La masacre de Navidad de Arkansas: un sargento retirado, un pozo en una granja y el mayor familicidio de la historia de EEUU

Entre el 22 y el 28 de diciembre de 1987, Ronald Gene Simmons ejecutó fríamente un plan de exterminio que incluyó a su familia y a personas con las que había tenido conflictos laborales. La secuencia terminó con su entrega voluntaria y una escena que la policía tardaría horas en dimensionar

Guardar
El asesinato de familiares y
El asesinato de familiares y excompañeros de trabajo se extendió durante seis días y culminó el 28 de diciembre de 1987

Las agujas del reloj recorrían los últimos minutos de la mañana del 28 de diciembre de 1987 cuando Herb Johnston, jefe de policía de Russellville, Arkansas, entró solo y desarmado a la oficina de la compañía de transportes Woodline Motor Freight Company. Apenas traspuso la puerta recorrió con la mirada la escena: una mujer tirada en el piso, sangrando de la cabeza, y una empleada aterrorizada, pero sin heridas. Más al fondo lo esperaba un hombre de unos cincuenta años, con escasos pelos en la cabeza y una larga y tupida barba entrecana, que le señaló una bolsa de papel madera apoyada sobre un escritorio. En su interior, el sheriff encontró un revólver H&R Modelo 929 calibre .22 con el cañón todavía caliente. Entonces, el hombre de la larga barba entrecana extendió las manos para que el policía lo esposara, señal clara de que se entregaba sin ofrecer resistencia.

Ronald Gene Simmons venía de cometer un raid asesino esa mañana, cuya última estación era la empresa de transportes. Se estaba cobrando deudas, diría después, a precio de balas: primero en un estudio de abogados, después en una compañía petrolera, más tarde en una tienda y finalmente allí. En su recorrido había dejado un tendal de dos muertos y varios heridos en poco más de una hora. En la compañía transportista, la chica que estaba ilesa creyó que también iba a matarla a ella, pero Simmons la tranquilizó – si eso era posible – con una frase: “Ya pasó todo. Vine a hacer lo que quería, maté a todos los que me hicieron daño y puedo morir tranquilo”, le dijo y le pidió que llamara a la policía para avisar que lo vinieran a buscar, que se iba a entregar.

Por eso el sheriff Johnston, que era un hombre valiente pero no temerario, se atrevió a entrar desarmado a la oficina para hablar con Simmons. Después de esposarlo, cuando ya lo llevaba camino a un patrullero, le preguntó:

-¿Por qué no te suicidaste?

-Tenía miedo de fallar y quedar en estado vegetativo. Uno no se puede suicidar con una bala calibre 22 – le contestó.

Ronald Gene Simmons se entregó
Ronald Gene Simmons se entregó sin oponer resistencia tras completar el último tramo de su recorrido criminal por Russellville

El policía estaba todavía lejos de conocer la magnitud del raid criminal perpetrado por Simmons, porque los dos muertos de esa mañana no eran las únicas vidas que se habían cargado ese exsargento veterano de Vietnam: los días anteriores, entre el 22 y el 26 de diciembre había matado a 14 miembros de su familia, entre ellos su mujer, sus hijos y sus nietos, dos de ellos bebés. Y no en un ataque de locura, sino después de planificarlo fría y sistemáticamente. El hecho quedó en los anales criminales de los Estados Unidos como “la masacre de navidad de Arkansas” y es hasta hoy el mayor familicidio cometido en el país.

Abusador y violento

Simmons tenía 47 años y una vida cargada de abusos y violencia. No de los otros contra él, sino de él sobre los otros. Ronald Gene Simmons nació el 15 de julio de 1940 en Chicago, Illinois. Su vida desde temprano estuvo marcada por la tragedia. Su padre, William Simmons, murió de un derrame cerebral en 1943, cuando Ronald tenía solo tres años. Poco después, su madre, Loretta, se volvió a casar con William D. Griffen, un ingeniero del Cuerpo de Ejército de los Estados Unidos. La familia se mudó con frecuencia debido a los cambios de Griffen, lo que hizo que Ronald tuviera una infancia inestable, sin poder afianzarse en un colegio con un grupo de amigos. A los 10 años, ya se había ganado la reputación de abusador dentro de la familia, acosando con frecuencia a su hermana menor, Nancy, y a su medio hermano, Pete. También maltrataba animales y, aunque nunca lo admitió, todos creían que se había cargado al gato de la familia simplemente por el placer de matarlo.

