La escapada perfecta para volver al verano en España: una experiencia volcánica en un entorno natural único

El trayecto hacia la cima, el punto más elevado de España con 3.718 metros sobre el nivel del mar, atraviesa antiguas coladas volcánicas y formaciones rocosas moldeadas por el tiempo

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El monte del Teide al
El monte del Teide al atardecer (Wikimedia Commons)

La certeza de poder sentarse en una terraza con un tinto de verano o salir de casa sin paraguas ni abrigo son factores determinantes para que aquellos que odian el invierno. Y es que, la bajada en picado de las temperaturas y las lluvias de los últimos meses del año no son para todos. Por eso, quienes estén planeando hacer un viaje después de estas Navidades pensando en encontrar un clima más cálido y suave no deben perder la oportunidad de visitar Tenerife.

La isla canaria ofrece una experiencia volcánica en un entorno natural único en España, con vuelos constantes a sus dos aeropuertos. Aunque, sin duda, los que quieren hacer una pequeña escapada próximamente a Tenerife no se pueden ir sin visitar el Parque Nacional del Teide, designado Patrimonio Mundial por la UNESCO. Sus senderos, perfectamente señalizados, tienen unas panorámicas imponentes y un clima que varía en cada tramo del recorrido, creando un escenario digno de los amantes de la naturaleza y la aventura. Porque su ascenso permite descubrir uno de los paisajes volcánicos más singulares del país, donde la geología y la biodiversidad se entrelazan en un espacio protegido de alto valor científico.

De esta manera, el trayecto hacia la cima, el punto más elevado de España con 3.718 metros sobre el nivel del mar, atraviesa antiguas coladas volcánicas y formaciones rocosas moldeadas por el tiempo. Pero, su entorno se vuelve más limpio y brillante a medida que se gana altura, un fenómeno que convierte cada paso en una inmersión en un ecosistema de montaña. Aun así, para los que prefieren no acceder a los senderos, podrán encontrar igualmente una multitud de miradores estratégicos, accesibles con coche, desde los cuales se aprecian panorámicas capaces de impresionar.

El teleférico que sube al
El teleférico que sube al pico del Teide (Wikimedia Commons)

Cómo subir hasta el cráter del Teide

La ruta clásica parte de Montaña Blanca, un sendero de unas seis horas de ascenso continuo por el paisaje volcánico hasta alcanzar la base de La Rambleta, situada a 3.715 metros. Aunque, para quienes prefieren una alternativa más rápida, el teleférico salva el desnivel en apenas ocho minutos. Una vez en La Rambleta existen tres caminos que invitan a descubrir la cima: el más conocido, el sendero Telesforo Bravo, que conduce hasta el cráter en un tramo de poco más de 200 metros. Aunque, los miradores de Pico Viejo y La Fortaleza -a los que se puede acceder desde La Rambleta- permiten, sin restricciones, contemplar las vertientes norte y sur de la isla.

Para los interesados en recorrer este sendero de Montaña Blanca y el ascenso final al pico del Teide se requiere un permiso gratuito que se gestiona a través del portal de TenerifeOn. También hay que tener en cuenta que esas entradas son limitadas y restringidas a diferentes tramos horarios. Por su parte, el teleférico del Teide se ha convertido en referente internacional tras incorporar un sistema híbrido 100% fotovoltaico, compuesto por 525 paneles solares y baterías de alta capacidad. Gracias a un gestor energético inteligente, la instalación determina en cada momento cómo almacenar y distribuir la energía necesaria para operar las cabinas.

Esta infraestructura, desarrollada en colaboración con el grupo austriaco Doppelmayr y empresas especializadas en almacenamiento y microredes, ha eliminado los antiguos motores diésel y evita más de 600 toneladas de CO₂ al año, el equivalente al consumo eléctrico de 700 hogares o la labor de 24.700 árboles. El diseño minimiza el impacto visual y prescinde de infraestructuras invasivas, lo que contribuye a preservar el valor ecológico del parque. En este sentido, desde la administración piden conservar libre de basura el parque. Asimismo, las autoridades insisten en la importancia de llevar calzado adecuado, agua suficiente y protector solar, así como evitar el ascenso a personas con problemas cardíacos o menores de tres años.

Este parque acuático ha sido elegido como el mejor del mundo nueve veces seguidas

Qué se puede visitar en el entorno del Teide

El entorno del Teide también destaca como enclave científico de primer nivel. El Observatorio de Izaña, ubicado a 2.400 metros, forma parte del Instituto de Astrofísica de Canarias y reúne telescopios de más de veinte países. El cielo, protegido por la Ley del Cielo, facilita la investigación solar y el estudio de la luz interplanetaria. Las visitas guiadas permiten conocer instrumentos como el telescopio VTT o el THEMIS, así como la historia de la observación astronómica en la isla, que se remonta al siglo XIX. Por otro lado, los centros de visitantes del Portillo y Cañada Blanca complementan la experiencia con salas audiovisuales, jardines botánicos y exhibiciones que explican la geología, la fauna y la flora del parque.

En cuanto al interés geológico, la Caldera de Las Cañadas, los Roque Chinchado, son las formaciones más llamativas. Aunque el estratovolcán Teide-Pico Viejo completa la imagen de un paisaje sin equivalente en Europa. Un resultado obtenido en parte por la presencia de polvo sahariano formado tras millones de años de actividad volcánica. De esta forma, aunque no quieras subir al pico, podrás contemplar una combinación única de naturaleza, ciencia y sostenibilidad desde los alrededores del Teide.

Sin duda, la biodiversidad del Parque Nacional es otro de sus grandes atractivos. Entre sus casi 20.000 hectáreas prosperan reptiles endémicos como el lagarto tizón, aves exclusivas como el pinzón azul y más de 1.400 especies de invertebrados, de las cuales más del 40% son endémicas. Además, la vegetación se adapta a condiciones extremas de radiación solar y fuertes oscilaciones térmicas: especies como la retama, la margarita del Teide y la hierba pajonera sobreviven en condiciones áridas. Durante la primavera, el tajinaste rojo florece con tallos que superan los dos metros, creando una postal característica del parque.