
Durante los siglos XVII y XVIII, los cabellos cortados de monarcas europeos se convirtieron en objetos cargados de significado político, social y afectivo. En retratos de figuras como Isabel Estuardo, reina de Bohemia, es posible observar la presencia de estos mechones preciosos. La tradición de conservar y portar cabellos reales reflejó tanto la devoción personal como las alianzas familiares y las luchas por el poder. Este fenómeno se manifestó principalmente en Inglaterra y Francia, donde la moda, la política y lo personal se entrelazaron de maneras insospechadas.
Estos cabellos y peinados se exhibían de forma visible, muchas veces como joyas, para expresar vínculos familiares y lealtades políticas. Por ejemplo, Isabel de Bohemia portaba un trenzado oscuro perteneciente a su hermano, Carlos I de Inglaterra, en distintos retratos y ocasiones públicas. Según el análisis histórico, este mechón representaba la esperanza y la dependencia política de la reina exiliada hacia su hermano, en un contexto de alianzas precarias.
De acuerdo con JSTOR Daily, Carlos I también lucía una versión estilizada de la moda de los “lovelocks”, rizos largos y asimétricos que simbolizaban devoción sentimental y se usaban sobre el hombro izquierdo, hacia el corazón.

La tendencia tuvo eco entre la nobleza inglesa, popularizada visualmente en retratos de Anthony van Dyck o niños reales como el príncipe Carlos. Este estilo se convirtió en un emblema de identidad y, poco después, en el centro de una contienda ideológica.
El cabello como campo de batalla simbólico
El “lovelock” adquirió connotaciones políticas durante los años de enfrentamiento entre realistas y parlamentarios. Según diversos testimonios históricos, los partidarios del rey adoptaban rizos exuberantes en señal de apoyo a la Corona, mientras que los parlamentarios optaban por cortes de cabello extremadamente cortos, provocando el apodo “Roundheads”.
De acuerdo con JSTOR Daily, la disputa sobre peinados se transformó en reflejo visible de posturas opuestas respecto a la monarquía absoluta.

El escritor puritano William Prynne criticó la costumbre en su tratado “The Unloveliness of Love-Locks”, relatando historias sobre la relación del cabello largo con tentaciones diabólicas. Estas tensiones alcanzaron su clímax con la guerra civil inglesa, durante la cual la apariencia de los sujetos denotaba directamente afiliaciones políticas.
Tras la ejecución de Carlos I, sus seguidores transformaron los restos del monarca en reliquias personales. De acuerdo con las crónicas recogidas por JSTOR Daily, se conservaron mechones de su cabello en anillos y amuletos, protegidos con fragmentos de cristal. Estos objetos perpetuaron la imagen martirizada del rey entre los partidarios de la monarquía derrotada. La costumbre de portar cabellos reales, cargados de simbolismo, se prolongó durante generaciones.
En Francia, durante el gobierno de Luis XIV, el uso del cabello y las pelucas alcanzó nuevas dimensiones. El rey y su peluquero, George Binet, impusieron estilos monumentales hechos con el cabello recolectado de decenas de sirvientes y campesinos.

Según registros históricos, la práctica de utilizar amplias pelucas como símbolo de poder social y político llegó a definir la cultura de la corte. Los tocados y pelucas de hasta 60 centímetros de altura dominaban los salones, albergando incluso figuras decorativas en miniatura.
La obsesión por el cabello no se redujo a la vida de los monarcas. En 1813, aproximadamente un siglo y medio después de la ejecución de Carlos I, pidió exhumar el cuerpo de su antepasado durante reformas en la Capilla de St. George, en Windsor.
De acuerdo con documentos oficiales, aún se observaba el corte realizado en la parte posterior de la cabeza del rey, donde sus seguidores habían tomado mechones tras su muerte. Jorge IV conservó parte del cabello y luego clausuró el ataúd, asegurando que esos restos pasarían a formar parte de la colección real.
La costumbre de conservar cabellos monárquicos no solo preservó la memoria de sus portadores. También evidenció el papel del cabello como elemento central en la construcción de identidades y legitimidades. Los objetos confeccionados con estos mechones, desde colgantes hasta pelucas, representaron tanto lazos personales como afirmaciones de poder en una sociedad estructurada en torno a la imagen.
Durante los siglos XVII y XVIII, las transformaciones políticas y culturales de Europa dejaron clara la importancia del cabello real. Los cabellos conservaron, en muchas ocasiones, el prestigio y el magnetismo de la realeza mejor que cualquier retrato o documento. Su pervivencia en objetos íntimos, en la moda y en las disputas sociales demuestra cómo una parte aparentemente trivial del cuerpo humano se erigió en símbolo trascendental del poder y la memoria colectiva.
Últimas Noticias
La historia de Marthe Gautier: la científica que descubrió la trisomía 21, enfrentó prejuicios y luchó por el reconocimiento de su legado
Su aporte fue fundamental para identificar el origen genético del síndrome de Down, pero durante años la autoría quedó en manos de colegas varones. Cómo su trayectoria reveló los obstáculos de género presentes en la ciencia y la importancia de reivindicar su mérito a través del tiempo

Una explosión, un derrame masivo y 11 muertos: la trágica historia de Deepwater Horizon, el desastre ambiental que marcó al Golfo de México y el cine
El accidente ocurrido en 2010 dejó una huella irreversible en el ecosistema marino, provocó pérdidas humanas, una crisis social y económica. Años más tarde, fue retratado en una película que dio visibilidad global a la magnitud del desastre

Cuál es el origen de los propósitos de Año Nuevo
La tradición tiene raíces en la antigua Babilonia. Comenzaron como promesas sagradas y colectivas que, tras siglos de transformaciones, siguen marcando el inicio de cada año en todo el mundo

El día que nunca existió: el país que se fue a dormir un 29 de diciembre y se despertó un 31 para ampliar acuerdos comerciales
El 30 de diciembre de 2011 no figura en la historia de la isla Samoa. Mientras el resto del mundo vivía un viernes corriente, el pequeño archipiélago del Pacífico decidió saltar un día entero para alinearse con sus socios comerciales

Un teatro convertido en un infierno: la chispa en un cortinado que provocó la muerte de 602 espectadores de una obra infantil
Más de 1.500 personas abarrotaban la sala del teatro Iroquois, el más moderno de Chicago, para asistir a la matinée de Barbazul cuando estalló un incendio que se convirtió en trampa mortal por las casi inexistentes medidas de seguridad. La mayoría de los muertos fueron mujeres y niños. El alcalde que perdió su carrera política, el periodista que se hizo famoso con la primicia y la leyenda de los fantasmas de las víctimas que aparecen en el Callejón de los Muertos



