En los últimos años, un fenómeno social captó la atención de sociólogos, psicólogos y demógrafos en Estados Unidos: el llamado “divorcio gris”, es decir, las rupturas matrimoniales de personas mayores de 50 años. Esta tendencia ha ido en aumento, a tal punto que el índice de divorcios en adultos mayores está más que duplicado desde 1990.
Según un estudio publicado en The Journals of Gerontology, aproximadamente el 36% de los adultos de ese país que se divorcian tienen 50 años o más. Este incremento es especialmente notable en los casos de divorcio en adultos mayores de 65 años, un grupo que ha experimentado un aumento incluso superior en su tasa de disolución matrimonial en las últimas décadas.
La investigación, dirigida por la socióloga Susan Brown de la Universidad Estatal de Bowling Green, uno de los principales referentes en el estudio de los divorcios entre personas mayores, destaca que, mientras las separaciones disminuyeron en otras edades, la tasa de divorcio en adultos de 50 años o más pasó de cinco personas divorciadas por cada 1.000 adultos casados en 1990 a 10 por cada 1.000 en 2010, lo que evidencia un crecimiento sustancial en este fenómeno.
Susan Brown, quien ha sido clave en la conceptualización y estudio del “divorcio gris”, señala en su estudio, que el aumento en las tasas de divorcio responde a un cambio cultural más amplio. Según la socióloga, las expectativas generacionales sobre el matrimonio han cambiado drásticamente. En generaciones anteriores, el matrimonio se veía como un compromiso de por vida, pero hoy en día, muchas personas ya no sienten la misma presión para mantener un matrimonio insatisfactorio.
Uno de los hallazgos clave es la mayor autonomía financiera que las mujeres han alcanzado en las últimas décadas. La independencia económica ha permitido que muchas mujeres, que en generaciones anteriores se habrían quedado en matrimonios insatisfactorios por razones económicas, ahora puedan optar por terminar con una relación que ya no les proporciona satisfacción emocional. De hecho, en el estudio se menciona que las mujeres son más propensas a iniciar el proceso de divorcio.
Por otro lado, el estudio también examina las implicaciones de este fenómeno en la vida de las personas que atraviesan este proceso. La socióloga Laura Stassi, quien fue entrevistada para el estudio, comparte su experiencia personal. Después de casi 30 años de matrimonio, Stassi se divorció a los 64 años, inicialmente sintiendo que había perdido su identidad.
Sin embargo, encontró en el divorcio una nueva oportunidad de independencia, lo que le permitió explorar nuevas facetas de su vida, como su carrera como podcastera en el programa Dating While Gray que se centra en el mundo de las citas y las relaciones para adultos mayores.
Según el artículo de The Journals of Gerontology, una de las razones para esta transición en la concepción del matrimonio es que el promedio de vida ha aumentado considerablemente, lo que ha llevado a muchas personas a cuestionar la idea de permanecer en una relación poco satisfactoria por el simple hecho de que se espera que dure toda la vida.
Esta reevaluación de las relaciones también está influenciada por la individualización del matrimonio, un concepto que hace referencia al paso de un modelo de matrimonio en el que la pareja se define como un colectivo a uno donde los individuos buscan más la realización personal dentro del vínculo.
En cuanto a las proyecciones futuras, los estudios sugieren que el “divorcio gris” podría seguir en aumento, pero también se plantean dudas sobre si esta tendencia alcanzará su punto máximo. Por ejemplo, la generación X, que ha crecido en un contexto de menores tasas de divorcio y de menor número de matrimonios, podría experimentar tasas de divorcio más bajas a medida que envejezca en comparación con los Baby Boomers, que vivieron una “revolución del divorcio” en su juventud.