Una nueva hipótesis, propuesta por la historiadora Adrienne Mayor, de la Universidad de Stanford, sugiere que toxinas naturales presentes en el río Estigia podrían haber causado la muerte de Alejandro Magno. La teoría, publicada en la revista Geoheritage y difundida por National Geographic, establece una conexión entre relatos mitológicos, evidencias geológicas y toxicología moderna.
Una muerte abrupta en Babilonia y el nacimiento de un mito
Alejandro Magno murió en junio de 323 a.C., a los 32 años, en el palacio de Nabucodonosor II en Babilonia, tras enfermar durante un banquete. Según las crónicas, desarrolló fiebre alta, dolor abdominal y debilidad progresiva, seguidos por parálisis y pérdida del habla. Finalmente, quedó inmóvil, en un estado que sus allegados interpretaron como una muerte en vida.
Un hecho que intrigó a sus contemporáneos fue la aparente ausencia de descomposición durante varios días, lo que algunos atribuyeron a su condición semidivina. Para la ciencia actual, la preservación del cuerpo y las causas clínicas de su muerte siguen siendo motivo de debate.
Teorías antiguas: enfermedad, veneno o complot

Desde la Antigüedad, las explicaciones variaron entre infecciones como la fiebre tifoidea y teorías de conspiración. Cronistas como Diodoro sugirieron que sus sucesores ocultaron una conspiración para asesinarlo. Otros, como Pausanias y Plutarco, mencionaron un posible envenenamiento. Incluso se especuló con la participación de Aristóteles, aunque estaba en Atenas al momento de la muerte.
Estas teorías reflejan no solo las tensiones políticas de la época, sino también el intento de encontrar un sentido extraordinario a la desaparición del mayor estratega militar de la historia antigua.
La propuesta de Mayor parte de un enfoque interdisciplinario. Su investigación identifica al mítico río Estigia —considerado en la tradición griega como frontera del inframundo— con el actual Mavroneri, un afluente del río Karathis, en Grecia. Este lugar fue históricamente evitado por su reputación tóxica.
En colaboración con toxicólogos y geólogos, Mayor identificó dos sustancias potencialmente letales. La primera es la calicheamicina, un agente citotóxico capaz de destruir ADN celular, hallado por primera vez en formaciones de caliche en Texas. Este compuesto puede desarrollarse en ambientes húmedos de piedra caliza donde el agua gotea y se evapora, como en el Estigia.

La segunda fuente de toxicidad son ciertos líquenes, particularmente de los géneros Aureobasidium y Penicillium, que producen microcistinas, sustancias hepatotóxicas. También secretan ácido oxálico, un agente corrosivo que explicaría relatos antiguos sobre la capacidad del agua para corroer metales y cerámicas.
Una hipótesis plausible, no concluyente
Según la investigación, estas toxinas podrían haber sido disueltas en alcohol, lo que las haría invisibles al paladar y eficaces durante un banquete. No obstante, Adrienne Mayor reconoce que su teoría no constituye una prueba concluyente.
En declaraciones a National Geographic, afirmó que “solo una autopsia en su tiempo podría confirmar la causa real de la muerte”.
Aunque analizar hoy las aguas del Estigia/Mavroneri permitiría detectar la presencia de estas sustancias, no probaría que existían hace más de dos milenios ni que fueron utilizadas con fines homicidas. La investigación, sin embargo, aporta un marco científico que da sentido a los mitos transmitidos durante generaciones.

Entre mito, ciencia y política
Para Mayor, la hipótesis ayuda a explicar por qué los contemporáneos de Alejandro vincularon su muerte al Estigia.
El simbolismo del río, su reputación ancestral y el desconocimiento médico de la época pudieron haber alimentado una narrativa que mezcló realidad, temor y mito.
Más que resolver un caso histórico, el estudio propone una nueva vía para interpretarlo. La combinación de historia, ciencia y cultura popular sigue dando forma al legado de un personaje cuya muerte, más de dos mil años después, sigue envuelta en sombras.
Últimas Noticias
El padre que desafío a la dictadura de Pinochet y se inmoló para pedir la liberación de sus hijos: “Fue un acto de amor y rebeldía”
Sebastián Acevedo salió a buscar a dos de sus cuatro hijos que habían sido detenidos por las fuerzas de la dictadura chilena. Como no los halló y ante el silencio de los organismos estatales, se quemó a lo bonzo. “No lo hizo sólo por sus hijos, sino por todo Chile”, definieron desde la militancia

Las historias inéditas de Pablo Escobar durante su encierro VIP en la cárcel que él mismo mandó a construir: fiestas, fugas y lujo
La declaración ante el fiscal que él mismo suspendió porque le dolía la cabeza; su burla a la Justicia junto a sus secuaces; el intento de secuestro de su hijo que frustró a pura amenaza detrás de las rejas; su calabozo decorado con obras de arte; las prácticas de tiro con fusiles Colt AR-15 Sauet; las noches con postulantes a concursos de belleza; y la huida con destino a una piscina de aguas claras

Un 11 de noviembre a las 11:11 de la mañana: cuando Alemania se rindió en un vagón de tren y puso fin a la Primera Guerra Mundial
En un bosque a 80 kilómetros de París, luego de más de cuatro años de enfrentamientos entre potencias que dejó un saldo de 10 millones de militares y 13 millones de civiles muertos, se decretó el cese al fuego de la Gran Guerra. Los diferentes destinos del “vagón del armisticio” y la revancha de Hitler en la Segunda Guerra Mundial

La dramática historia del ferry Heweliusz, el accidente más trágico de Polonia que se convirtió en serie
Basada en hechos reales, la producción polaca explora el dramático naufragio ocurrido en 1993, que dejó solo nueve sobrevivientes. Cómo este accidente forzó reformas para generar procesos más independientes de investigación

El misterioso naufragio del Edmund Fitzgerald, el coloso de los lagos que enfrentó olas de diez metros y desapareció sin dejar rastro
El barco estadounidense se hundió durante una tormenta el 10 de noviembre de 1975. Los 29 tripulantes de la embarcación continúan desaparecidos



