La pregunta complicada de Zygmunt Bauman: “¿La riqueza de unos pocos nos beneficia a todos?”

Se reedita un libro en el que el autor del concepto de "modernidad líquida" cuestiona la idea extendida de que si un grupo se hace muy rico y tiene beneficios impositivos eso "derramará" en toda la sociedad.

Compartir
Compartir articulo

Incluso para un neófito en cuestiones de economía o aritmética básica, el título del libro del sociólogo Zygmunt Bauman, ¿La riqueza de unos pocos nos beneficia a todos? (publicado por la editorial Paidós) podría tener aroma a boutade. Indudablemente, sólo quienes gozan de un reconocido y justificado prestigio académico pueden permitirse ciertas licencias sin sonar cándidos o extraviados.

Traspuesto ese escollo-la duda sobre la legitimidad de una interrogación que pareciera responderse sola- en última instancia la pregunta que es el eje del libro de Bauman obedece a una creencia fuertemente instalada en el imaginario social de que si se permite la concentración de la riqueza en unas pocas manos a las que, además, se las beneficia con privilegios impositivos, éstas se ocuparán de generar puestos de trabajo genuino que permitirán a los pobres salir del círculo destructivo de la miseria. Bauman advierte que si bien este aserto es una falacia, no por ello deja de cosechar una gran aceptación social y es asimilado como un dato verdadero aunque la lógica de la realidad lo desmienta a cada paso.

Con un sólido abordaje teórico que justifica el prestigio intelectual de Bauman, reconocido mundialmente por haber conceptualizado a la posmodernidad bajo la figura de “modernidad líquida”, ¿La riqueza de unos pocos nos beneficia a todos? es otro capítulo añadido a sus indagaciones sobre el modo en que la contemporaneidad ha ido perdiendo solidez y cómo esa condición avanzaba sobre los vínculos laborales, los afectos, los hábitos de consumo, la educación o la práctica política, impregnándolo todo y volviendo a la existencia humana aún más incierta de lo que tradicionalmente ha sido.

Pobreza. Un drama que no termina. (Foto Franco Fafasuli)
Pobreza. Un drama que no termina. (Foto Franco Fafasuli)

La llaneza del estilo eminentemente pedagógico con el que Bauman afronta la descripción y el ulterior análisis de las causas de la inequidad de la redistribución de la riqueza en las sociedades modernas es una de las virtudes del autor que explica la masividad de su circulación editorial y que se haya convertido en un referente de los estudios de las problemáticas contemporáneas incluso entre una masa de lectores que no suele moverse en los andariveles del saber académico.

En este libro, el filósofo y sociólogo polaco apunta a desmontar presupuestos y distorsiones conceptuales cristalizadas que condicionan nuestra percepción de los acontecimientos y dificultan la detección del verdadero adversario a derrotar para concretar sociedades organizadas en torno a la idea de equidad y bienestar común, aspiración que en el siglo XXI parece haber devenido en utopía inalcanzable o quimera inútil, dándole entidad de pensamiento realista sólo a la desigualdad como horizonte de futuro.

Si los seres humanos somos diferentes y tenemos aptitudes distintas y éstas se nos conceden en niveles asimétricos -argumentan los sectores más conservadores- no es necesario aspirar a vivir en un ambiente en el que todos los seres humanos puedan partir de un piso de derechos irrenunciables sin los cuales la vida es sólo supervivencia y padecimiento material, psíquico y espiritual.

Para Bauman es casi una verdad inatacable que la aceptación contemporánea a ceder nuestra condición de ciudadanos a cambio de obtener el estatus dudosamente encomiable de ávidos consumidores, junto con la exacerbación de un individualismo cruel y afán competitivo que divide a la humanidad en ganadores (los que tienen acceso al consumo) y perdedores (los que malviven hurgando en los desperdicios del consumo ajeno) es una de las causas centrales sobre la que se funda la brecha material que separa a una elite con recursos económicos sobreabundantes de la inmensa mayoría que no alcanza a cubrir sus necesidades básicas diarias. De tal manera que numerosos estudios académicos detectan la progresiva extinción de las clases medias y la conversión del proletario industrial en precarizado.

Y sus detractores

Pese a esa limpidez conceptual reconocida en textos como Modernidad líquida y Extraños llamando a la puerta, tampoco hay unanimidad a la hora de valorar el rigor metodológico de los análisis de Bauman y, por supuesto, no le faltan enconados detractores.

Uno de ellos es Gilson Dantas, Posdoctor en Políticas Sociales por la Universidad de Brasilia, quien señala que si bien es justo reconocer que Bauman tuvo la suficiente perspicacia para captar algunos elementos del malestar generalizado y el desaliento de las sociedades capitalistas modernas, es dable poner en entredicho “la profundidad y la perspectiva de sus palabras”. Y argumenta: “Lo que se tiene como resultado es el perfil de un autor doctrinario más que teórico: sus conceptos no se cruzan con las determinaciones sociales, económicas históricos, con ninguna”. Para Dantas, el pensamiento de Bauman es aliado del derrotismo.