Intentaron disciplinarlo de muchas maneras: enviándolo a campamentos de verano para que se socializara, metiéndolo en un internado católico de normas rígidas, consultando psicólogos con los que nunca pasó de la segunda sesión. Llevaba la secundaria con muchos tropiezos cuando en 1957 decidió abandonar los estudios para alistarse en la Marina. Su madre y su padrastro respiraron aliviados: si los militares no podían ponerlo en vereda, por lo menos ellos se lo sacaban de encima. En uno de sus muchos destinos Ronald conoció a Bersabe Rebecca “Becky” Ulibarri, con quien se casó el 9 de julio de 1960 en Ratón, Nuevo México. En los siguientes 18 años la pareja tuvo siete hijos. La primera, Sheila, nació en 1963, poco después de que Simmons dejara la Marina para unirse a la Fuerza Aérea. Con el grado de sargento, cumplió misiones en Vietnam entre 1966 y 1968. Volvió peor de lo que se había ido.

Mientras tanto, la familia crecía pero distaba de llevar una vida tranquila. Ronald ejercía un férreo control sobre su mujer, a la que ni siquiera le dejaba utilizar el teléfono y mucho menos tener una vida social. Becky dejó de arreglarse o de peinarse y vivía prácticamente recluida, aterrorizada por las reacciones de su marido cuando la encontraba cometiendo lo que él consideraba “una falta”, que podía ser cualquier cosa.

En 1981 la familia se radicó en el condado de Pope, Arkansas. Para entonces, los dos varones mayores se habían ido para hacer sus propias vidas, lejos del infierno que era la convivencia con su padre. Sheila, en cambio, seguía viviendo con sus padres, igual que los cuatro hijos más chicos. En Arkansas nadie imaginó que Ronald había arrastrado a los suyos hasta ahí porque en Nuevo México, de donde venían, estaba siendo investigado por violar y dejar embarazada a Sheila cuando solo tenía 17 años. La chica tuvo el bebé y poco después volvió a quedar embarazada de su padre. La chica finalmente se fue de la casa. Era una historia de nunca acabar.

Ronald Gene Simmons Jr. tenía
Ronald Gene Simmons Jr. tenía 29 años cuando fue asesinado por su padre el 22 de diciembre de 1987, en Dover, Arkansas

En Russellville, la ciudad más cercana a la granja donde vivían los Simmons, Ronald tuvo varios empleos, dos de ellos en la compañía petrolera y la empresa de transportes que formarían parte de su raid asesino. Para mediados de 1987, Becky no aguantaba más y comenzó a averiguar la manera de divorciarse y dejar a Ronald para siempre, llevándose a sus hijos. “Dios me dice que tenga más paciencia. Ahora mismo solo diré que investigaré un poco y eso me ayudará a tomar una decisión. Sé que cuando salga podría necesitar ayuda, papá me ha tenido como prisionera, que la libertad podría ser difícil de aceptar, pero sé que sería genial, tener a mis hijos visitándome a cualquier hora, tener teléfono, ir de compras si quiero, ir a la iglesia”, le escribió en septiembre a su hijo William, uno de los mayores.

Ronald Simmons se enteró de los planes de Becky y comenzó a planificar su muerte. No solo la de ella sino la de toda la familia. Se le ocurrió que lo mejor sería reunirlos a todos con la excusa de las fiestas de Navidad y Año Nuevo para matarlos.

La madre de los niños,
La madre de los niños, Rebecca junto Little Rebecca

La masacre familiar

A mediados de diciembre, Ronald les encargó a sus tres hijos adolescentes que cavaran un pozo en un terreno de la granja para hacer una nueva letrina. Los muchachos no sospecharon nada y cumplieron con la tarea al pie de la letra. Para entonces, los miembros de la familia que no vivían allí ya habían sido invitados a visitar a sus padres el 26 de diciembre para pasar los días todos juntos hasta el Año Nuevo.

El 22 de diciembre, Simmons comenzó a ejecutar su plan. Esa mañana mató a su esposa Becky y a Gene, su hijo mayor, que estaba de visita. Las autopsias demostraron que los había dejado inconscientes a golpes antes de dispararles a la cabeza. Trascartón asesinó a su nieta Paula, de tres años, estrangulándola. Cargó los cadáveres y los arrojó en el pozo recién cavado con la excusa de una nueva letrina. Después se sentó a esperar que sus cuatro hijos menores volvieran de la escuela. Loretta, de 17 años, Eddy de 14, Marianne de 11 y Becky de 8, murieron estrangulados, uno por uno, ni bien llegaron. Todavía vestían los uniformes escolares. El cadáver de Becky tenía un chicle en la boca, ni siquiera alcanzó a escupirlo. Con los siete cuerpos en el pozo, Ronald Simmons encaró una nueva espera, ahora de cuatro días. Se emborrachó y se dedicó a hacer agujeros con un pico en las paredes de la casa. Nunca explicó por qué.

