buenos Aires, en 1985. Y que tuvo unos amigos argentinos como Luisa Valenzuela y con el editor Mario Muchnik. “Ella conoció bien México y Cuba”, dice y agrega que tuvo una relación complicada con la revolución cubana: empezó apoyándola y después denunció la represión de los artistas y los homosexuales.

“Rushdie tendría muchos problemas para publicar un libro como Los versos satánicos en nuestra época”

Pero un rato después se le ilumina la cara y sonríe cuando le pregunto cuál era el texto favorito de su madre y si estaba incluido en este volumen “definitivo”. Lo sorprende. Agarra el libro, busca en el índice, pasa las páginas. Sonríe. “Qué interesante esto”, se le escucha decir y confiesa que no está allí, que sus páginas no tienen El amante del volcán.

¿Por qué elige esa ficción? “Me encanta el último capítulo porque es su autobiografía, que nunca había escrito”.

Sigue pasando las páginas y dice que Sontag nunca hubiera escrito una autobiografía aunque mil veces le ofrecieron “una pirámide de dinero”, que rechazó. Y se apura en disipar cualquier esperanza: “ yo nunca escribiría sobre mi relación con ella,” dice. “Es una disgresión casi proustiana”, concluye.

David Rieff. El hijo de Susan Sontag, en Buenos Aires. (Maximiliano Luna)
David Rieff. El hijo de Susan Sontag, en Buenos Aires. (Maximiliano Luna)

En una entrevista decía que su libro Un mar de muerte trata sobre el tema de no estar reconciliado con la muerte, en Obra imprescindible, ¿continúa esa idea?

—Cada antología de una obra completa es una conmemoración. En este caso, después de mi propio padecimiento. Me parece que es la antología definitiva. Curiosamente, existe solamente en español y fue idea del editor español de mi madre, Claudio López Lamadrid. Hemos hecho mucho trabajo. Espero que los editores en otros países en el mundo anglosajón, en Francia, en Italia, en Alemania y Japón puedan salir, aunque eso ya no depende de mí. Obviamente, no es la antología que ella hubiera hecho sino que es mi interpretación, la de Claudio López y el traductor Aurelio Major. En este sentido, es más biografía que autobiografía.

-En este libro hay páginas extraídas del tercer tomo de los diarios o cuadernos inéditos como Cuaderno de Sarajevo 1993-1994. ¿Cuál es la vigencia que tienen en el contexto de la invasión de Rusia a Ucrania?

-Yo creo que ella hubiese estado del lado de las ucranianos en un cien por cien porque en muchos sentidos la guerra de Bosnia o Sarajevo y la invasión de Rusia a Ucrania me parecen momentos históricos con bastantes similitudes. Trabajé como corresponsal y estaba hacía más de un año en Sarajevo antes de la llegada de mi madre. También acabo de regresar de Kiev, estuve en agosto allá y voy a pasar el invierno, en noviembre y diciembre, en Ucrania. Espero que estuviera del lado de los ucranianos. Espero, aunque no lo sé. Esta guerra me parece tan obvia moralmente que no puedo imaginar que ella, que se oponía a muchas guerras como las de Irak o Afganistán hiciera menos que apoyar a los ucranianos.

Susan Sontag, en 2003 (Laura Antonelli/Shutterstock)
Susan Sontag, en 2003 (Laura Antonelli/Shutterstock)

-¿Cambió algo veinte años después del 11S, eso que ella veía como “una lucha entre dos civilizaciones rivales, una productiva, libre, tolerante y secular (o cristiana) y la otra retrógrada, intolerante y vengativa”, esa construcción de “ellos” y “nosotros”?

-Hay muchas cosas que han cambiado, sobre todo, el gran tema del siglo XXI es el cambio climático. Uno tiene una conciencia mínima de las realidades. Este es el gran tema y el gran debate del futuro y depende de cómo lo enfrentemos. Ella era consciente pero no dimensionó la crisis. Es imposible saber pero creo que apareció el escepticismo sobre la gran cultura y estoy casi seguro que no hubiera compartido ese escepticismo, todo lo contrario. No digo que hubiera estado anti todo, sobre asuntos específicos como lenguaje inclusivo, por ejemplo. Cada debate tiene su especificidad pero en términos generales está la idea de que la cultura debe estar más focalizada en la representación que en la trascendencia; estoy casi seguro que no hubiera estado de acuerdo con este cambio.

“Las redes han introducido un nivel de autosatisfacción, violencia verbal, irracionalidad, vulgaridad y conformismo bastante pintoresco”

-En este libro incluye otro texto, Fascinante fascismo, y allí dice que el arte fascista despliega una estética utópica, la de la perfección física, ¿qué sucede con esta reflexión y las redes sociales?

-Las redes sociales son más una distopía que una utopía. Pero no hay nada que hacer, es el mundo en el que estamos y estaremos. Quejarse de las redes sociales es como quejarse de la lluvia, de la mortalidad, del sol. No tiene sentido quejarse. Creo que las redes han introducido un nivel de autosatisfacción, violencia verbal, irracionalidad, vulgaridad y conformismo bastante pintoresco. Ella no vivió para saber que cada uno de nosotros tenemos nuestras pequeñas computadoras y nos fijamos en ellos cada dos segundos (habla del celular) y yo incluido, obviamente.

-Sontag decía que vivir es ser fotografiado, ¿no se modifica nuestra sensibilidad?

-Es un gran cambio cultural. Un enorme cambio cultural como el avión, cambió mucho pero no todo. Hay un problema con los pibes, que no aceptan aburrirse. Mi hija, por ejemplo. Yo a los 8 pensaba que estar aburrido era bastante normal y para ella eso es insoportable. Ese es el resultado de un universo diferente de estimulación. Yo soy más anti utópico que ella.

