40 años después: cómo cayó el Premio Nobel en la casa de Gabriel García Márquez y la contradicción del colombiano por tenerlo

La Feria del Libro 2022 organizó un homenaje donde estuvo, via streaming, su Rodrigo García Barcha. Además, Jaime Abello Banfi, director de la Fundación Gabo, y Gloria Rodrigué, la primera editora de “Cien años de soledad” en Argentina y en el mundo.

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Gloria Rodrigué, Ezequiel Martínez, Jaime Abello Banfi y vía streaming, Rodrigo García Barcha. (Foto: Luciano González)
Gloria Rodrigué, Ezequiel Martínez, Jaime Abello Banfi y vía streaming, Rodrigo García Barcha. (Foto: Luciano González)

“Estamos en casa”, dice Ezequiel Martínez, director de la Fundación El Libro pero, esta vez, su rol es otro. Habla y modera en el Homenaje a Gabo. A 40 años de la entrega del premio Nobel de Literatura a Gabriel García Márquez, y el afecto y la calidez que lo acercan especialmente a la obra del escritor colombiano, aflora. Esa relación que supo construir a través de su padre, el gran autor argentino Tomás Eloy Martínez, cobra sentido al hablar de su “tío Gabriel”, en la 46° Edición de la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires.

¿Cómo fue recibir la noticia del galardón otorgado por la academia sueca? ¿Qué pasó ese día en la intimidad de la casa? ¿Qué sucedió en la casa editorial que apostó como nunca antes por sus libros? ¿Y en Colombia? La importancia de Buenos Aires, por qué nunca volvió, los talleres de periodismo y el sueño trunco de fundar un diario fueron algunos de los temas del encuentro.

Sobre esto conversaron el director de cine e hijo mayor del célebre escritor, Rodrigo García Barcha -que participó vía streaming desde su casa en Los Ángeles-; Gloria Rodrigué, responsable de la primera edición -en Argentina y el mundo- de Cien años de soledad, en 1967, y de toda su obra; y Jaime Abello Banfi, director general de la Fundación Gabo, que viste una camisa amarilla como un gesto: recuerda a las famosas mariposas amarillas, uno de los símbolos más representativos de la obra de Gabriel García Márquez. Una suerte de evocación y un guiño al lector y al amor rebelde entre Renata Remedios Buendía y Mauricio Babilonia y el papel fundamental de los insectos que revolotean constantemente, como por arte de magia.

Gloria Rodrigué, Ezequiel Martínez y Jaime Abello Banfi. (Foto: Luciano González)
Gloria Rodrigué, Ezequiel Martínez y Jaime Abello Banfi. (Foto: Luciano González)

“De los ganadores del Premio Nobel, García Márquez es el más popular mundialmente, no solo por la cantidad de lectores sino porque él fue una figura carismática, súper seguida”, señala Martínez, minutos después de las 16.30 en la sala Alejandra Pizarnik y las anécdotas y los recuerdos colman el lugar. “Fue una emoción increíble cuando nos enteramos del Premio Nobel y no nos sorprendió porque nos parecía más que merecido”, reconoce Rodrigué y es la primera en tomar la palabra.

Rodrigué comienza contando detalles de la producción editorial de Sudamericana, tras conocerse la noticia del Nobel de Literatura: “En ese momento no sabíamos qué hacer porque teníamos que reeditar todo porque con lo que teníamos no alcanzaba y, por primera vez en la historia, hicimos 50.000 ejemplares de Cien años de soledad, de El amor en los tiempos del cólera, de Relatos de un náufrago y de Crónica de una muerte anunciada. Y 20.000 ejemplares de todos los demás libros. Teníamos 10 ó 12 títulos y tomados todos los talleres de Buenos Aires. Fue una cosa increíble”. Tiradas exorbitantes para que las famosas mariposas volaran por todo el mundo.

La célebre editora cuenta cómo llega a publicarse por primera vez Cien años de soledad, una de las más celebradas novelas del colombiano: “Era un autor totalmente desconocido, pero nuestro editor, Paco Porrúa, quien lo había leído por primera vez, estaba tan convencido del éxito que lo convenció a mi abuelo, que era un catalán muy severo e hicimos 8.000 ejemplares”. “Desde el primer minuto se agotaron volando sus libros. Fue una cosa increíble”, continúa y aclara: “la salida del Premio Nobel reforzó aquello que había pasado siempre”.

La primera edición de “Cien años de soledad” de Gabriel García Márquez
La primera edición de “Cien años de soledad” de Gabriel García Márquez

Es el turno de Rodrigo García Barcha y se vuelve el encargado de brindarle un tono más intimista. El director de cine, -también lo es de la serie Santa Evita, basada en la novela homónima de Tomás Eloy Martínez, que se rodó en Buenos Aires a mediados de 2021 y de próximo estreno- e hijo mayor de García Márquez recuerda que el Premio Nobel le generaba una contradicción a su padre. Sabía que sus grandes maestros, como Hemingway y Faulkner, lo habían recibido, pero también sabía que otros lo merecían y no había ocurrido.