Zygmunt Bauman. Un pensador de nuestros tiempos. (Foto AFP)
Zygmunt Bauman. Un pensador de nuestros tiempos. (Foto AFP)

Publicado originariamente en España en 2014, este libro ha quedado ligeramente desfasado en su exposición de datos económicos para validar la posición crítica del autor, aunque es justo reconocer que Bauman fue previsor e introdujo la advertencia de que, encaminados hacia un nada improbable colapso de la economía global capitalista, los años por venir no serían menos acuciantes para postergados y precarizados.

“El cuadro general deja poco o ningún espacio para las dudas: en la situación actual, el crecimiento económico (como se representa en las estadísticas del producto nacional bruto y que se identifica con la cantidad cada vez mayor de dinero que cambia de manos) no augura nada bueno para el futuro de la mayoría de nosotros. Más bien presagia, para una cantidad abrumadora de personas, una desigualdad cada vez más profunda y cruel, y unas condiciones de vida más precarias, y además más degradación, infortunios, ofensas y humillaciones —todo ello dentro del marco de una lucha cada vez más dura por la supervivencia social—”, auguró el autor de Miedo líquido.

También, como estrategia discursiva, de a ratos Bauman se aparta de la tradicional validación de sus posiciones amparado en el principio de autoridad que emana de citar a otros sociólogos e investigadores eminentes, y reproduce las opiniones – a las que valora como filosóficas y lúcidas en su percepción de los fenómenos sociales- de narradores destacados como J. M. Coetzee, Jonathan Frazen, Elias Canetti y Arthur Koestler, entre otros.

Si bien se mueve en un registro temático diferente, el reciente ensayo Tecnoceno (Taurus) de la investigadora Flavia Costa, ratifica que la intuición de Bauman sobre el futuro de la desigualdad social no estaba desorientada.

infobae

En un fragmento de Tecnoceno se lee: “Detengámonos por un momento en las desigualdades distributivas. A comienzos de 2020, antes de la apertura de Foro Económico Mundial de Davos (Suiza), se conoció el informe anual de la organización no gubernamental Oxfam, según el cual 2.153 personas tienen hoy más dinero que los 4.600 millones de seres humanos más pobres del planeta, el 60 por ciento de la población mundial. Pero tampoco se trata de que los recursos sean escasos: el 22 de mayo de 2020, la revista Forbes publicó en su tapa que, en los dos meses anteriores –desde que la Organización Mundial de la Salud declarara la pandemia a mediados de marzo hasta mediados de mayo–, veinticinco de las personas más ricas del mundo habían incrementado su patrimonio en 255 mil millones de dólares. Se trataba, fundamentalmente, de empresarios de las telecomunicaciones, las redes sociales y el comercio electrónico. Y el anexo metodológico del informe de Oxfam sobre desigualdad del año 2021 recoge que, entre 2020 y 2021, los 10 millonarios más ricos del mundo incrementaron su riqueza en cerca de 540 mil millones de dólares”.

De todos modos, se trata de un libro necesario si se quiere pensar por qué la teoría del goteo de la riqueza desde las alturas de la pirámide social hacia la base no es más que un mito económico y por qué el endiosamiento del rol del mercado –y su ecuánime mano invisible- en detrimento de la incidencia del Estado y sus regulaciones en la economías nacionales sólo ha generado una creciente asimetría social y el imparable empobrecimiento de las mayorías.

Por supuesto, para tomar conciencia de este preocupante escenario global alcanza con poner un pie en la calle de cualquier urbe y ver la materialidad de millones de personas ancladas en los márgenes del sistema. O, sin apartarse del texto, basta con leer una de las citas que anteceden a la introducción de ¿La riqueza de unos pocos nos beneficia a todos?, cuya autoría pertenece a Adam Smith (no precisamente un apólogo del igualitarismo socialista): “Dondequiera que hay gran propiedad, hay gran desigualdad. Por cada hombre rico debe haber por lo menos quinientos pobres”.

Quién es Bauman

♦ Nació en Poznan, Polonia, el 9 de noviembre de 1925 y murió en Leeds, Reino Unido, el 9 de enero de 2017.

♦ Era el hijo de una famila humilde, de judíos no religiosos.

♦ Se interesó por las clases sociales, el socialismo y el Holocausto.

♦ Se destacó por el concepto de “modernidad líquida”: una figura que remite al cambio y lo transitorio, la desregulación y la liberalización de los mercados. También intenta dar cuenta de la precariedad de los vínculos humanos en una sociedad individualista y precarizada.

SEGUIR LEYENDO