Susan Sontag y David Reiff en los años 80. (REUTERS)
Susan Sontag y David Reiff en los años 80. (REUTERS)

-En esta edición incluye El tercer mundo de las mujeres por primera vez. ¿Por qué y cómo se lee a la luz del #MeToo, de los movimientos feministas y de la reciente prohibición del aborto en Estados Unidos?

-He tratado de incluir nuevos textos y este no se ha publicado en español. Se habla menos de su dimensión feminista y una editorial estadounidense va a publicar un libro de ensayos sobre las mujeres que, por ahora, se llama Sontag and Women. En términos de este pensamiento, es muy contradictorio porque hay elementos del #MeToo, del feminismo que es muy tribal y ella era más anti que pro tribus.

-¿Podríamos definir a Susan Sontag como feminista?

-Ella se creía feminista pero la pregunta interesante es: ¿su feminismo en nuestra época se reconocería como feminismo? Me parece legítima.

-En el prólogo dice que también quería vivir para ver hasta dónde llegaba la estupidez (todos me preguntan y se ríe, toma café) y usted dice que se quedaría atónita por la prontitud con la que llegamos a esa estupidez. ¿A qué se refiere?

-Estaba mirando la cultura popular y del otro lado, la política. Por ejemplo, el ascenso de una generación de líderes completamente cretinos, empezando por George W. Bush.

David Rieff armó su propia Susan Sontag. (Maximiliano Luna)
David Rieff armó su propia Susan Sontag. (Maximiliano Luna)

- Volviendo a El tercer mundo de las mujeres, Sontag advierte que la liberación de las mujeres no toca solo la igualdad, apunta al poder. “Las mujeres no pueden emanciparse sin reducir el poder de los hombres”, ¿Qué sucede, entonces, con figuras como la de Cristina Fernández?

-No soy experto en política argentina pero vengo cada año desde 2009 y tengo muchos amigos, sigo y leo mucho, aún fuera del país. Cristina Fernández es una persona muy fuerte e inteligente, más allá de las opiniones que tengamos. Me parece completamente absurdo incluir a Cristina en este mundo de la estupidez, todo lo contrario. Ella es una persona importante, inteligente y poderosa. Aunque no comparta su visión de mundo, la respeto y creo que alguien que habla en estos términos de inteligencia y poder de ninguna manera podría incluir a Cristina en este desastre que ocurre con Trump, con el Brexit o con Maduro, en este cosmos de idiotas.

-El prólogo comienza con la frase de Borges que dice que “cuando los escritores mueren se convierten en libros”. ¿Cuáles de estas obras imprescindibles son las más importantes para usted?

-Es un asunto de gusto. A ella le importaban mucho sus ficciones y no sé si sus lectores comparten esa perspectiva. Yo la comparto. En esa cita Borges expresó de manera característica, inteligente y brillante lo que esperan los escritores: esa versión de inmortalidad o, al menos, vivir un poco más de tiempo en el imaginario de los lectores. Esa es una gran fantasía del artista.

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-Borges también decía que todo era ficción y Sontag lo admiraba

-Borges era un gran señor de Buenos Aires pero, ¿todo es ficción? El frente en el Donbass no es una ficción. Es curioso que Borges, con toda su fascinación por la guerra y los militares, con el poema al abuelo que murió en una batalla, piense que eso es ficción.

-En su obra también está presente la cuestión artística y la política y Sontag salió a apoyar a Salman Rushdie cuando se dictó la fatwa. Esta compilación incluye las reflexiones sobre el terrorismo y la libertad en la escritura. ¿Cómo podemos pensar el reciente ataque a Rushdie a la luz de la obra de Sontag?

-Creo que hoy Rushdie tendría muchos problemas para publicar un libro como Los versos satánicos porque ahora estamos todos muy obsesionados por no ofender a nadie, la idea de la inclusividad también es una idea de no ofender. Un joven Rushdie, o un joven Houellebecq tendrían problemas en el mundo cultural literario. En términos del ataque, es un horror. Rimbaud dijo: “hoy es el momento de los asesinos” y hoy también. Es correcto que Cristina piense que hay otras personas detrás del ataque que intentó asesinarla pero también es posible que sea un lobo solitario, como en el caso de Rushdie, que es bastante claros. Tengo mucha dificultad para no pensar que estamos en un mundo de locos y cretinos pero hablo por mí. Mi madre era mucho más optimista.

"Los versos satánicos", el libro por el que le dictaron la fatwa a Salman Rushdie.
"Los versos satánicos", el libro por el que le dictaron la fatwa a Salman Rushdie.

-Hoy falleció Jean-Luc Godard y Sontag en el texto que usted incluye en esta antología lo define como el director de cine más influyente de su generación, un héroe cultural y un “destructor”. ¿Qué perdemos?

-Simbólicamente, hemos perdido mucho. Es el cineasta más importante de su época, más que Bergman. Para ella, Godard, en su imaginario, en las primeras épocas, tuvo una importancia central, bueno y malo. Porque destruyó en un sentido. El logro, el desafío y la catástrofe de Godard fue que después de él es imposible hacer un cine realista no documental de la misma forma para alguien que es nuevo en la historia del cine. Había una inocencia cinematográfica antes de Godard. Perdimos al teórico y al explorador de este modo de cine.

-¿Podríamos decir lo mismo de la pérdida de Sontag?

-Sí. No veo fácilmente cómo haría una persona con esta gama de intereses en un mundo especializado como el que vivimos nosotros. Goethe podía ser una persona que conoció mucho de la ciencia y ahora es inconcebible que un escritor, poeta, pueda también ser biólogo. En el mismo sentido, un escritor, cineasta o compositor hoy no podría tener una gama tan amplia de intereses como ella tenía.

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