
Ver a Aldo Benito Roggio en problemas fue algo fuerte, estruendoso casi. Nadie, pero realmente nadie, hubiese esperado jamás que uno de los mayores capitanes de industria de la Argentina se sentara en una silla incómoda en Comodoro Py.
La tormenta del caso de los cuadernos de las coimas, que será llevado a juicio desde este 6 de noviembre en el Tribunal Oral Federal N°7, arrastró a Tribunales a la cúpula de la clase política y a la cúpula del capitalismo argentino en su trama de sobornos para aceitar las ruedas de la obra pública. Políticos y hombres de negocios eran allanados y detenidos. Muchos, como Ángelo Calcaterra y Armando Loson, decidieron pactar y declararon como arrepentidos.
Así, el 10 de agosto de 2018 por la tarde, en horas fuera del horario judicial usual, Roggio, presidente de la firma Benito Roggio e hijos, llegó al despacho del juez del caso, Claudio Bonadio.

Cordobés e ingeniero civil, desde 1999 era el presidente del holding en el que se convirtió la empresa familiar que fundó su abuelo, el Benito Roggio original, con más de 30 empresas y casi 14 mil empleados en Argentina, Uruguay, Perú, Paraguay, Panamá y Brasil, un nombre sinónimo de ingeniería, construcción y transporte, negocios como el subte porteño y Metrovías. Roggio, esa tarde, estaba allí, en Comodoro Py, frente a Bonadio, para negociar.
Finalmente, Aldo Benito confesó. Incluso, aseguró que regateó los sobornos que le pidió el Gobierno.
Hoy, seis años después, Roggio enfrenta el juicio en su contra, acusado de pagar tres presuntas coimas. Como otros 45 imputados, su defensa realizó una oferta a la Justicia para quedar fuera de la causa y cerrar finalmente la historia. El número: casi $1876 millones de pesos, casi 1,4 millones de dólares a cambio oficial del día. La respuesta a su oferta sigue pendiente.

Margen para bajar
El empresario declaró:
“Fui objeto en forma directa de requerimientos de parte del señor Roberto Baratta para campañas electorales según este expresara en distintas oportunidades a los que en varias no accedí. Particularmente respecto de los hechos que en los ‘cuadernos de Centeno’ refieren a entregas de sumas de dinero concretadas en Alem N° 1050, reconozco que ellas respondieron a las contribuciones exigidas que finalmente y previo regateo accedí a efectuar, precisando que lo fueron por sumas sensiblemente inferiores a las denunciadas”
Sentía la presión, sin dudas. Sus oficinas ya habían sido allanadas en agosto de 2018. Había sido mencionado en el cuaderno de Oscar Centeno para el año 2007. El 28 de mayo de aquel año, el chofer de Roberto Baratta anotó que fue a buscar al ex funcionario a la calle Tucumán al 400. Allí estaba Baratta con Rafael Llorens y Fabián García Ramón. “Se habían reunido con Roggio”, señalaba la anotación del remisero.
Finalmente, el empresario fue elevado a juicio en 2019 por tres presuntas coimas, tres pagos realizados en 2013, entre otros, a Nelson Lazarte, secretario de Roberto Baratta, supuestas entregas de hasta 150 mil dólares en puntos como un obrador de la calle Bouchard. El encargado de entregar la plata de Roggio nunca fue identificado.

El empresario, sin embargo, disputó el monto en su testimonio. Roggio aseguró pagar “el equivalente a 50 mil dólares y otra vez 100 mil dólares, no recuerdo si lo fue en pesos o en dólares. Las exigencias fueron por sumas hasta dos veces y media superiores", el regateo fue el que lo llevó a la suma mencionada. Dijo que pagó, básicamente, a título personal, por miedo a represalias. Roggio sentía las rispideces hace tiempo.
“Teníamos diferencias con el Gobierno”, aseguró. “Recuerdo que, a partir del año 2008, tuve pedidos del gobierno nacional para que nos retirásemos como socios de la Asociación Empresaria Argentina. Los pedidos me fueron formulados por Roberto Baratta en algunas ocasiones y en otras por De Vido. Me decían ‘¿qué haces en esa entidad que no aporta nada positivo?’... La Asociación Empresaria Argentina es una asociación de dueños de empresa que tenía por esa época opiniones dispares con las autoridades nacionales. Obviamente no accedí a retirarme de AEA".
El financista Ernesto Clarens lo mencionó también e su confesión. “Durante los años 2012-2013″, el ex secretario de Obras Públicas José López “me dijo que algunas empresas traerían dinero para la campaña del kirchnerismo. Recuerdo en particular que Esuco, Cartellone, Losi, Chediak, y Roggio trajeron dinero en ese concepto. Después de cambiar el dinero a dólares, le llevaba la recaudación directamente a José López a un departamento cerca del Hotel Faena en Puerto Madero, ignoro quién era el dueño del departamento pero en todos los casos me lo recibía López".
Roggio, también, fue imputado junto a figuras como Cristina Kirchner en una causa paralela al caso Cuadernos, el expediente 13820/2018, que investigó la cartelización de la obra pública.
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