En seis años, cinco autoras argentinas fueron nominadas al Booker Prize: qué hay detrás del éxito en el mercado anglosajón

Abordajes innovadores sobre temas que la literatura ya había tratado y preguntas existenciales que se hace todo el mundo pero se responden desde un punto determinado del planeta son algunas de las pistas detrás del fenómeno. El análisis de Carolina Orloff, editora de tres de las escritoras destacadas.

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Charco Press es una editorial del Reino Unido especializada en literatura latinoamericana contemporánea.
Charco Press es una editorial del Reino Unido especializada en literatura latinoamericana contemporánea.

Este jueves, cuando ya sea de noche en el Reino Unido, el International Booker Prize emitirá su fallo: decidirá entre los seis finalistas a ese premio cada vez más prestigioso que distingue a una obra de ficción publicada originalmente en cualquier lengua que no sea la inglesa y traducida luego a ese idioma. El Booker Prize otorga 50.000 libras esterlinas que se reparten en partes iguales entre el escritor y el traductor al inglés de esa obra, y otorga también, incluso para quienes no lo ganan pero llegan lejos en su pre-selección, una vidriera cada vez más destacada ante ese mercado lector y ante otras lenguas, que a través del inglés llegan a un libro al que no habrían llegado directamente.

Claudia Piñeiro y su Elena sabe (para ser precisos, en esta ocasión compite su Elena knows) es una de las seis finalistas junto a su traductora Frances Riddle, que se ocupó de su texto para la versión en inglés que editó el sello Charco Press, creado por la argentina Carolina Orloff en 2016 y dedicado a llevar a ese idioma la obra de escritores latinoamericanos contemporáneos.

Charco Press sabe de qué se trata integrar la short-list del International Booker Prize: en los últimos años llegaron hasta ahí las escritoras argentinas Gabriela Cabezón Cámara y Ariana Harwicz con obras de ese sello. También integraron la lista corta -la antesala ansiosa y llena de entusiasmo de cada fallo de los premios literarios- las argentinas Mariana Enríquez y Samanta Schweblin. Las letras argentinas se meten con frecuencia en esa antesala. Algo parece estar pasando con la literatura nacida de las plumas de estas latitudes, que se mira con atención, se destaca, pega cierto estirón.

“No sé. La verdad es que no sé qué cosa de la literatura argentina resulta atractiva en este momento”, empieza a responder Orloff, la editora de Charco Press, en la conversación que mantiene con Infobae Leamos desde el otro lado del Atlántico. Dice que no sabe pero enseguida se nota que sí. Que piensa en el vínculo entre la literatura ya no argentina sino latinoamericana en general con el mundo lector angloparlante con curiosidad y rigurosidad.

“Literatura argentina siempre hubo en el mundo anglosajón. Se fue metiendo de a poquito pero siempre hubo. Pero en los últimos diez años se viene dando un fenómeno que es que el lector anglosajón se está ablandando de a poquito. Hay una curiosidad respecto de la literatura latinoamericana contemporánea que permite que hoy sean leídos y nominados libros que en otro momento habrían pasado desapercibidos”, describe Orloff.

"Elena Knows" (Charco Press) de Claudia Piñeiro
"Elena Knows" (Charco Press) de Claudia Piñeiro

En el mundo angloparlante, cuenta la editora, las librerías no piensan en alguna categoría similar a la “Literatura Universal” que podría encontrarse en librerías, por ejemplo, del mundo hispanoparlante. En el mundo sajón, lo universal es lo propio y lo demás es “literatura en traducción”. “El lector anglosajón suele sentir inhibido ante esa categoría: siente que será un libro lejano, complejo, de nicho, sobre temas difíciles. Pero esto está empezando a cambiar”, sostiene Orloff.

“En ese cambio aportan mucho premios como el International Booker Prize, que tienen atrás una gran maquinaria de marketing y que premian al traductor y al escritor desde hace algunos años”, explica la editora de Charco Press. Hasta hace no mucho, el premio lo recibía un escritor por toda su obra, como ocurre por ejemplo con el Nobel de Literatura o el Cervantes. Eso cambió: ahora se premia un libro del autor, en su versión en inglés. Para interiorizarse con el escritor destacado por el galardón, el lector tiene la pista de por dónde empezar a bucear en su obra. “La visibilidad que se le da a los seleccionados y al ganador hace que los lectores empiecen a animarse a comprar sin saber demasiado sobre ese autor o el idioma en el que escribió originalmente”, suma Orloff.