William Henry "Billy" Simmons II
William Henry "Billy" Simmons II

El 26 de diciembre, día señalado para que comenzara la gran reunión familiar, Simmons llevó a cabo la segunda etapa de su plan. La tarea se le facilitó porque llegaron por separado, en tandas. El primero en morir fue su hijo Billy, seguido de su esposa Renata. Los mató a tiros y luego asesinó por estrangulamiento a Trea, su nieto de 20 meses. Luego le llegaron los turnos de Sheila y de su esposo, Dennis McNulty, asesinados a tiros; también asesinó a Sylvia, la hija que él había tenido con Sheila, de 7 años, y a su nieto Michael, de 21 meses, estrangulados. Esta vez acomodó los cuerpos en el salón principal de la casa, ordenados en filas, salvo los de los niños Trae y Michael, que envolvió en plástico y los dejó en dos autos que estaban abandonados en un camino cercano.

Perpetrados los catorce crímenes, Ronald Simmons se bañó, se vistió con ropas limpias y manejó hasta el local de Sears en Russellville para retirar los regalos de navidad que había encargado. Los cargó en el auto y terminó el día en North 40, un club privado de la ciudad. Cerca de medianoche volvió a su casa. Había exterminado a su familia, pero todavía le faltaba cobrarse algunas deudas.

Sheila, Dennis, Sylvia y Michael
Sheila, Dennis, Sylvia y Michael McNulty

Venganzas en Russellville

Al día siguiente, domingo, descansó, porque para continuar con su plan mortífero debía esperar el primer día hábil. La mañana del lunes 28 de diciembre salió temprano de su casa e hizo una primera parada en un buzón para enviar tres cartas. La primera iba dirigida a su suegra, May Novak, la madre de Becky: “Querida mamá, a veces se cosecha mucho más de lo que se siembra. Esta es solo una pequeña muestra de nuestro agradecimiento. Guárdala en nuestro recuerdo. Con cariño, Gene”, decía e iba a acompañada de 250 dólares en billetes. Las otras dos tenían como destinatarias a dos sobrinas: el texto era el mismo y la suma dentro del sobre también.

Manejó entonces hasta el estudio de abogados Peel, Eddy y Gibbons, en el centro de Russellville. Llevaba dos revólveres calibre .22. Así armado entró en la oficina y le disparó cuatro tiros en la cabeza a la secretaria Kathy Cribbins Kendrick, cuyo pecado había sido rechazar sus propuestas amorosas cuando trabajaban juntos en la Woodline Motor Freight Company. Kendrik murió poco después en el Centro Médico Regional St. Mary’s. Eran las 10.17 de la mañana cuando Simmons se cobró su primera venganza extrafamiliar.

La policía descubrió los cuerpos
La policía descubrió los cuerpos recién un día después de la detención, al ingresar a la vivienda rural donde vivía la familia

Diez minutos después llegó a la oficina de la compañía petrolera Taylor Oil Company con la intención de matar a su dueño, Russell “Rusty” Taylor, un antiguo empleador suyo. Rusty tuvo suerte, porque sobrevivió con una herida de bala en el pecho y otra en el brazo. En cambio, sin comerla ni beberla, perdió la vida James David Chaffin, un bombero que estaba casualmente allí y que Simmons no conocía. El pecado de Taylor era haberlo despedido en un trabajo anterior. Una empleada salió ilesa y apenas el asesino se alejó del lugar llamó a la policía y le dio una descripción detallada. El raid continuó a cinco kilómetros de allí, en la tienda Sinclair Mini Mart, donde Simmons mató de un tiro en la frente a su dueño, David Salyer, e hirió en la mandíbula a la empleada Roberta Woolery. No se sabe qué deuda Simmons quiso cobrarle a Salyer.

La última escala fue la sede de la empresa de transportes la compañía de transportes Woodline Motor Freight Company para terminar con la vida de su encargada, Joyce Butts, a la que le disparó en el pecho. El pecado de la mujer fue haberle negado un aumento salarial cuando Simmons trabajaba allí. Simmons la creyó muerta y por eso no la remató. En cambio, le pidió a la otra empleada que llamara a la policía, que iba a entregarse.

En los primeros interrogatorios, ese mismo día, Ronald Gene Simmons no hizo un solo gesto, tampoco pronunció palabra alguna. Por eso la policía fue recién al día siguiente a su casa y se encontró con la horrorosa escena de la masacre familiar: siete cuerpos en un pozo, cinco en el living y los de dos criaturas en otros tantos autos abandonados, el saldo total de la masacre familiar más grande de la historia estadounidense.