Cuando lo supo

Rodrigo nos permite conocer la escena en la que el referente del realismo mágico toma conocimiento del galardón: “El premio se anunció a la mañana muy temprano, pero a él lo llamaron la noche anterior”, cuenta. Luego, “le hicieron jurar y perjurar que no se lo dijera a nadie pero nos los dijo a mí y a Gonzalo”, agrega y señala que en la casa estaban Gabriel García Márquez y Mercedes Barcha, su madre, “volviéndose locos”. Deciden sus padres, entonces, ir a la casa de Álvaro y Carmen Mutis, explotando por decirlo. “Cuando entraron, sigue, “mi madre le dijo a Mutis, no sé si fue la palabra ‘Nobel’ o ‘Gabo Nobel’ y casi se desmaya y celebraron los cuatro calladitos”, dice.

Rodrigo García Barcha (Foto: Fundación El Libro)
Rodrigo García Barcha (Foto: Fundación El Libro)

El cuadro se completa al día siguiente, cuando Rodrigo toma la emblemática foto de sus padres en bata, en el jardín de la casa en Ciudad de México -que también ilustrada la portada de su libro Gabo y Mercedes, una despedida-. “Todo parecía un poquito increíble y él estaba como que a la vez encantado y aterrado y orgulloso y humilde, todo mezclado por la neurosis propia de los escritores”, relata.

Periodistas, lectores, vecinos, el teléfono que no para de sonar en la casa propia y de los vecinos y el frenesí de esa mañana guían el relato de García Barcha.

Fotografía tomada por Rodrigo García Barcha en la mañana en que García Márquez recibe el Nobel de Literatura
Fotografía tomada por Rodrigo García Barcha en la mañana en que García Márquez recibe el Nobel de Literatura

Luego, es el turno de Jaime Abello Banfi, director general de la Fundación Gabo desde hace 27 años, que recuerda el exilio de García Márquez y el sentimiento especial que el escritor sentía por Buenos Aires: “es muy importante esta celebración aquí porque Gabo, cuando recibió el Nobel hace 40 años ya era muy famoso y su fama comenzó en esta ciudad y cuando la fama le descendió y nunca más se le fue”. Sobre esto, García Barcha cree que “el regreso es difícil, como el regreso a la infancia” y sigue: “había ahí un lado de Gabo que no quería regresar a remover el pasado y ver los fantasmas propios”.

El testimonio de primera mano continúa en la voz de su hijo mayor: “conociéndolo, sabía que su regreso a Argentina iba a ser extraordinariamente social, posiblemente hasta multitudinario y entonces tendría un poquito de pánico escénico”, asume.

Abello Banfi también destaca un costado característico del escritor colombiano. ¿Por qué no había vuelto a Buenos Aires, esa ciudad tan importante para él? Según cuenta el encargado de mantener vivo el legado de García Márquez, “era tan supersticioso que decía que si volvía al mismo lugar donde la fama le había caído encima ahí mismo se le iba a escapar o iba se le iba a ir”. Pero también aclara que Gabo ya era famoso en Barranquilla, por su trabajo periodístico y el premio “fue un gran motivo orgullo y representó la consagración mundial”, aunque, “exacerbó también los ánimos de algunos enemigos”.

Jaime Abello Banfi (Foto: Fundación El Libro)
Jaime Abello Banfi (Foto: Fundación El Libro)

“Toda su vida”, afirma Abello Banfi, “tuvo una obsesión enfermiza por hacer un periódico y resulta que es una de las pocas cosas que nunca logró hacer”. Él decía: “quiero que hagamos el mejor periódico del mundo un periódico completamente exacto”.

Aunque no pudo ser, lo que sí logra es dictar memorables talleres de periodismo, el germen de la Fundación Gabo, acudiendo a herramientas poco frecuentes, como llamar a un experto en dibujo de la policía o cubriendo casos policiales. Si había algún argentino, “la relación con ellos era muy especial”.

“Era tan supersticioso que decía que si volvía al mismo lugar donde la fama le había caído encima ahí mismo se le iba a escapar” Jaime Abello

“García Márquez había hecho una huelga literaria en los años 70 después de publicar El otoño el patriarca, a raíz de la del asesinato de Salvador Allende y el golpe de Estado en Chile”

Entre los recuerdos de charlas de cine y guiones, la huelga literaria a raíz del asesinato de Allende, los participantes del homenaje a Gabo cuentan cuál es la obra que más les gusta y hay unanimidad: Cien años de soledad, a pesar de que el propio García Márquez no quería ser recordado por ella. El amor en los tiempos del cólera también recibe los elogios.

Y los aplausos se funden con el aleteo de las mariposas amarillas y dan por terminada la charla.

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