“No hay características concretas de la literatura argentina contemporánea que pueda referir como el motivo por el cual hay nominaciones al premio. Sí se ha dado un auge de varias autoras mujeres argentinas. Son autoras que plantean estilos diferentes, que se corren de estilos más normativos, que plantean nuevos abordajes, como hizo Gabi Cabezón Cámara en Las aventuras de la China Iron al ser innovadora en su tratamiento de un tema que ya existía”, describe la editora, y suma: “Hay un trabajo con el lenguaje que puede resultar disruptivo, como hace Harwicz, y hay textos que abordan temas ‘tabù' con desfachatez, originalidad y mucha inteligencia, como hace Mariana Enríquez. Todo eso es original y audaz, y lo que rompe esquemas, convoca”.

“En el caso concreto de Claudia, Elena sabe es un libro que ya tiene quince años y en el que subyace mucho de lo que dije en otros ejemplos. Es una mirada originalísima sobre temas que nos tocan a todes, seamos de la nacionalidad que seamos y del estrato socioeconómico, político y cultural que seamos. Temas como la maternidad, la vejez, las enfermedades que afectan a nuestros padres, el deseo de no maternidad, la confrontación de temas así, existenciales, nos tocan a todos”, explica Orloff respecto de la novela nominada para el fallo que se conocerá este jueves. “Esa universalidad contada desde un contexto tan distinto al contexto del que lee puede resultar sumamente interesante”, reflexiona.

Carolina Orloff, editora de Charco Press. / Crédito: Thomas Khazki
Carolina Orloff, editora de Charco Press. / Crédito: Thomas Khazki

Según la editora, esa atracción por temas universales que ocurren en escenarios tan distintos a los propios no sólo funciona cuando el escenario es argentino, sino latinoamericano en general. “Lo que busco en Charco a la hora de elegir un libro para editar tiene que ver con la dimensión universal de la historia, que nos toque a todos. Que ese tema universal atraviese el libro y que a la vez, desde lo formal o desde el contenido, haya algo muy original vinculado al lugar desde el que se escribe”, cuenta Orloff.

Para que lo que el lector anglosajón lea conserve lo más posible las “señas particulares” del texto original, no sólo en cuanto a lo idiomático sino en cuanto al contexto, a todo lo que un texto dice sin decir, hay un rol clave: el de los traductores. “El traductor debe tener una comprensión muy profunda no sólo del lenguaje sino del contexto en el que late ese idioma. La versión que tradujimos de La virgen cabeza, de Cabezón Cámara, sería completamente distinta si la traductora, Frances Riddle, no viviera en Argentina. Si no tuviera un registro de qué significa el término ‘cabeza’ en Argentina, o de las diferencias de cómo se pronuncia la y y la ll. Estos matices son clave a la hora de ser justos con las múltiples capas que puede tener un libro”, describe la editora.

Jennifer Croft es la traductora de la Premio Nobel polaca Olga Tokarczuk, que compite este jueves con Piñeiro en el fallo del International Booker Prize. Es tambièn la traductora de obras de Silvia Molloy y de Federico Falco publicadas por Charco Press. “Comparto lo que señala Croft respecto de que, a pesar de ser una traductora del castellano al inglés, ella sólo traduce el argentino al inglés. En un idioma de la complejidad del castellano eso es un sinceramiento muy profundo y de un respeto absoluto a lo detallado que debe ser el trabajo del traductor para lograr la mayor complicidad creativa posible con el escritor”, suma Orloff.

Este jueves una de sus criaturas compite por el lugar más destacado de la vidriera que otorga el Booker Prize este año. “No hay fórmulas para el éxito, pero el cuidado que le ponemos a cada libro, a cada traducción, no es común. Y eso se demuestra en lo bien que les va a pesar de todas las trabas a la hora de editar esto que acá llaman ‘literatura en traducción’”, cierra, desde el huso horario en el que empuja la literatura latinoamericana rodeada de angloparlantes.

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