Una muerte rápida

Simmons no se había atrevido a suicidarse por temor a no hacerlo bien y quedar incapacitado el resto de su vida, pero quería morir y así se lo hizo saber a los policías que lo interrogaron, al fiscal que llevó su causa, a sus abogados defensores y a su señoría el juez. En ningún momento mostró arrepentimiento.

El 30 de diciembre, el fiscal John Bynum presentó dos cargos de homicidio capital y cuatro de intento de homicidio para las víctimas de los disparos en Russellville. Quince días más tarde, Simmons fue acusado de dos cargos de homicidio capital por la muerte de 14 miembros de su familia. Un cargo incluía a los siete asesinados antes de Navidad y el otro a los otros siete asesinados el 26 de diciembre de 1987.

La placa del asesino curiosamente
La placa del asesino curiosamente recuerda que sirvió en la Fuerza Aérea en Vietnam

Las pericias psiquiátricas determinaron que era imputable, que era una persona que comprendía sus actos. En los tres juicios fue condenado a muerte. Contra la recomendación de sus abogados defensores, Simmons se negó a apelar la sentencia. Quería morir. En sus últimas palabras ante el juez durante uno de los procesos, leyó el siguiente texto: “Mi declaración es que si el jurado dicta la sentencia de muerte más adecuada, justa y sabia en este caso, yo, Ronald Gene Simmons Sr., quiero que se sepa que es mi deseo y mi voluntad que nadie tome ninguna acción para apelar o cambiar de alguna manera esta sentencia. Se solicita además respetuosamente que esta sentencia se ejecute con celeridad. No deseo ninguna acción que retrase, niegue, disuada o denuncie esta pena de muerte tan correcta y apropiada. Mis abogados me han aconsejado repetidamente que apele. Sin embargo, eso no es lo que quiero. Creo ahora y siempre he creído en la pena de muerte. A quienes se oponen a la pena de muerte, les digo que, en mi caso particular, cualquier medida que no sea la muerte sería un castigo cruel e inusual. Estoy en pleno uso de mis facultades mentales y físicas, y he sido consultado por psicoanalistas que pueden confirmar mi capacidad para tomar una decisión clara y racional. He reflexionado y considerado con atención, así que no hay nada que me haga cambiar de opinión”, decía. Simmons fue trasladado al corredor de la muerte de la Unidad de Máxima Seguridad del Departamento Correccional de Arkansas en el Condado de Jefferson el 18 de mayo de 1988. Desde allí pidió una y otra vez que lo ejecutaran lo más rápido posible.

El 31 de mayo de 1990, el entonces gobernador de Arkansas Bill Clinton firmó la orden de ejecución de Simmons. Murió por la inyección letal el 25 de junio de ese mismo año, a las 9.19 de la mañana. Dos horas antes, las autoridades de la prisión le habían preguntado qué debían hacer con sus restos, porque en esos casos los que decidían eran los familiares y él los había asesinado a todos. “Sin comentarios”, respondió.

Últimas Noticias

César Bordón se pone en la piel del hombre que le pidió al confesor de Bergoglio un terreno para “sembrar pelotas” y así revolucionó el fútbol infantil de un pueblo

En la serie ‘Gol gana’, el actor interpreta a Erminio Rabitti, quien en su madurez dejó su trabajo y convenció al padre Luis Dri de cederle un terreno junto a la iglesia para fundar un club que adoptó los colores del Vaticano

César Bordón se pone en

La huella de las sociedades secretas medievales en la cultura occidental

El análisis de las organizaciones clandestinas revela cómo los movimientos heréticos y los guardianes de saberes ocultos influyeron en el devenir de la sociedad, desde la Edad Media hasta las corrientes actuales

La huella de las sociedades

El “Gimli Glider”: la increíble hazaña del avión que aterrizó sin combustible por un error de conversión

Ni las alarmas por temperatura ni el fallo de ambos motores detuvieron la maniobra que desafió a la industria y quedó como ejemplo irrepetible en la historia de la aviación mundial

El “Gimli Glider”: la increíble

El hallazgo casual de los restos del jerarca nazi muy cercano a Hitler, que firmó el decreto para exterminar a los judíos

En diciembre de 1972, mientras se realizaba una excavación en Berlín, se encontraron los restos de quien fuera la mano derecha de Adolf Hitler

El hallazgo casual de los

Las fotos que marcaron el principio del fin del imperio de Pablo Escobar: su exilio para evitar la extradición a Estados Unidos

Los intentos del capo narco por evitar la extradición a Estados Unidos. Cómo fueron sus días en Panamá y Nicaragua, rodeado de traiciones e intentando proteger a su hijo y a su esposa embarazada

Las fotos que marcaron el